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Dolor ante la destrucción de Jerusalén

(1a) Salmo de Asaf.

79 (1b) ¡Oh Dios,
los paganos han invadido tu propiedad!
¡Han profanado tu santo templo
y han convertido en ruinas a Jerusalén!
¡Han dejado los cadáveres de tus siervos,
de los que te fueron fieles,
para que sirvan de alimento
a los buitres y a los animales salvajes!
Como agua han derramado su sangre
por toda Jerusalén,
y no hay quien los entierre.
Somos la burla de nuestros vecinos;
el hazmerreír de cuantos nos rodean.

Oh Señor,
¿hasta cuándo estarás enojado?
¿Arderá siempre tu enojo como el fuego?
¡Descarga tu furia sobre los reinos paganos
que no te conocen ni te invocan!
Porque ellos devoraron a Jacob
y convirtieron en ruinas el país.
No nos hagas pagar a nosotros
por la maldad de nuestros antepasados;
¡que venga tu ternura pronto a nuestro encuentro,
porque estamos abatidos!

Oh Dios, Salvador nuestro,
¡ayúdanos, líbranos y perdónanos,
por la gloria de tu nombre!
10 No tienen por qué decir los paganos:
«¿Dónde está su Dios?»
¡Permítenos ver vengada la muerte de tus siervos!
¡Que los paganos también lo sepan!
11 Atiende las quejas de los presos,
y salva con tu gran poder
a los sentenciados a muerte.

12 Oh Señor,
véngate siete veces de nuestros vecinos
por las ofensas que te han hecho;
13 y nosotros, que somos tu pueblo,
que somos ovejas de tus prados,
gracias te daremos siempre,
¡cantaremos tus alabanzas por todos los siglos!

¡Míranos con buenos ojos!

(1) Del maestro de coro, según la melodía de «Los lirios». Testimonio y salmo de Asaf.

80 (2) Pastor de Israel,
que guías a José como a un rebaño,
que tienes tu trono sobre los querubines,
¡escucha!
¡Mira con buenos ojos a Efraín,
(3) Benjamín y Manasés!
¡Despierta y ven a salvarnos con tu poder!

    (4) Oh Dios,
    ¡haz que volvamos a ser lo que fuimos!
    ¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!

(5) Señor, Dios todopoderoso,
¿hasta cuándo estarás enojado
con la oración de tu pueblo?
(6) Nos has dado lágrimas por comida;
por bebida, lágrimas en abundancia.
(7) Nos has convertido en la burla de nuestros vecinos,
y nuestros enemigos se ríen de nosotros.

    (8) Dios todopoderoso,
    ¡haz que volvamos a ser lo que fuimos!
    ¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!

(9) De Egipto sacaste una vid;
arrojaste a los paganos y la plantaste.
(10) Limpiaste el terreno para ella,
y la vid echó raíces y llenó el país.
10 (11) Cubrió los montes con su sombra,
y con sus ramas los árboles más altos.
11 (12) Se extendieron sus ramas hasta el mar,
y hasta el río Éufrates sus retoños.
12 (13) ¿Por qué has derribado su cerca,
dejando que le arranquen uvas los que van por el camino?
13 (14) El jabalí la destroza;
¡los animales salvajes la devoran!

14 (15) Dios todopoderoso, regresa, por favor;
mira atentamente desde el cielo
y ten consideración de esta vid,
15 (16) de la vid que tú mismo plantaste,
del retoño que tú mismo afirmaste.
16 (17) Destruye con tu furor
a quienes la cortan y la queman;
17 (18) pero ayuda al hombre que has escogido,
al retoño de hombre que tú mismo afirmaste,
18 (19) y nunca más nos apartaremos de ti.
¡Danos vida, y sólo a ti te invocaremos!

19     (20) Oh Señor, Dios todopoderoso,
    ¡haz que volvamos a ser lo que fuimos!
    ¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!

Bondad de Dios y maldad de Israel

(1) Del maestro de coro, con la cítara de Gat. De Asaf.

81 (2) ¡Canten alegres a Dios, que es nuestra fuerza!
¡Alaben con gritos de alegría al Dios de Jacob!
(3) Canten al son del pandero,
de la dulce arpa y del salterio.
(4) Toquen la trompeta al llegar la luna nueva,
y también al llegar la luna llena,
que es el día de nuestra gran fiesta.
(5) Porque éste es el mandamiento
que el Dios de Jacob dio a Israel;
(6) es el mandato dado a José
cuando Dios salió contra Egipto.

Oí una voz que yo no conocía:
(7) «Te he quitado la carga de los hombros,
te he aliviado del trabajo duro.
(8) En tu angustia me llamaste, y te salvé;
te contesté desde la nube que tronaba;
te puse a prueba junto a las aguas de Meribá.
(9) Escucha, pueblo mío, mi advertencia;
¡ojalá me obedezcas, Israel!
(10) No tengas dioses extranjeros;
no adores dioses extraños.
10 (11) Yo soy el Señor, tu Dios,
el que te sacó de la tierra de Egipto;
abre tu boca, y yo te satisfaré.

11 (12) »Pero mi pueblo no quiso oírme;
¡Israel no quiso obedecerme!
12 (13) Por eso los dejé seguir con su capricho,
y vivieron como mejor les pareció.
13 (14) ¡Si mi pueblo me hubiera escuchado!
¡Si Israel hubiera seguido mis caminos,
14 (15) en un abrir y cerrar de ojos
yo habría humillado a sus enemigos
y castigado a sus contrarios!»

15 (16) Los que odian al Señor caerían aterrados,
y su condenación quedaría sellada.
16 (17) Dios alimentaría a su pueblo con lo mejor del trigo,
y con miel silvestre apagaría su sed.

Dios, el Juez supremo

(1a) Salmo de Asaf.

82 (1b) Dios se alza en la asamblea divina
y dicta sentencia en medio de los dioses:
«¿Hasta cuándo harán ustedes juicios falsos
y se pondrán de parte de los malvados?
¡Hagan justicia al débil y al huérfano!
¡Hagan justicia al pobre y al necesitado!
¡Libren a los débiles y pobres,
y defiéndanlos de los malvados!

»Pero ustedes no saben, no entienden;
andan en la oscuridad.
Tiemblan los cimientos de la tierra.
Yo dije que ustedes son dioses;
que todos son hijos del Altísimo.
Sin embargo, morirán como todo hombre,
¡caerán como cualquier tirano!»

¡Oh Dios, dispónte a juzgar la tierra,
pues tú eres el dueño de todas las naciones!