Nos rechaza como a moneda falsa, y se aparta de nuestra compañía como si fuéramos impuros. Dice que los buenos, al morir, son dichosos, y se siente orgulloso de tener a Dios por padre.
Se apartan de nuestra compañía, y nos rechazan como si tuviéramos una terrible enfermedad. Dicen que los buenos son felices después de la muerte, y se sienten muy orgullosos de tener a Dios por Padre.