Bendigamos al Señor, Ananías, Azarías y Misael, cantemos en su honor eternamente, porque él nos libró del sepulcro, nos salvó de la muerte, nos libró del fuego del horno encendido, nos libró de las llamas.
»Y nosotros, acá en el horno ardiente, también bendeciremos a Dios, pues él nos salvó de la muerte; nos libró de morir quemados. ¡Cantaremos himnos de alabanza para siempre!