Moisés lo consagró derramando el aceite sagrado sobre él. Así quedó una institución eterna para él y para sus descendientes, mientras dure el cielo: servir como sacerdotes al Señor y bendecir en su nombre al pueblo.
Moisés derramó sobre Aarón el aceite para consagrarlo, porque Dios eligió a Aarón, y a todos sus descendientes, para que fueran sus sacerdotes. Por eso Aarón y sus descendientes presentan a Dios las ofrendas, queman incienso en el altar, y en nombre de Dios bendicen a los israelitas y piden que Dios los perdone. Además, Aarón y sus descendientes enseñan a los israelitas a obedecer los mandamientos de Dios.