Los israelitas se apoderaron de todo el botín que dejaron. A Nicanor le cortaron la cabeza y la mano derecha, la mano que había alzado con tanta insolencia, y las llevaron para exponerlas en Jerusalén.
Los israelitas recogieron todas las pertenencias de sus enemigos. A Nicanor le cortaron la cabeza, y también la mano derecha que había levantado para amenazarlos. Luego colgaron la cabeza y la mano a la entrada de Jerusalén.