El rey hizo que se sentara a su lado, y ordenó a sus oficiales que lo llevaran al centro de la ciudad y proclamaran que nadie podía acusarlo de ninguna cosa, ni causarle molestia por ningún motivo.
Al contrario, sentó a Jonatán a su lado, y ordenó que le pusieran ropa digna de un rey. Luego les ordenó a sus oficiales que llevaran a Jonatán por toda la ciudad, y que advirtieran a todo el mundo que no lo molestaran ni lo acusaran de nada.