Queda además suprimido el impuesto de cincuenta y cinco kilos de plata, que el templo, de lo que recibía, debía pagar anualmente al rey, y ahora se destinará a los sacerdotes que ofician en el templo.
»Como ustedes saben, del dinero que se recoge en el templo tenían que pagarme cincuenta y cinco kilos de plata cada año. Pues bien, de ahora en adelante ya no tendrán que pagar dicho impuesto. Ese dinero se les entregará a los sacerdotes que trabajan en el templo.