Romanos 2
Reina-Valera 1995
El justo juicio de Dios
2 Por eso eres inexcusable, hombre, tú que juzgas, quienquiera que seas, porque al juzgar a otro, te condenas a ti mismo, pues tú, que juzgas, haces lo mismo. 2 Pero sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según la verdad. 3 Y tú, hombre, que juzgas a los que hacen tales cosas y haces lo mismo, ¿piensas que escaparás del juicio de Dios? 4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y generosidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? 5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honra e inmortalidad; 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia. 9 Tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, sobre el judío en primer lugar, y también sobre el griego; 10 en cambio, gloria, honra y paz a todo el que hace lo bueno: al judío en primer lugar y también al griego, 11 porque para Dios no hay acepción de personas.
12 Todos los que sin la Ley han pecado, sin la Ley también perecerán; y todos los que bajo la Ley han pecado, por la Ley serán juzgados, 13 pues no son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino que los que obedecen la Ley serán justificados. 14 Cuando los gentiles que no tienen la Ley hacen por naturaleza lo que es de la Ley, estos, aunque no tengan la Ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos 16 en el día en que Dios juzgará por medio de Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.
Los judíos y la Ley
17 Tú te llamas judío, te apoyas en la Ley y te glorías en Dios; 18 conoces su voluntad e, instruido por la Ley, apruebas lo mejor; 19 estás convencido de que eres guía de ciegos, luz de los que están en tinieblas, 20 instructor de los ignorantes, maestro de niños y que tienes en la Ley la forma del conocimiento y de la verdad. 21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de robar, ¿robas? 22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? 23 Tú que te jactas de la Ley, ¿con infracción de la Ley deshonras a Dios?, 24 pues, como está escrito: «El nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.»
25 La circuncisión, en verdad, aprovecha si guardas la Ley; pero si eres transgresor de la Ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión. 26 Por tanto, si el incircunciso guarda las ordenanzas de la Ley, ¿no será considerada su incircuncisión como circuncisión? 27 Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la Ley, te condenará a ti, que con la letra de la Ley y la circuncisión eres transgresor de la Ley. 28 No es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; 29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu y no según la letra. La alabanza del tal no viene de los hombres, sino de Dios.
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