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Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre. Se le acercó el tentador y le dijo:

—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

Él respondió y dijo:

—Escrito está: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”

Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso sobre el pináculo del Templo y le dijo:

—Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues escrito está: “A sus ángeles mandará acerca de ti”, y “En sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.”

Jesús le dijo:

—Escrito está también: “No tentarás al Señor tu Dios.”

Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo:

—Todo esto te daré, si postrado me adoras.

10 Entonces Jesús le dijo:

—Vete, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él servirás.”

11 El diablo entonces lo dejó, y vinieron ángeles y lo servían.

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