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La Pascua de Jesús (26—28)

Complot contra Jesús (Mc 14,1-2; Lc 22,1-2; Jn 11,43-45)

26 Cuando Jesús terminó todos estos discursos, dijo a sus discípulos:

— Como saben, dentro de dos días es la Pascua, y el Hijo del hombre va a ser entregado para que lo crucifiquen.

Por entonces se reunieron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo en casa de Caifás, el sumo sacerdote. Allí tomaron el acuerdo de tender una trampa a Jesús para prenderlo y darle muerte. Dijeron, sin embargo:

— No lo hagamos durante la fiesta, a fin de evitar que se altere el orden público.

Unción de Jesús en Betania (Mc 14,3-9; Jn 12,1-8)

Estaba Jesús en Betania, en casa de un tal Simón, a quien llamaban el leproso, cuando una mujer que llevaba un perfume muy caro en un frasco de alabastro se acercó a él y vertió el perfume sobre su cabeza mientras estaba sentado a la mesa. Esta acción molestó a los discípulos, que dijeron:

— ¿A qué viene tal derroche? Este perfume podía haberse vendido por muy buen precio y haber dado el importe a los pobres.

10 Pero Jesús, advirtiendo lo que pasaba, les dijo:

— ¿Por qué molestan a esta mujer? Lo que ha hecho conmigo es bueno. 11 A los pobres los tendrán siempre entre ustedes, pero a mí no me tendrán siempre. 12 Al verter este perfume sobre mí, es como si preparara mi cuerpo para el entierro. 13 Les aseguro que en cualquier lugar del mundo donde se anuncie la buena noticia, se recordará también a esta mujer y lo que hizo.

Judas traiciona a Jesús (Mc 14,10-11; Lc 22,3-6)

14 Entonces uno de los doce discípulos, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes 15 y les propuso:

— ¿Qué recompensa me darán si les entrego a Jesús?

Le ofrecieron treinta monedas de plata. 16 Desde aquel momento, Judas comenzó a buscar una oportunidad para entregarles a Jesús.

Los discípulos preparan la cena de Pascua (Mc 14,12-16; Lc 22,7-13)

17 El primer día de los Panes sin levadura se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

— ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?

18 Jesús les contestó:

— Vayan a la ciudad, a casa de fulano, y denle este recado: “El Maestro dice: Mi hora está cerca y voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”. 19 Los discípulos hicieron lo que Jesús les había encargado y prepararon la cena de Pascua.

Jesús anuncia la traición de Judas (Mc 14,17-21; Lc 22,14.21.23; Jn 13,21-30)

20 Al anochecer, Jesús se sentó a la mesa con los Doce 21 y mientras cenaban, dijo:

— Les aseguro que uno de ustedes va a traicionarme.

22 Los discípulos, muy tristes, comenzaron a preguntarle uno tras otro:

— ¿Acaso seré yo, Señor?

23 Jesús les contestó:

— El que va a traicionarme es uno que come en mi propio plato. 24 Es cierto que el Hijo del hombre tiene que seguir su camino, como dicen de él las Escrituras. Sin embargo, ¡ay de aquel que traiciona al Hijo del hombre! Mejor le sería no haber nacido.

25 Judas, el traidor, le preguntó:

— ¿Acaso soy yo, Maestro?

Jesús le contestó:

— Tú lo has dicho.

La cena del Señor (Mc 14,22-25; Lc 22,14-23; 1 Co 11,23-25)

26 Durante la cena, Jesús tomó pan, bendijo a Dios, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo:

— Tomen, coman: esto es mi cuerpo.

27 Tomó luego en sus manos una copa, dio gracias a Dios y la pasó a sus discípulos, diciendo:

— Beban todos de ella, 28 porque esto es mi sangre, con la que Dios confirma la alianza, y que va a ser derramada en favor de todos para perdón de los pecados. 29 Les digo que no volveré a beber de este fruto de la vid hasta el día aquel en que beba con ustedes un vino nuevo en el reino de mi Padre.

30 Cantaron después el himno y salieron hacia el monte de los Olivos.

Jesús predice la negación de Pedro (Mc 14,27-31; Lc 22,31-34; Jn 13,36-38)

31 Jesús les dijo entonces:

— Esta noche todos ustedes me abandonarán, porque así lo dicen las Escrituras: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. 32 Pero después de mi resurrección iré antes que ustedes a Galilea.

33 Pedro le contestó:

— ¡Aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré!

34 Jesús insistió:

— Te aseguro que esta misma noche, antes de que cante el gallo, tú me habrás negado tres veces.

35 Pedro insistió:

— ¡Yo no te negaré, aunque tenga que morir contigo!

Y lo mismo decían los otros discípulos.

Jesús ora en Getsemaní (Mc 14,32-42; Lc 22,39-46)

36 Llegó Jesús, acompañado de sus discípulos, al lugar llamado Getsemaní, y les dijo:

— Quédense aquí sentados mientras yo voy un poco más allá a orar.

37 Se llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentirse afligido y angustiado; 38 entonces les dijo:

— Me está invadiendo una tristeza de muerte. Quédense aquí y velen conmigo.

39 Se adelantó unos pasos más y, postrándose rostro en tierra, oró así:

— Padre mío, si es posible, aparta de mí esta copa de amargura; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.

40 Volvió entonces a donde estaban los discípulos y, al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:

— ¿Ni siquiera han podido velar una hora conmigo? 41 Velen y oren para que no desfallezcan en la prueba. Es cierto que tienen buena voluntad, pero les faltan las fuerzas.

42 Por segunda vez se alejó de ellos y oró así:

— Padre mío, si no es posible que esta copa de amargura pase sin que yo la beba, hágase lo que tú quieras.

43 Regresó de nuevo a donde estaban los discípulos, y volvió a encontrarlos dormidos pues tenían los ojos cargados de sueño. 44 Así que los dejó como estaban y, apartándose de ellos, oró por tercera vez con las mismas palabras. 45 Cuando volvió, les dijo:

— ¿Aún siguen durmiendo y descansando? Fíjense que ha llegado la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense, vámonos! Ya está aquí el que me va a entregar.

Jesús es arrestado (Mc 14,43-50; Lc 22,47-53; Jn 18,3-12)

47 Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó Judas, uno de los Doce. Venía acompañado de un numeroso tropel de gente armada con espadas y garrotes, enviada por los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48 Judas, el traidor, les había dado esta contraseña:

— Aquel a quien yo bese, ese es; aprésenlo.

49 Así que apenas llegó, se acercó a Jesús y lo saludó diciendo:

— ¡Hola, Maestro!

Y lo besó.

50 Jesús le dijo:

— Amigo, lo que has venido a hacer, hazlo ya.

Entonces se abalanzaron sobre Jesús y, echándole mano, lo apresaron. 51 De pronto, uno de los que estaban con Jesús sacó la espada y, de un golpe, le cortó una oreja al criado del sumo sacerdote. 52 Pero Jesús le dijo:

— Guarda tu espada en su vaina, pues todos los que empuñan espada, a espada morirán. 53 ¿Acaso piensas que no puedo pedir ayuda a mi Padre, y que él me enviaría ahora mismo más de doce legiones de ángeles? 54 Pero en ese caso, ¿cómo se cumplirían las Escrituras según las cuales las cosas tienen que suceder así?

55 Entonces dijo Jesús a aquel tropel de gente:

— ¿Por qué han venido a arrestarme con espadas y garrotes, como si yo fuera un ladrón? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me han arrestado. 56 Pero todo esto sucede para que se cumpla lo que escribieron los profetas.

Y en aquel momento, todos los discípulos de Jesús lo abandonaron y huyeron.

Jesús ante el Consejo Supremo (Mc 14,53-65; Lc 22,54-55.63-71; Jn 18,12-14.19-24)

57 Los que habían apresado a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se hallaban reunidos los maestros de la ley y los ancianos. 58 Pedro, que lo había seguido de lejos hasta la mansión del sumo sacerdote, entró también y se sentó junto a los criados para ver en qué terminaba todo aquello. 59 Los jefes de los sacerdotes y el pleno del Consejo Supremo andaban buscando un testimonio falso contra Jesús para condenarlo a muerte. 60 Pero no lo encontraban, a pesar de los muchos testigos falsos que comparecían ante ellos. Finalmente comparecieron dos, 61 que dijeron:

— Este ha afirmado: “Yo puedo derribar el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días”.

62 Levantándose entonces el sumo sacerdote, dijo a Jesús:

— ¿No tienes nada que alegar a lo que estos testifican contra ti?

63 Pero Jesús permaneció en silencio. Entonces el sumo sacerdote le conminó:

— ¡En nombre del Dios vivo, te exijo que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios!

64 Jesús le respondió:

— Tú lo has dicho. Y añadiré que más adelante verán al Hijo del hombre sentado junto al Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo.

65 Al oír esto, el sumo sacerdote se rasgó las vestiduras y exclamó:

— ¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testimonios? ¡Ya han oído su blasfemia! 66 ¿Qué les parece?

Ellos contestaron:

— ¡Que merece la muerte!

67 Y se pusieron a escupirlo en la cara y a darle puñetazos mientras otros lo abofeteaban 68 diciendo:

— ¡Adivina, Mesías, quién te ha pegado!

Pedro niega a Jesús (Mc 14,66-72; Lc 22,56-62; Jn 18,15-18.25-27)

69 Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera, en el patio. Se le acercó una criada, y le dijo:

— Tú eres uno de los que acompañaban a Jesús, el galileo.

70 Pedro lo negó delante de todos, diciendo:

— ¡No sé de qué hablas!

71 Luego se dirigió hacia la puerta y, cuando salía, lo vio otra criada, que aseguró a los que estaban allí:

— Este también andaba con Jesús de Nazaret.

72 Otra vez lo negó Pedro, jurando:

— ¡No sé quién es ese hombre!

73 Algo más tarde se acercaron a Pedro unos que estaban allí, y le dijeron:

— Pues no cabe duda de que tú eres de los suyos; el acento mismo te delata.

74 Entonces él comenzó a jurar y perjurar:

— ¡No sé quién es ese hombre!

Y al instante cantó un gallo. 75 Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: “Antes de que cante el gallo me habrás negado tres veces”. Y saliendo de allí, se echó a llorar amargamente.

El complot para prender a Jesús

(Mr. 14.1-2; Lc. 22.1-2; Jn. 11.45-53)

26 Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua,(A) y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.

Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás, y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle. Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.

Jesús es ungido en Betania

(Mr. 14.3-9; Jn. 12.1-8)

Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa.(B) Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. 10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. 11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros,(C) pero a mí no siempre me tendréis. 12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. 13 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho, para memoria de ella.

Judas ofrece entregar a Jesús

(Mr. 14.10-11; Lc. 22.3-6)

14 Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, 15 y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. 16 Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.

Institución de la Cena del Señor

(Mr. 14.12-25; Lc. 22.7-23; Jn. 13.21-30; 1 Co. 11.23-26)

17 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua? 18 Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos. 19 Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.

20 Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce. 21 Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. 22 Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor? 23 Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ese me va a entregar. 24 A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él,(D) mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. 25 Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.

26 Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28 porque esto es mi sangre(E) del nuevo pacto,(F) que por muchos es derramada para remisión de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

Jesús anuncia la negación de Pedro

(Mr. 14.26-31; Lc. 22.31-34; Jn. 13.36-38)

30 Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos. 31 Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.(G) 32 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.(H) 33 Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. 34 Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35 Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Jesús ora en Getsemaní

(Mr. 14.32-42; Lc. 22.39-46)

36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. 37 Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. 38 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. 39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. 40 Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. 43 Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. 44 Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. 45 Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46 Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.

Arresto de Jesús

(Mr. 14.43-50; Lc. 22.47-53; Jn. 18.2-11)

47 Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. 48 Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ese es; prendedle. 49 Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. 50 Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. 51 Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. 52 Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. 53 ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? 54 ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? 55 En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo,(I) y no me prendisteis. 56 Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.

Jesús ante el concilio

(Mr. 14.53-65; Lc. 22.54,63-71; Jn. 18.12-14,19-24)

57 Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos. 58 Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin. 59 Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, 60 y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos, 61 que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.(J) 62 Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti? 63 Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. 64 Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.(K) 65 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. 66 ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!(L) 67 Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban,(M) 68 diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.

Pedro niega a Jesús

(Mr. 14.66-72; Lc. 22.55-62; Jn. 18.15-18,25-27)

69 Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. 70 Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. 71 Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También este estaba con Jesús el nazareno. 72 Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. 73 Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. 74 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. 75 Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.