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Dedicatoria a Teófilo

Puesto que muchos han tomado a su cargo el compilar un relato ordenado de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas,

tal como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra,

me ha parecido bien también a mí, después de haber investigado todo con esmero desde su origen, escribirte ordenadamente, excelentísimo Teófilo,

para que te percates bien de la solidez de las enseñanzas en las que fuiste instruido.

Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, cierto sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías; tenía por esposa una de las descendientes de Aarón, la cual se llamaba Elisabet.

Ambos eran rectos delante de Dios, y caminaban irreprochablemente en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.

Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran de edad avanzada.

Sucedió que, mientras estaba él ejerciendo su ministerio sacerdotal delante de Dios, en el turno de su grupo,

le tocó en suerte, conforme a la costumbre del sacerdocio, entrar en el santuario del Señor a quemar incienso.

10 Y toda la multitud del pueblo estaba orando afuera, a la hora del incienso.

11 Entonces se le apareció un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.

12 Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él.

13 Pero el ángel le dijo: No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; tu mujer Elisabet te engendrará un hijo, y le llamarás Juan.

14 Tendrás gozo y júbilo, y muchos se regocijarán por su nacimiento.

15 Pues será grande a los ojos del Señor, no beberá jamás ni vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre;

16 y a muchos de los hijos de Israel les hará volver al Señor su Dios;

17 y él mismo irá delante, en su presencia, con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y los desobedientes a la sensatez de los justos, a preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto.

18 Zacarías le dijo al ángel: ¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo soy anciano, y mi esposa es de edad avanzada.

19 El ángel le respondió diciendo: Yo soy Gabriel, que estoy de continuo en la presencia de Dios, y he sido enviado a hablar contigo y a anunciarte estas buenas noticias.

20 Y ahora vas a permanecer en silencio y sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por cuanto no has dado crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo.

21 El pueblo estaba aguardando a Zacarías, y se extrañaban de su demora en el santuario.

22 Cuando salió no podía hablarles, y se dieron cuenta de que había visto una visión en el santuario; él estaba haciéndoles señas, y permanecía mudo.

23 Y sucedió que, cuando se cumplieron los días de su servicio sacerdotal, se marchó a su casa.

24 Después de estos días, concibió Elisabet, su mujer; y se mantuvo recluida durante cinco meses, diciendo:

25 Así ha obrado el Señor conmigo en los días en que se fijó en mí para quitar mi oprobio entre los hombres.

Anuncio del nacimiento de Jesucristo

26 Al sexto mes, fue enviado de Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,

27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, descendiente de David; y el nombre de la virgen era María.

28 Y entrando adonde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo. [Bendita tú entre las mujeres.][a]

29 Ella se turbó profundamente por estas palabras, y consideraba qué significaría este saludo.

30 Y el ángel le dijo: Deja de temer, María, porque has hallado gracia ante Dios.

31 Mira, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.

32 Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su padre David,

33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre; y su reino no tendrá fin.

34 Entonces le dijo María al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?

35 El ángel le respondió y le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también lo santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios.

36 Y he aquí que tu parienta Elisabet, también ella ha concebido un hijo en su vejez; y ya está de seis meses la que era llamada estéril;

37 porque ninguna cosa será imposible para Dios.

38 Y María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y se marchó el ángel de su presencia.

María visita a Elisabet

39 Por esos mismos días, María se levantó y se marchó de prisa a la región montañosa, a una ciudad de Judá;

40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet.

41 Y aconteció que, en cuanto oyó Elisabet el saludo de María, saltó la criatura en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,

42 y exclamó con gran voz, y dijo: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

43 Y ¿de dónde a mí esto, que la madre de mi Señor venga a mí?

44 Porque tan pronto como llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo la criatura en mi vientre.

45 ¡Bienaventurada la que ha creído que tendrán cumplimiento las cosas que le han hablado de parte del Señor!

46 Y dijo María:
Engrandece mi alma al Señor,
47 Y mi espíritu ha saltado de gozo en Dios mi Salvador;
48 Porque ha puesto sus ojos sobre la pequeñez de su esclava;
Pues he aquí que desde ahora me tendrán por dichosa todas las generaciones.
49 Porque ha hecho por mí grandes cosas el Poderoso;
Santo es su nombre.
50 Y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
51 Ha realizado grandes proezas con su brazo;
Desbarató a los arrogantes en el pensamiento del corazón de ellos.
52 Abatió de sus solios a los potentados,
Y exaltó a los de humilde condición;
53 Colmó de bienes a los hambrientos,
Y a los ricos los despidió con las manos vacías.
54 Vino en ayuda de Israel su siervo,
Para recuerdo de misericordia,
55 Tal como habló con nuestros padres,
A favor de Abraham y de su descendencia para siempre.

56 Permaneció María con ella unos tres meses, y regresó a su casa.

Nacimiento de Juan el Bautista

57 Se le cumplió a Elisabet el tiempo de dar a luz, y dio a luz un hijo.

58 Oyeron sus vecinos y sus parientes que el Señor había mostrado gran misericordia hacia ella, y se regocijaban juntamente con ella.

59 Sucedió que al octavo día vinieron a circuncidar al niño, y le iban a llamar Zacarías según el nombre de su padre,

60 pero su madre, tomando la palabra, dijo: No, sino que se ha de llamar Juan.

61 Y le dijeron: No hay nadie de tu parentela que se llame así.

62 Y le preguntaban por señas a su padre cómo desearía que se le llamase.

63 Entonces él pidió una tablilla y escribió lo siguiente: Juan es su nombre. Y todos se asombraron.

64 Al instante le fue abierta la boca y desatada la lengua, y comenzó a hablar bendiciendo a Dios.

65 Y vino temor sobre todos los que vivían en derredor suyo; y en toda la zona montañosa de Judea se comentaban todas estas cosas.

66 Y todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: ¿Qué, pues, va a ser este niño? Porque ciertamente la mano del Señor estaba con él.

Profecía de Zacarías

67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo:

68 Bendito el Señor Dios de Israel,
Porque ha visitado y ha efectuado redención para su pueblo.
69 Y ha suscitado una fuerza de salvación en favor nuestro,
En casa de David su siervo,
70 Tal como habló desde antiguo
Por boca de sus santos profetas,
71 Que nos salvaría de nuestros enemigos,
Y de las manos de todos los que nos odian;
72 Para mostrar su misericordia para con nuestros padres,
Y recordar su santo pacto,
73 El juramento que hizo a Abraham nuestro padre:
74 Concedernos que, liberados de las manos de nuestros enemigos,
Le sirvamos sin temor
75 En santidad de vida y rectitud de conducta ante sus ojos,
Todos nuestros días.
76 Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo;
Porque irás ante la faz del Señor,
Para preparar sus caminos;
77 Para dar a su pueblo conocimiento de salvación,
Por el perdón de sus pecados,
78 Por medio de las entrañas de misericordia de nuestro Dios,
Por las cuales nos visitó un amanecer del sol desde lo alto,
79 Para que brille su luz sobre los que están sentados en tinieblas y en sombra de muerte,
Para guiar nuestros pies hacia un camino de paz.

80 Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu; y vivía en lugares desiertos hasta el día de su aparición pública ante Israel.

Footnotes

  1. Lucas 1:28 Los corchetes indican pasajes omitidos por algunos de los principales manuscritos.

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