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«Si se pudiera medir mi sufrimiento,
    y pesar en la balanza todos mis problemas,
pesarían más que la arena de los mares.
    Por eso no tengo pelos en la lengua.
Porque las flechas del Todopoderoso están dentro de mí,
    y mi espíritu bebe su veneno.
    Los terrores de Dios se enfilan contra mí.
¿Acaso rebuzna el burro cuando tiene hierba
    o brama el toro cuando tiene pasto?
¿Se puede comer lo insípido sin sal?
    ¿Qué sabor tiene la clara de huevo?
Mi gusto se niega a probar eso,
    es como dieta de enfermo para mí.

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