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Sentido del dolor de Job

36 Elihú siguió diciendo:

Ten paciencia y te convenceré,
pues aún quedan razones en favor de Dios.
Espigaré mi saber en el pasado,
demostraré que mi Creador tiene razón.
Mis palabras no son vanas, desde luego;
ante ti tienes ciencia consumada.
Dios es poderoso y no vacila,
poderoso y de firmes decisiones.
No permite que viva el malvado,
sino que hace justicia al afligido;
no aparta sus ojos de los justos:
los pone junto a reyes, en sus tronos,
los entroniza y exalta para siempre.
Pero si Dios los carga de cadenas
y los ata con sogas de aflicción,
es para denunciar sus acciones,
sus delitos nacidos del orgullo;
10 hace que ellos escuchen su advertencia,
los conmina a dejar el pecado.
11 Si escuchan y saben ser dóciles,
su vida se colmará de prosperidad,
el bienestar acompañará su existencia;
12 si no escuchan, cruzarán el Canal;
morirán repletos de ignorancia.
13 La mente del impío almacena cólera,
cuando Dios lo encadena no pide socorro;
14 su vida se consume en plena juventud,
muere a la edad de los hieródulos.
15 Pero salva al afligido con la aflicción,
lo instruye mediante el sufrimiento.
16 Te arrancaría de las fauces de la angustia,
llevándote a un lugar sin agobios, espacioso,
a una mesa con platos sustanciosos.
17 Pero tu causa es propia de un culpable,
el pleito y el derecho te obsesionan.
18 No te dejes seducir por la riqueza,
ni un soborno sustancioso te corrompa:
19 de nada servirá ante la angustia
todo el poder de tus riquezas.
20 No suspires porque llegue esa noche
en que la gente desaparece de su sitio.
21 Cuidado con volver a la maldad,
que por ella probaste la aflicción.

Himno a la sabiduría y al poder divinos

22 ¡Qué sublime y poderoso es Dios!
¿Hay maestro que se le pueda comparar?
23 ¿Quién se atreverá a calificar su conducta
o podrá acusarlo de obrar mal?
24 Acuérdate de ensalzar sus obras,
pues todos las han alabado;
25 toda la humanidad las contempla,
los mortales las perciben de lejos.
26 Dios es sublime, incomprensible;
incalculable el número de sus años.
27 Atrae hacia sí las gotas de agua,
las filtra de su fuente como lluvia,
28 la lluvia que destilan las nubes,
que riega copiosa a los humanos.
29 ¿Quién conoce las dimensiones de su nube
o el fragor que retumba en su tienda?
30 El Altísimo despliega su relámpago,
que ilumina la profundidad del mar.
31 De este modo alimenta a los pueblos,
les regala sustento en abundancia.
32 Oculta el relámpago en sus manos,
lo dirige directo hacia el blanco.
33 El Altísimo habla con su trueno,
su cólera provoca la tormenta.