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Tercera respuesta de Job a Elifaz

23 Job le respondió lo siguiente:

«Hoy también siento una gran amargura;
mis heridas son más grandes que mi llanto.
¡Cómo quisiera saber dónde hallar a Dios!
¡Iría a verlo hasta donde él se encontrara!
En su presencia le expondría mi caso,
pues mi boca está llena de argumentos.
Creo saber lo que él me respondería,
y creo que comprendería lo que me dijera.
No creo que él desplegaría su poder contra mí;
más bien, creo que él entendería mi sufrimiento.
Ante Dios, el justo puede razonar con él,
así que yo quedaría absuelto para siempre.

»Busco a Dios en el oriente, y no lo encuentro;
me dirijo al occidente, y no está allí.
Me vuelvo hacia el norte, y no logro verlo;
me vuelvo entonces al sur, y él se esconde de mí.
10 Pero Dios sabe por dónde ando;
me pondrá a prueba, y saldré refinado como el oro.
11 Mis pies han seguido sus pisadas;
seguí su camino, sin apartarme de él.
12 Nunca me he apartado de sus mandamientos;
sus palabras me son más preciadas que la comida.
13 Si él decide algo, ¿quién puede hacerlo cambiar?
¡Él lleva a cabo todo lo que se propone!
14 Así que hará conmigo lo que se ha propuesto,
y es mucho lo que él ha decidido hacer.
15 En su presencia, me invade un gran temor;
si pienso en ello, me pongo a temblar.
16 Dios me debilita el corazón;
el Todopoderoso me tiene aterrado.
17 ¿Por qué no me quitaron la vida aquella noche?
¿Por qué no me cubrieron el rostro en la oscuridad?

Octavo discurso de Job: respuesta a Elifaz

23 Entonces Job volvió a hablar:

«Hoy mi queja todavía es amarga,
    y me esfuerzo por no gemir.
Si tan solo supiera dónde encontrar a Dios,
    iría a su tribunal.
Expondría mi caso
    y presentaría mis argumentos.
Luego escucharía su respuesta
    y entendería lo que me dijera.
¿Usaría su inmenso poder para discutir conmigo?
    No, él me daría un juicio imparcial.
Las personas sinceras pueden razonar con él,
    así que mi juez me absolvería para siempre.
Voy hacia el oriente, pero él no está allí;
    voy hacia el occidente, pero no puedo encontrarlo.
No lo veo en el norte, porque está escondido;
    miro al sur, pero él está oculto.

10 »Sin embargo, él sabe a dónde yo voy;
    y cuando me ponga a prueba, saldré tan puro como el oro.
11 Pues he permanecido en las sendas de Dios;
    he seguido sus caminos y no me he desviado.
12 No me he apartado de sus mandatos,
    sino que he atesorado sus palabras más que la comida diaria.
13 Pero una vez que él haya tomado su decisión, ¿quién podrá hacerlo cambiar de parecer?
    Lo que quiere hacer, lo hace.
14 Por lo tanto, él hará conmigo lo que tiene pensado;
    él controla mi destino.
15 Con razón estoy tan aterrado ante su presencia;
    cuando lo pienso, el terror se apodera de mí.
16 Dios me ha enfermado el corazón;
    el Todopoderoso me ha aterrado.
17 No me han destruido las tinieblas que me rodean;
    ni la densa e impenetrable oscuridad que está por todas partes.