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Job argumenta contra Dios

¿No es acaso una milicia la vida del hombre sobre la tierra,

Y sus días como los días del jornalero?
Como el esclavo que suspira por la sombra,
Y como el jornalero que espera el salario de su trabajo,
Así he recibido por herencia meses de calamidad,
Y noches de fatiga me fueron asignadas.
Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré?
Mas la noche se me hace larga, y estoy lleno de inquietudes hasta el alba.
Mi carne está cubierta de gusanos, y de costras terrosas;
Mi piel, hendida y abominable.
Mis días han pasado más veloces que la lanzadera del tejedor,
Y fenecieron sin esperanza.

Acuérdate que mi vida es soplo,
Y que mis ojos no volverán a ver la dicha.
Los ojos de los que me ven, no me verán más;
Fijarás en mí tus ojos, y habré dejado de existir.
Como la nube se desvanece y se va,
Así el que desciende al Seol no subirá;
10 No volverá más a su casa,
Ni su lugar volverá a verle a él.

11 Por tanto, no refrenaré mi lengua;
Hablaré en la angustia de mi espíritu,
Y me quejaré con la amargura de mi alma.
12 ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino,
Para que me pongas guarda?
13 Cuando digo: Me aliviará mi lecho,
Mi cama atenuará mis quejas;
14 Entonces me asustas con sueños,
Y me aterras con visiones.
15 Y así mi alma preferiría la estrangulación,
Y la muerte más que estos huesos a los que el dolor me ha reducido.
16 Abomino de mi vida; no he de vivir para siempre;
Déjame, pues, porque mis días son como un soplo.
17 ¿Qué es el hombre, para que tanto de él te ocupes,
Y para que fijes en él tu atención,
18 Y lo inspecciones todas las mañanas,
Y todos los momentos lo examines?
19 ¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada,
Y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?
20 Si he pecado, ¿qué mal puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?
¿Por qué me pones por blanco tuyo,
Hasta convertirme en una carga para ti?
21 ¿Y por qué no borras mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?
Porque luego dormiré en el polvo,
Y si me buscas de mañana, ya no existiré.

Job argumenta contra Dios

¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra,

Y sus días como los días del jornalero?

Como el siervo suspira por la sombra,

Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo,

Así he recibido meses de calamidad,

Y noches de trabajo me dieron por cuenta.

Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré?

Mas la noche es larga, y estoy lleno de inquietudes hasta el alba.

Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo;

Mi piel hendida y abominable.

Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor,

Y fenecieron sin esperanza.

Acuérdate que mi vida es un soplo,

Y que mis ojos no volverán a ver el bien.

Los ojos de los que me ven, no me verán más;

Fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser.

Como la nube se desvanece y se va,

Así el que desciende al Seol no subirá;

10 No volverá más a su casa,

Ni su lugar le conocerá más.

11 Por tanto, no refrenaré mi boca;

Hablaré en la angustia de mi espíritu,

Y me quejaré con la amargura de mi alma.

12 ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino,

Para que me pongas guarda?

13 Cuando digo: Me consolará mi lecho,

Mi cama atenuará mis quejas;

14 Entonces me asustas con sueños,

Y me aterras con visiones.

15 Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación,

Y quiso la muerte más que mis huesos.

16 Abomino de mi vida; no he de vivir para siempre;

Déjame, pues, porque mis días son vanidad.

17 ¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas,

Y para que pongas sobre él tu corazón,(A)

18 Y lo visites todas las mañanas,

Y todos los momentos lo pruebes?

19 ¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada,

Y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?

20 Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?

¿Por qué me pones por blanco tuyo,

Hasta convertirme en una carga para mí mismo?

21 ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?

Porque ahora dormiré en el polvo,

Y si me buscares de mañana, ya no existiré.