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41 »No puedes pescar un cocodrilo
con un simple anzuelo,
ni atarle la lengua con una cuerda.
No puedes perforarle la quijada
ni atarle el hocico.
¡Un cocodrilo no va a rogarte
que le tengas compasión,
ni va a servirte como esclavo
por el resto de su vida!
Tampoco podrás jugar con él
como juegas con los pájaros,
y atarle una cuerda a una pata
para que jueguen tus hijas.
No se despedaza un cocodrilo
para venderlo en el mercado;
¡las lanzas no le atraviesan
la piel ni la cabeza!
Si quieres sujetarlo,
acabarás peleando con él,
y te arrepentirás de hacerlo.
No tiene caso que pienses
en llegar a dominarlo;
¡con sólo verlo, caerás desmayado!
10 Si nadie puede con él,
¿quién va a poder conmigo,
que soy el Dios todopoderoso?
11 ¡Mío es todo lo que hay
debajo del cielo!
¿Quién me puede pedir cuentas?

12-13 »No olvides que el cocodrilo
tiene patas muy fuertes
una piel impenetrable,
y un cuerpo enorme
que nadie puede dominar.
14 No hay quien se atreva
a abrirle el enorme hocico
para ver sus filosos colmillos.
15-17 Su cuerpo está cubierto
con hileras de pequeños escudos,
que ni el aire dejan pasar.
18 Cuando el cocodrilo resopla,
sus ojos brillan más que el rayo
y que el sol del nuevo día;
19 de su hocico salen
chispas de lumbre y llamas de fuego;
20-21 lanza humo por la nariz
y fuego por la boca;
¡parece una olla puesta al fuego!
¡Un soplo suyo enciende la leña!
22 Es tan fuerte su cuello
que sólo de verlo da miedo;
23 la piel más blanda de su cuerpo
es impenetrable;
24 su pecho es firme como roca
y duro como piedra de molino.
25 Cuando el cocodrilo se sacude,
hasta los más poderosos
tiemblan y echan a correr.
26-29 No hay arma capaz de herirlo,
pues rompe el hierro como paja,
y el bronce como madera podrida;
las flechas no lo penetran,
y las piedras de las hondas
tan sólo le hacen cosquillas;
golpearlo con un martillo
es como golpearlo con una pluma.
30 Cuando se arrastra por el lodo,
abre surcos como el arado;
31 cuando se lanza al fondo del lago,
el agua parece una olla hirviendo,
32 y a su paso va dejando
una estela blanca y brillante.
33 El cocodrilo a nadie le teme,
y no hay animal que se le parezca.
34 Desprecia a los poderosos,
pues es el rey de los monstruos».

41 ¿Sacarás tú al leviatán(A) con anzuelo,

O con cuerda que le eches en su lengua?

¿Pondrás tú soga en sus narices,

Y horadarás con garfio su quijada?

¿Multiplicará él ruegos para contigo?

¿Te hablará él lisonjas?

¿Hará pacto contigo

Para que lo tomes por siervo perpetuo?

¿Jugarás con él como con pájaro,

O lo atarás para tus niñas?

¿Harán de él banquete los compañeros?

¿Lo repartirán entre los mercaderes?

¿Cortarás tú con cuchillo su piel,

O con arpón de pescadores su cabeza?

Pon tu mano sobre él;

Te acordarás de la batalla, y nunca más volverás.

He aquí que la esperanza acerca de él será burlada,

Porque aun a su sola vista se desmayarán.

10 Nadie hay tan osado que lo despierte;

¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?

11 ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya?(B)

Todo lo que hay debajo del cielo es mío.

12 No guardaré silencio sobre sus miembros,

Ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición.

13 ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura?

¿Quién se acercará a él con su freno doble?

14 ¿Quién abrirá las puertas de su rostro?

Las hileras de sus dientes espantan.

15 La gloria de su vestido son escudos fuertes,

Cerrados entre sí estrechamente.

16 El uno se junta con el otro,

Que viento no entra entre ellos.

17 Pegado está el uno con el otro;

Están trabados entre sí, que no se pueden apartar.

18 Con sus estornudos enciende lumbre,

Y sus ojos son como los párpados del alba.

19 De su boca salen hachones de fuego;

Centellas de fuego proceden.

20 De sus narices sale humo,

Como de una olla o caldero que hierve.

21 Su aliento enciende los carbones,

Y de su boca sale llama.

22 En su cerviz está la fuerza,

Y delante de él se esparce el desaliento.

23 Las partes más flojas de su carne están endurecidas;

Están en él firmes, y no se mueven.

24 Su corazón es firme como una piedra,

Y fuerte como la muela de abajo.

25 De su grandeza tienen temor los fuertes,

Y a causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.

26 Cuando alguno lo alcanzare,

Ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.

27 Estima como paja el hierro,

Y el bronce como leño podrido.

28 Saeta no le hace huir;

Las piedras de honda le son como paja.

29 Tiene toda arma por hojarasca,

Y del blandir de la jabalina se burla.

30 Por debajo tiene agudas conchas;

Imprime su agudez en el suelo.

31 Hace hervir como una olla el mar profundo,

Y lo vuelve como una olla de ungüento.

32 En pos de sí hace resplandecer la senda,

Que parece que el abismo es cano.

33 No hay sobre la tierra quien se le parezca;

Animal hecho exento de temor.

34 Menosprecia toda cosa alta;

Es rey sobre todos los soberbios.