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Amor de juventud

Me llegó la palabra del Señor en estos términos: Vete y proclama lo siguiente a oídos de Jerusalén:

Esto dice el Señor:
Recuerdo el cariño de tu juventud,
el amor que me tenías de prometida:
seguías mis pasos por el desierto,
por tierra donde nadie siembra.
Israel estaba consagrado al Señor,
era el fruto primero de su cosecha;
quienes comían de él,
sufrían las consecuencias,
el castigo se cernía sobre ellos
—oráculo del Señor—.

Pleito con el pueblo y los profetas

Escuchen la palabra del Señor, casa de Jacob,
familias todas de la casa de Israel.
Así dice el Señor:
¿Qué culpa encontraron en mí sus antepasados,
qué maldad para alejarse de mí?
Se fueron detrás de naderías
y acabaron siendo una nada.
No preguntaron: “¿Dónde está el Señor,
que nos hizo subir de Egipto,
que nos fue guiando por la estepa,
por terrenos desérticos y quebrados,
por terrenos áridos y tenebrosos,
por terrenos que nadie atraviesa,
por terrenos donde nadie reside?”.
Los guié a una tierra de huertos,
para comer sus frutos deliciosos,
pero al entrar contaminaron mi tierra,
hicieron mi heredad abominable.
Los sacerdotes no preguntaban:
“¿Dónde está el Señor?”.
No me conocían los expertos en la ley,
los pastores se rebelaban contra mí.
Los profetas profetizaban por Baal,
caminaban detrás de los inútiles.
Por eso vuelvo a pleitear con ustedes
—oráculo del Señor—,
con los hijos de sus hijos pleiteo.

El ejemplo de otros pueblos

10 Crucen hasta las costas de Chipre y miren,
recorran Quedar y observen con atención,
y vean si sucedió algo parecido.
11 ¿Cambia una nación de dioses?
(¡Y eso que no son dioses!)
Pues mi pueblo cambió su Gloria
12 por algo totalmente inútil.
¡Espántate, cielo, de esto;
pásmate y tiembla aterrado!
—Oráculo del Señor—,
13 porque un doble crimen
cometió mi pueblo:
abandonarme a mí,
fuente de agua viva,
y excavarse pozos,
pozos agrietados,
que no retienen agua.

Consecuencia del abandono del Señor

14 ¿Era acaso un siervo Israel,
alguien nacido en esclavitud?
Pues, ¿cómo se ha vuelto presa
15 de leones que rugen en torno,
que le lanzan gruñidos?
Dejaron su tierra desolada,
sus ciudades incendiadas, deshabitadas.
16 Incluso los de Menfis y Tafne
vendrán a raparte el cogote.
17 ¿No ves que a esto te conduce
el abandono del Señor, tu Dios?
18 ¿Qué buscas ahora camino de Egipto?
¿Beber el agua del Nilo?
¿Qué buscas camino de Asiria?
¿Beber el agua del Éufrates?
19 Tu propia maldad te castigará,
tu apostasía te va a escarmentar;
recuerda bien que es malo y amargo
abandonar al Señor, tu Dios,
y no sentir respeto por mí
—oráculo de Dios, Señor del universo—.

Denuncia de la infidelidad

20 Hace mucho que te has sacudido el yugo
y has hecho trizas tus correas diciendo:
“No volveré a ser esclavo”.
Y en toda colina elevada,
bajo cualquier árbol frondoso
te tumbas como una prostituta.
21 ¡Y pensar que yo te planté
vid selecta, de cepa noble!
¿Cómo te me has hecho extraña,
degenerando en viña bastarda?
22 Aunque te laves con sosa
y uses cantidad de jabón,
tu culpa sigue presente ante mí
—oráculo del Señor Dios—.
23 ¿Cómo dices: “No estoy contaminada,
no he andado detrás de los baales”?
¡Mira tu conducta en el valle,
reconoce todo lo que has hecho!,
camella alocada, sin rumbo,
24 asna habituada al desierto,
que en pleno celo ventea.
¿Quién controlará su pasión?
No se fatiga quien la ansía,
siempre la encuentra dispuesta.
25 No dejes tus pies descalzos,
no permitas que se seque tu garganta.
Pero dices: “Eso sí que no.
Estoy enamorada de extranjeros
y pienso caminar tras ellos”.
26 Como siente vergüenza el ladrón sorprendido,
avergonzado quedará Israel:
ellos, sus reyes y sus príncipes,
también sus sacerdotes y profetas;
27 los que dicen a un leño: “Tú eres mi padre”,
y a un trozo de piedra: “Tú me has parido”.
Me vuelven la espalda, sin mirarme;
mas llega el desastre y me dicen:
“Ven, sálvanos”.
28 ¿Dónde están los dioses que te fabricaste?
¡Que vengan a salvarte cuando llega el desastre!
¡Pues son tantos tus dioses
cuantas son tus ciudades, Judá!

Israel, pueblo rebelde

29 ¿Por qué pleitean conmigo
cuando son ustedes los rebeldes?
30 En vano castigué a sus hijos,
pues no han aprendido la lección.
Su espada devoró a los profetas,
lo mismo que un león depredador.
31 Los de esta generación,
presten atención a la palabra del Señor.
¿Soy un desierto para Israel,
quizás una tierra tenebrosa?
¿Por qué dice mi pueblo: “Nos vamos,
no pensamos volver ya a ti”?
32 ¿Se olvida una joven de sus joyas?
¿Una novia, de sus atavíos?
Pues hace infinidad de tiempo
que mi pueblo se ha olvidado de mí.
33 ¡Qué bien te preparaste el camino
para ir en busca de tus amores!
¡Qué bien te has acostumbrado
a los caminos del mal!
34 Pues también en tus manos hay sangre
de gente inocente y desvalida
que no habías sorprendido
cometiendo un acto delictivo.
Y, encima de todo esto,
35 dices: “Soy inocente,
su ira se apartará de mí”.
Pues ahora te voy a juzgar,
por decir que no has pecado.
36 ¿Por qué tomas a la ligera
tu cambio de estilo de vida?
Acabarás decepcionada de Egipto,
lo mismo que de Asiria.
37 También de allí saldrás
con las manos cubriendo tu cabeza,
pues ha rechazado el Señor
a aquellos en quienes confiabas,
y no tendrá éxito su ayuda.

Jehová y la apostasía de Israel

Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Jehová.

Oíd la palabra de Jehová, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre? Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad. Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha.

Por tanto, contenderé aún con vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé. 10 Porque pasad a las costas de Quitim y mirad; y enviad a Cedar, y considerad cuidadosamente, y ved si se ha hecho cosa semejante a esta. 11 ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha. 12 Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehová. 13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

14 ¿Es Israel siervo? ¿Es esclavo? ¿Por qué ha venido a ser presa? 15 Los cachorros del león rugieron contra él, alzaron su voz, y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, sin morador. 16 Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te quebrantaron la coronilla. 17 ¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu Dios, cuando te conducía por el camino? 18 Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el camino de Asiria, para que bebas agua del Éufrates? 19 Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

20 Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera. 21 Te planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña? 22 Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor. 23 ¿Cómo puedes decir: No soy inmunda, nunca anduve tras los baales? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que tuerce su camino, 24 asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se fatigarán, porque en el tiempo de su celo la hallarán. 25 Guarda tus pies de andar descalzos, y tu garganta de la sed. Mas dijiste: No hay remedio en ninguna manera, porque a extraños he amado, y tras ellos he de ir.

26 Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, 27 que dicen a un leño: Mi padre eres tú; y a una piedra: Tú me has engendrado. Porque me volvieron la cerviz, y no el rostro; y en el tiempo de su calamidad dicen: Levántate, y líbranos. 28 ¿Y dónde están tus dioses que hiciste para ti? Levántense ellos, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción; porque según el número de tus ciudades, oh Judá, fueron tus dioses.

29 ¿Por qué porfías conmigo? Todos vosotros prevaricasteis contra mí, dice Jehová. 30 En vano he azotado a vuestros hijos; no han recibido corrección. Vuestra espada devoró a vuestros profetas como león destrozador. 31 ¡Oh generación! atended vosotros a la palabra de Jehová. ¿He sido yo un desierto para Israel, o tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Somos libres; nunca más vendremos a ti? 32 ¿Se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.

33 ¿Por qué adornas tu camino para hallar amor? Aun a las malvadas enseñaste tus caminos. 34 Aun en tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No los hallaste en ningún delito; sin embargo, en todas estas cosas dices: 35 Soy inocente, de cierto su ira se apartó de mí. He aquí yo entraré en juicio contigo, porque dijiste: No he pecado. 36 ¿Para qué discurres tanto, cambiando tus caminos? También serás avergonzada de Egipto, como fuiste avergonzada de Asiria. 37 También de allí saldrás con tus manos sobre tu cabeza, porque Jehová desechó a aquellos en quienes tú confiabas, y no prosperarás por ellos.