Gálatas 4
Reina-Valera 1995
4 Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo, 2 sino que está bajo tutores y administradores hasta el tiempo señalado por el padre. 3 Así también nosotros, cuando éramos niños estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. 4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley, 5 para redimir a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos. 6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: «¡Abba, Padre!» 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.
Exhortación contra el volver a la esclavitud
8 Ciertamente, en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; 9 pero ahora, ya que conocéis a Dios o, más bien, que sois conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? 10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. 11 Temo que mi trabajo en vuestro medio haya sido en vano.
12 Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, porque yo también me hice como vosotros. Ninguna ofensa me habéis hecho, 13 pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; 14 y no me despreciasteis ni rechazasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo. Al contrario, me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubierais podido, os habríais sacado vuestros propios ojos para dármelos. 16 ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo por deciros la verdad?
17 Se interesan por vosotros, pero no para vuestro bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros os intereséis por ellos. 18 Bueno es mostrar interés por lo bueno siempre, y no solamente cuando estoy presente con vosotros.
19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, 20 quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros.
Alegoría de Sara y Agar
21 Decidme, los que queréis estar bajo la Ley: ¿no habéis oído la Ley?, 22 pues está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y el otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la carne; pero el de la libre, en virtud de la promesa. 24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar, 25 pues Agar es el monte Sinaí, en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, ya que ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 26 Pero la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre, 27 pues está escrito:
«¡Regocíjate, estéril, tú que no das a luz;
grita de júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto!,
porque más son los hijos de la abandonada que los de la que tiene marido.»
28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30 Pero ¿qué dice la Escritura?: «Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.» 31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
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