Ezequiel 7
Palabra de Dios para Todos
Se avecina el fin
7 El SEÑOR me habló y me dijo: 2 «Hijo de hombre, así dice el Señor DIOS:
»¡Ya se termina!
Le llega el fin a los cuatro puntos cardinales de la tierra.
3 Te ha llegado el fin,
el momento en que descargue mi ira contra ti,
cuando te juzgue de acuerdo con tu vida
y te pida cuentas por todos tus actos abominables.
4 No tendré piedad de ti,
ni te mostraré ninguna compasión;
sino que te castigaré por tu conducta
y por todos tus actos detestables.
Así aprenderás que yo soy el SEÑOR.
5 »El Señor DIOS dice:
Desgracias se te vienen encima,
una tras otra.
6 ¡Se terminó! Llega el fin;
está lista una cosecha para ti.
Aquí está.
7 Habitantes del país, ha llegado el desastre.
Ya llegó la hora, el día está cerca.
Se armó la guerra,
no es sonido de cosecha
el que se oye en las montañas.
8 Pronto derramaré mi furia contra ti
y descargaré mi enojo contra ti.
Te juzgaré por tu conducta
y te pediré cuentas por tus acciones abominables.
9 Al verlos así, no los salvaré
ni les tendré compasión.
Te daré tu merecido
y te pudrirás por tus horribles actos
de manera que sabrás que yo,
el SEÑOR, te herí.
10 »Ya llegó el día,
llega el desastre.
Germina y brota un tallo;
florece la arrogancia.
11 Crece la violencia
hasta ser como bastón de maldad.
Cuando termine el desastre,
no quedará ninguno de ellos,
ni de la gente común ni de los ricos.
No habrá diferencia.[a]
12 Ha llegado la hora,
les toca el día.
Que no se alegre el que compra
ni se entristezca el que vende,
porque la ira de Dios se desatará contra todos,
y el vendedor no podrá regresar a la tierra que vendió.[b]
13 El vendedor no volverá a su propiedad,
aunque el vendedor y el comprador estén vivos.
La visión es para todo el pueblo;
no será anulada.
No se mantendrá firme ninguno
que practique el pecado.
14 »Aunque toquen la trompeta,
no se prepararán ni irán a la batalla,
porque yo mostraré mi ira contra la multitud.
15 Afuera de la ciudad se encuentra el enemigo,
mientras adentro están la peste y el hambre.
Los que estén en los campos morirán
a filo de espada.
Los que estén en la ciudad morirán
por la peste y el hambre.
16 Los sobrevivientes escaparán
y huirán a los montes.
Como palomas del valle,
cada quien llorará por su pecado.
17 Del susto caerán sus brazos y se orinarán,
mojándose así las rodillas.
18 Se vestirán de luto y temblarán de miedo.
Avergonzados, todos se lamentarán.
19 ¡Lanzarán su plata a las calles!
Aún su oro es como basura.
Ni la plata ni el oro podrán librarlos
en el día de la ira del SEÑOR.
Ni siquiera podrán calmar su hambre
ni llenar su panza.
Es culpa de ellos mismos
que su riqueza los haya hecho caer.
20 Porque Dios hizo un lugar de honor de la hermosa ciudad de su pacto;
pero el pueblo introdujo en ella sus horribles ídolos abominables.
Por eso, se los he convertido en basura.
21 Se los entregaré a extranjeros
para que los echen a la suerte
y a los dirigentes de sus países
para que los tomen como botín
y los conviertan en basura.
22 Les daré la espalda,
y los extranjeros entrarán
en mi santuario para profanarlo.
Los invasores entrarán
y lo profanarán.
23 »Prepara las cadenas para los prisioneros
porque muchos en esta tierra están condenados a muerte,
porque la tierra está llena de violencia.
24 Traeré malvados para que se posesionen
de las casas de los israelitas.
Acabaré con la gloria de los poderosos
y sus centros de adoración serán profanados.
25 ¡Se avecina un tiempo terrible!
Buscarán la paz,
pero no la hallarán
porque la paz no existirá.
26 Ocurrirá tragedia tras tragedia,
sólo habrá malas noticias.
El pueblo demandará visiones,
pero los profetas ya no las tendrán.
Los sacerdotes ya no sabrán la ley de Dios;
y los ancianos ya no tendrán ningún buen consejo.
27 El rey llorará,
el gobernante se vestirá de luto
y las manos del pueblo temblarán.
Los castigaré por sus acciones.
Los juzgaré y recibirán el castigo que merecen.
Así aprenderán que yo soy el SEÑOR».
Footnotes
- 7:11 no quedará […] diferencia Este segmento del texto en hebreo es de significado incierto.
- 7:12 tierra que vendió En el antiguo Israel la propiedad de la tierra no era individual sino familiar. La tierra se podía vender, pero en el año del Jubileo la familia que era propietaria original de la tierra recobraba su propiedad.
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