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Ezequiel anuncia el ataque a Jerusalén

»Y tú, hombre, toma un adobe, ponlo delante de ti y dibuja sobre él la ciudad de Jerusalén. Luego rodéala de ejércitos y de instrumentos de asalto, construye un muro a su alrededor, y también una rampa, para que se vea como una ciudad sitiada. Toma en seguida una lámina de hierro y ponla entre ti y la ciudad, como si fuera una muralla, y colócate frente a la ciudad, como si la estuvieras atacando. Esto servirá de señal a los israelitas.

»Y tú te acostarás sobre el lado izquierdo, y echarás sobre ti la culpa del pueblo de Israel. Tendrás que estar acostado sobre ese lado, llevando sobre ti su culpa trescientos noventa días, o sea, un día por cada año de culpa de Israel. Cuando hayas cumplido ese tiempo, te acostarás sobre el lado derecho y echarás sobre ti la culpa del reino de Judá durante cuarenta días. Un día por cada año de culpa. Luego te volverás hacia Jerusalén, rodeada de enemigos; te desnudarás el brazo y hablarás en mi nombre contra ella. Mira, te voy a atar con cuerdas, para que no te puedas volver de un lado a otro hasta que completes los días en que debes estar sufriendo.

»Toma en seguida un poco de trigo, cebada, mijo y avena, y también habas y lentejas; mézclalo todo en una sola vasija y haz con ello tu pan. Eso es lo que comerás durante los trescientos noventa días que estarás acostado sobre el lado izquierdo. 10 Tomarás tu comida a horas fijas, en raciones de un cuarto de kilo por día; 11 el agua la tomarás también a horas fijas, en raciones de medio litro por día. 12 Tu comida será una torta de cebada, cocida en fuego de estiércol humano, y la prepararás donde la gente te vea.»

13 Luego añadió el Señor: «Comida impura como ésa es la que tendrán que comer los israelitas en los países a donde los voy a desterrar.»

14 Yo le contesté: «Pero, Señor, yo nunca en mi vida he tocado nada impuro; nunca he comido carne de un animal muerto por sí solo, o despedazado por las fieras, ni he probado nunca carne impura.»

15 Entonces él me dijo: «Bueno, te permito que uses estiércol de vaca en vez de estiércol humano, para cocer tu pan.»

16 Después me dijo: «Voy a hacer que falten alimentos en Jerusalén. La comida estará racionada, y la gente se la comerá con angustia; el agua estará medida, y la beberán llenos de miedo. 17 Les faltará agua y comida, y unos a otros se mirarán llenos de miedo. Y por sus pecados se irán pudriendo en vida.»

El Señor me dijo: «Ahora, hombre, toma un cuchillo afilado como navaja de afeitar, y rápate la cabeza y la barba. Toma luego una balanza, y divide tu pelo en tres partes. Cuando termine el ataque a la ciudad, quema una de las tres partes del pelo en medio de la ciudad; toma después un cuchillo, y corta otra de esas tres partes de pelo alrededor de la ciudad, y la parte restante lánzala al viento. Yo iré detrás de la gente de la ciudad, con una espada en la mano. Toma unos cuantos de aquellos pelos, y átalos en el borde de tu vestido. Toma luego unos pocos de ellos, y échalos al fuego para que se quemen. De allí saldrá fuego contra todo el pueblo de Israel.

»Yo, el Señor, lo digo: Ahí está Jerusalén. Yo fui quien la puso en medio de los pueblos y naciones. Pero ella se rebeló contra mis leyes y mandatos, y ha resultado peor que los pueblos y naciones a su alrededor, pues no obedece mis leyes ni sigue mis mandatos.

»Por eso yo, el Señor, lo digo: Ustedes han sido más rebeldes que los pueblos que los rodean, y no han seguido mis mandatos; ni siquiera han cumplido las leyes de los pueblos que los rodean. Por eso yo, el Señor, lo digo: Yo también me voy a poner contra ti, Jerusalén; voy a ejecutar la sentencia contra ti a la vista de las naciones, como nunca lo había hecho ni volveré a hacerlo. Tan detestables son todas tus acciones. 10 Dentro de ti habrá padres que se coman a sus hijos, e hijos que se coman a sus padres. Ejecutaré la sentencia contra ti, y a los que sobrevivan los dispersaré a los cuatro vientos. 11 Yo, el Señor, lo juro por mi vida: como ustedes han profanado mi santo templo con sus ídolos inmundos y sus acciones detestables, también yo los voy a destrozar sin misericordia; no tendré compasión de ustedes. 12 Una tercera parte de tus habitantes morirá de peste y de hambre dentro de ti, otra tercera parte caerá asesinada por los enemigos en los alrededores, y a la tercera parte restante la dispersaré a los cuatro vientos. Yo iré detrás de ellos con una espada en la mano. 13 Entonces descargaré mi furor; haré que mi ira contra ellos quede satisfecha, y me calmaré. Y cuando haya descargado mi ira contra ellos, sabrán que yo, el Señor, fui quien lo dijo en el ardor de mis celos. 14 Yo te convertiré en un montón de ruinas, Jerusalén; te humillaré en medio de los pueblos que te rodean, para que lo vean todos los que pasen. 15 Cuando yo ejecute con ira y furor la sentencia contra ti, y te castigue duramente, todos te insultarán y te ofenderán, y servirás de escarmiento terrible para los pueblos que te rodean. Yo, el Señor, lo he dicho. 16 Yo haré que venga el hambre sobre ustedes, como terribles flechas destructoras. Sí, haré que vengan sobre ustedes la destrucción y el hambre y la escasez de alimentos. 17 Sí, haré venir sobre ustedes hambre, enfermedad y muerte, y animales feroces que los dejarán sin hijos; y haré que muchos de ustedes mueran en la guerra. Yo, el Señor, lo he dicho.»

Ezequiel denuncia la idolatría

El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Mira hacia los montes de Israel, y háblales en mi nombre de la siguiente manera: “Escuchen, montes de Israel, lo que dice el Señor a los montes, las colinas, los ríos y los valles: Voy a hacer venir sobre ustedes la guerra, y a destruir sus lugares altos de culto pagano. Haré pedazos los altares donde ustedes ofrecen sacrificios y queman incienso, y haré que sus hombres caigan muertos delante de los ídolos. Arrojaré los cadáveres de los israelitas delante de sus ídolos, y esparciré sus huesos alrededor de sus altares. En todos los lugares donde ustedes vivan, las ciudades serán destruidas y sus altares de culto pagano quedarán en ruinas. Sus altares quedarán completamente destruidos, sus ídolos, hechos pedazos; sus altares para quemar incienso, derrumbados; todo lo que ustedes han hecho desaparecerá. Y cuando vean caer muerta entre ustedes a tanta gente, reconocerán que yo soy el Señor. Pero yo haré que algunos de ustedes se salven de la muerte y queden con vida, esparcidos entre las naciones. Los sobrevivientes se acordarán de mí en esas naciones; se acordarán de cómo los hice sufrir por haberme sido infieles y por haberse apartado de mí para adorar ídolos. Ellos sentirán asco de sí mismos por todas las maldades que han hecho, por todas sus acciones detestables. 10 Entonces reconocerán que yo soy el Señor y que, cuando prometí enviarles estos males, no hice vanas amenazas.”»

11 El Señor me dijo: «Laméntate dando golpes con las manos y los pies; lanza gritos de dolor por las maldades detestables del pueblo de Israel, pues va a morir por causa de la guerra, el hambre y las enfermedades. 12 Los que estén lejos morirán por las enfermedades, los que estén cerca morirán en la guerra, y los que queden con vida morirán de hambre. Así acabaré de descargar mi ira contra ellos. 13 Y cuando vean los cadáveres de esa gente entre sus ídolos y alrededor de los altares, en todas las colinas elevadas, en las cumbres de los montes, debajo de todo árbol verde, debajo de toda encina frondosa, y en los lugares en que ofrecieron a sus ídolos perfumes agradables, entonces reconocerán que yo soy el Señor. 14 Levantaré mi mano para castigarlos y, desde el desierto del sur hasta Riblá en el norte, convertiré su país y todos sus lugares habitados en un desierto espantoso. Entonces reconocerán que yo soy el Señor.»

El fin está cerca

El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Yo, el Señor, digo al país de Israel: Ya llega el fin, ya llega el fin de la tierra entera. Ya llega tu fin, Israel. Voy a descargar mi ira contra ti; voy a pedirte cuentas de tu conducta y a castigarte por todas tus acciones detestables. No te voy a tratar con misericordia; voy a castigarte por tu conducta y a hacerte pagar las consecuencias de tus acciones detestables. Y reconocerán ustedes que yo soy el Señor.

5-6 »Yo, el Señor, digo: Mira, ya se acerca el fin, y va a venir desgracia tras desgracia; ya está cerca el fin para ti. Llega la destrucción, habitantes del país. El momento ha llegado; se acerca el día en que sólo habrá confusión. Se acabará la alegría en las montañas. Ahora mismo, en seguida, descargaré mi ira contra ti hasta quedar satisfecho, te pediré cuentas de tu conducta y te castigaré por todas tus acciones detestables. No te voy a tratar con misericordia; voy a castigarte por tu conducta y a hacerte pagar las consecuencias de tus acciones detestables. Y reconocerán ustedes que yo, el Señor, soy quien los castiga.

10 »¡Aquí está el día! ¡Ya llegó! ¡Vino la destrucción! La maldad triunfa por todas partes y es mucha la insolencia. 11 La violencia aparece y produce maldad. Pero ellos no lograrán nada con sus riquezas y su griterío. No hay en ellos nada de valor. 12 Llegó el momento, vino el día. Ni el vendedor tiene de qué alegrarse, ni el comprador por qué ponerse triste. Voy a castigar con ira el orgullo de Israel. 13 El que haya vendido algo no lo recuperará en toda su vida, ni podrá deshacer el negocio que hizo. Los malvados no podrán conservar su vida.

14 »Suena la trompeta llamando a la batalla; todos se preparan, pero nadie sale a luchar. Voy a castigar con ira el orgullo de Israel. 15 Afuera hay guerra, y adentro enfermedades y hambre. Los que estén en los campos morirán en la guerra, y los que estén en la ciudad morirán de hambre y enfermedad. 16 Aunque algunos logren escapar a las montañas, como palomas asustadas, todos morirán por sus pecados. 17 Todos dejarán caer los brazos, y les temblarán de miedo las rodillas. 18 Se vestirán con ropas ásperas en señal de dolor; todo el cuerpo les temblará, e irán con la cara roja de vergüenza y la cabeza rapada. 19 Tirarán su plata a la calle; tirarán su oro como si fuera basura. Ni su oro ni su plata podrá salvarlos en el día de la ira del Señor. No podrán calmar el hambre ni llenar el estómago, porque el oro fue la causa de que cayeran en la maldad. 20 Por la belleza de sus joyas se llenaron de vanidad, y con ellas hicieron las detestables imágenes de sus ídolos. Por eso yo convertiré esas joyas suyas en basura. 21 Haré que vengan extranjeros y se las roben, que venga la gente más despreciable de la tierra y se las quite, y las trate como cosa impura. 22 Yo me apartaré de este país y dejaré que profanen mi templo, que era mi tesoro. Vendrán bandidos y lo profanarán.

23 »Prepara una cadena, porque en el país se condena a muchos por asesinato y la ciudad está llena de violencia. 24 Yo voy a hacer que venga gente malvada y se apodere de las casas de la ciudad. Pondré fin al orgullo de los poderosos; haré que sus lugares sagrados sean profanados. 25 El terror se apoderará de ellos; buscarán la paz, y no la encontrarán. 26 Vendrá desgracia tras desgracia; malas noticias, una tras otra. En vano buscarán algún profeta que les haga una revelación; no habrá sacerdotes que los instruyan ni ancianos que les den consejos. 27 El rey se pondrá de luto, el gobernante caerá en la tristeza y el pueblo se pondrá a temblar. Los trataré según su conducta y los juzgaré según su manera de juzgar. Así reconocerán que yo soy el Señor.»

Visión de las cosas detestables que se cometían en Jerusalén

El día cinco del mes sexto del año sexto, estaba yo sentado en mi casa en compañía de los ancianos de Judá. De repente el Señor puso su mano sobre mí, y vi algo que parecía un hombre. De lo que parecía ser su cintura para abajo, vi algo semejante al fuego, y de allí para arriba brillaba como metal bruñido. El hombre extendió lo que parecía ser una mano y me agarró por el pelo. Entonces el poder de Dios me levantó por los aires y, en visiones producidas por Dios, me llevó a Jerusalén y me colocó a la entrada de la puerta interior de la ciudad, que da hacia el norte, donde se encuentra el ídolo que provoca la ira del Señor. Allí estaba la gloria del Dios de Israel, como yo la había visto en la visión que tuve en la llanura. Entonces me dijo: «Dirige tu vista hacia el norte.»

Dirigí mi vista hacia el norte y, en la entrada, junto a la puerta del altar, vi el ídolo que provoca la ira del Señor.

Luego me dijo: «¿Ves las cosas tan detestables que hacen los israelitas, con las cuales me alejan de mi santo templo? Pues todavía verás otras peores.»

Luego me llevó a la entrada del atrio. En el muro se veía un boquete. Entonces me dijo: «Agranda el boquete del muro.»

Yo agrandé el boquete y encontré una entrada. Entonces me dijo: «Entra y verás las cosas tan horribles que hacen allí.» 10 Entré y, a todo lo largo del muro, vi pintadas toda clase de figuras de reptiles y de otros animales impuros, y toda clase de ídolos del pueblo de Israel. 11 Setenta ancianos israelitas, entre los que se encontraba Jaazanías, hijo de Safán, rendían culto a esos ídolos. Cada uno tenía un incensario en la mano, del cual subía una espesa nube de incienso.

12 Y me dijo: «¿Ves lo que hacen en secreto los ancianos israelitas, cada uno en el nicho de su ídolo? Piensan que yo no los veo, que he abandonado el país.» 13 Y añadió: «Todavía los verás hacer cosas peores.»

14 Y me llevó a la puerta de entrada del templo del Señor, que da hacia el norte. Allí estaban sentadas unas mujeres, llorando por el dios Tamuz. 15 Entonces me dijo: «¿Ves esto? Pues todavía verás cosas peores.»

16 Entonces me llevó al atrio interior del templo del Señor y, a la entrada del santuario, entre el vestíbulo y el altar, unos veinticinco hombres estaban de espaldas al santuario; inclinados hacia el oriente, y con la frente en el suelo, adoraban al sol. 17 Entonces el Señor me dijo: «¿Lo ves? ¡No le ha bastado al pueblo de Judá con hacer aquí estas cosas tan detestables, que además ha llenado el país de actos de violencia! Una y otra vez provocan mi ira, y hacen que su pestilencia me llegue a la nariz. 18 Pero yo voy a actuar con ira. No tendré ninguna compasión de ellos. Aunque me llamen a gritos, no los escucharé.»

Visión del castigo de Jerusalén

Después oí una voz muy fuerte, que me gritó al oído: «¡Ya llegan los que van a castigar la ciudad, cada uno con su arma de destrucción en la mano!»

Vi entonces que seis hombres entraban por la puerta superior que da al norte, cada uno con un mazo en la mano. En medio de ellos venía un hombre vestido de lino, que llevaba a la cintura instrumentos de escribir. Entraron y se detuvieron junto al altar de bronce. Entonces la gloria del Dios de Israel se elevó de encima de los seres alados, donde había estado, y se dirigió a la entrada del templo. El Señor llamó al hombre vestido de lino que llevaba a la cintura instrumentos de escribir, y le dijo: «Recorre la ciudad de Jerusalén, y pon una señal en la frente de los que sientan tristeza y pesar por todas las cosas detestables que se hacen en ella.»

5-6 Luego oí que les decía a los otros hombres: «Vayan tras él a recorrer la ciudad y, comenzando por mi templo, maten sin ninguna compasión a ancianos, jóvenes, muchachas, niños y mujeres. Pero no toquen a nadie que tenga la señal.» Ellos, entonces, comenzaron por los ancianos que estaban delante del templo.

Después les dijo: «Vayan al templo, y profánenlo; y llenen de cadáveres sus atrios.»

Ellos salieron y comenzaron a matar gente en la ciudad. Y mientras lo hacían, yo me quedé solo. Entonces me incliné hasta tocar el suelo con la frente, y lleno de dolor grité: «Señor, ¿vas a descargar tu ira sobre Jerusalén hasta destruir lo poco que queda de Israel?»

El Señor me respondió: «El pecado del pueblo de Israel y de Judá es muy grande. El país está lleno de crímenes; la ciudad está llena de injusticia. Piensan que yo he abandonado al país y que no veo lo que hacen. 10 Pues no voy a tener ninguna compasión de ellos, sino que les voy a pedir cuentas de su conducta.»

11 Entonces el hombre vestido de lino que llevaba a la cintura instrumentos de escribir, volvió y dijo: «Ya he cumplido la orden que me diste.»

La gloria del Señor abandona el templo

10 Luego vi que, encima de la bóveda que estaba sobre las cabezas de los seres alados, apareció algo así como un trono que parecía de zafiro. Y el Señor dijo al hombre vestido de lino: «Métete entre las ruedas del carro, debajo de los seres alados, y toma un puñado de brasas encendidas, de esas que están en medio de los seres alados, y espárcelas sobre la ciudad.»

Y vi cómo el hombre se metió. En ese momento los seres alados estaban al sur del templo, y una nube llenaba el atrio interior. Entonces la gloria del Señor se elevó de encima de los seres alados y se dirigió a la entrada del templo; y la nube llenó el templo, y el atrio se iluminó con el resplandor de la gloria del Señor. El ruido que hacían las alas de los seres alados se oía hasta en el atrio exterior. Era como si el Dios todopoderoso estuviera hablando. Entonces el Señor ordenó al hombre vestido de lino que tomara fuego de entre las ruedas del carro, de en medio de los seres alados. El hombre fue y se puso junto a una de las ruedas. 7-8 Debajo de las alas de los seres alados se veía algo así como una mano de hombre. Uno de ellos extendió la mano hacia el fuego que estaba en medio y, tomando un poco, se lo puso en las manos al hombre vestido de lino, el cual lo tomó y se fue. Junto a los seres alados vi cuatro ruedas, una junto a cada uno de ellos. Las ruedas brillaban como si fueran de topacio. 10 Las cuatro ruedas eran iguales y parecían estar una dentro de la otra. 11 Cuando los seres alados avanzaban en una de las cuatro direcciones, no tenían que volverse, sino que avanzaban en la dirección en que iba el de adelante. 12 Su cuerpo, sus espaldas, sus manos y sus alas estaban llenos de reflejos por todos lados, lo mismo que las cuatro ruedas. 13 Yo mismo oí que a las ruedas también les daban el nombre de «carro». 14 Cada ser alado tenía cuatro caras: la primera cara era la de un toro; la segunda, la de un hombre; la tercera, la de un león; y la cuarta, la de un águila. 15 Estos seres son los mismos que yo había visto junto al río Quebar.

Los seres alados se levantaron, 16 y cuando ellos avanzaban, también avanzaban las ruedas; y cuando alzaban las alas para levantarse del suelo, las ruedas no se apartaban de su lado; 17 cuando se detenían, se detenían también las ruedas; y cuando se levantaban, se levantaban también las ruedas, porque las ruedas formaban parte viva de ellos.

18 Entonces la gloria del Señor se elevó de encima del templo y se colocó sobre los seres alados. 19 Éstos alzaron las alas y se levantaron del suelo. Yo vi cómo se levantaron, con las ruedas a su lado, y cómo se detuvieron en la puerta oriental del templo del Señor. La gloria del Dios de Israel estaba encima de ellos. 20 Eran los mismos seres alados que yo había visto debajo del Dios de Israel, junto al río Quebar. Entonces me di cuenta de lo que eran. 21 Cada uno de ellos tenía cuatro caras y cuatro alas, y debajo de las alas se veía algo que parecía manos de hombre. 22 Las caras tenían la misma apariencia que las de los seres alados que yo había visto junto al río Quebar. Cada uno avanzaba de frente.

Castigo de Jerusalén

11 El poder de Dios me levantó y me llevó hasta la entrada oriental del templo del Señor. En la puerta había veinticinco hombres. Entre ellos distinguí a Jaazanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Benaías, que eran jefes del pueblo. El Señor me dijo: «Éstos son los que están tramando crímenes y haciendo planes malvados en esta ciudad. Dicen: “No hace mucho que reconstruimos las casas. Aquí estaremos a salvo, como la carne en la olla.” Por eso, háblales en mi nombre.»

El espíritu del Señor se posesionó de mí, y me ordenó que dijera: «Esto dice el Señor: “Eso es lo que ustedes piensan, israelitas. Yo conozco sus pensamientos. Ustedes han cometido muchos asesinatos en esta ciudad, y han llenado de cadáveres las calles. Por eso yo, el Señor, les aseguro: Jerusalén será como una olla, pero la carne no serán ustedes, sino los cadáveres de los que ustedes mataron, pues a ustedes los voy a sacar de la olla. ¿Tienen miedo a la guerra? Pues haré venir guerra sobre ustedes. Yo, el Señor, doy mi palabra. Ejecutaré la sentencia contra ustedes: los sacaré de aquí y los entregaré a gente extranjera. 10 Morirán a filo de espada. Yo los juzgaré a ustedes en los límites de Israel, y entonces reconocerán que yo soy el Señor. 11 La ciudad no les servirá a ustedes de olla, ni ustedes serán la carne. Yo los juzgaré a ustedes en los límites de Israel, 12 y entonces reconocerán que yo soy el Señor. Ustedes no han vivido de acuerdo con mis órdenes ni han practicado mis leyes, sino que han seguido las prácticas de las naciones que los rodean.”»

13 Mientras yo les hablaba en nombre del Señor, cayó muerto Pelatías, hijo de Benaías. Yo me incliné hasta tocar el suelo con la frente, lancé un fuerte grito y dije: «¡Ay, Señor! ¿Vas a terminar con lo poco que queda de Israel?»

Dios anuncia una nueva alianza

14 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 15 «La gente que vive en Jerusalén habla de los israelitas, tus compatriotas, y dice: “¡Ellos están lejos del Señor! A nosotros, en cambio, nos dio el país para que seamos dueños de él.” 16 Por eso diles: “Esto dice el Señor: Yo los desterré y los dispersé entre las naciones, entre países extraños, pero sólo por un corto tiempo. Ahora yo mismo seré un santuario para ellos en los países adonde han ido.” 17 Diles también: “Esto dice el Señor: Yo los haré volver de esos países y naciones adonde los he dispersado, y los reuniré y les daré el país de Israel. 18 Ellos volverán a su país y acabarán con todas las prácticas odiosas y detestables que hay en él. 19 Yo les quitaré ese corazón duro como la piedra, y les daré un nuevo corazón y un nuevo espíritu. 20 Entonces vivirán de acuerdo con mis leyes y decretos, y los pondrán en práctica. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. 21 Pero a los que viven apegados a esas prácticas odiosas y detestables, les pediré cuentas de su conducta. Yo, el Señor, doy mi palabra.”»

La gloria del Señor se aleja de Jerusalén

22 Los seres alados levantaron el vuelo, y las ruedas los siguieron. Entonces la gloria del Dios de Israel, que estaba encima de ellos, 23 se levantó y se alejó de la ciudad, yendo a colocarse sobre el monte que está al oriente de la ciudad. 24 Luego el poder de Dios me levantó y me hizo volver a Babilonia, donde estaban los otros desterrados. Esto sucedió en una visión que el espíritu de Dios me hizo ver. Después la visión desapareció, 25 y yo les conté a los desterrados todo lo que el Señor me había revelado.

Ezequiel anuncia el destierro

12 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Tú, hombre, vives en medio de un pueblo rebelde. Tienen ojos para ver, pero no ven; y oídos para oír, pero no oyen, porque son un pueblo rebelde. Por eso, prepara lo necesario para salir al destierro y, a pleno día y a la vista de todos, sal de tu casa y vete a otro lugar; tal vez se den cuenta de que son un pueblo rebelde. A pleno día y a la vista de todos, saca tus cosas como para ir al destierro; y por la tarde, también a la vista de todos, sal como si fueras al destierro. Después, haz un boquete en el muro, a la vista de todos, y sal por él con tus cosas. Y cuando oscurezca, échate al hombro tus cosas y sal con ellas a la vista de todos. Tápate la cara, de modo que no puedas ver el país. Quiero que seas una señal de alarma para el pueblo de Israel.»

Yo preparé mis cosas tal como el Señor me lo había ordenado, y a pleno día salí con ellas, como quien va al destierro. Por la tarde hice con mis manos un boquete en el muro y, cuando oscureció, a la vista de todos me eché las cosas al hombro y salí con ellas.

A la mañana siguiente, el Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Seguramente los israelitas, ese pueblo rebelde, te habrán preguntado qué estabas haciendo. 10 Pues diles de mi parte que esto es un anuncio para el rey de Jerusalén y para todos los israelitas que allí viven. 11 Diles que tú eres una señal de alarma para ellos, y que tendrán que hacer lo mismo que tú hiciste, porque serán llevados al destierro. 12 El jefe que tienen habrá de echarse sus cosas al hombro, y cuando oscurezca saldrá con ellas por un boquete que harán en el muro. Irá con la cara tapada, para que nadie pueda verlo a él ni él pueda ver el país. 13 Yo le echaré encima mi red y lo atraparé con ella. Lo llevaré a Babilonia, tierra de los caldeos, tierra que no podrá ver, y allí morirá. 14 Y dispersaré a los cuatro vientos la guardia que lo rodea para defenderlo, lo mismo que sus otras tropas, y los perseguiré con la espada en la mano. 15 Y cuando ya los haya dispersado por otros países y naciones, reconocerán que yo soy el Señor. 16 Pero haré que unos cuantos escapen de la guerra, el hambre y las enfermedades, para que en las naciones adonde vayan cuenten todas las cosas detestables que cometieron y reconozcan que yo soy el Señor.»

Nuevo anuncio de castigo

17 El Señor se dirigió a mí una vez más, y me dijo: 18 «Tú, hombre, tiembla de miedo al comer, y muéstrate angustiado al beber. 19 Y diles a los habitantes del país y de Jerusalén, y a todos los israelitas: “Esto dice el Señor: Comerán su comida llenos de angustia, y tomarán sus bebidas llenos de miedo; el país quedará destruido y vacío, por causa de la violencia de sus habitantes. 20 Toda ciudad habitada será destruida; el país quedará convertido en desierto. Entonces reconocerán ustedes que yo soy el Señor.”»

21 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 22 «¿Qué quieren decir los israelitas con eso de “Pasan los días, y las visiones del profeta no se cumplen”? 23 Pues diles: “Esto dice el Señor: Yo voy a hacer que no se repitan más esas palabras en Israel.” Y diles también que ya está cerca el día en que se cumplirá todo lo anunciado en las visiones. 24 No volverá a haber entre los israelitas visiones falsas ni profecías que sean mentira, 25 porque yo, el Señor, voy a hablar, y lo que diga se cumplirá sin tardanza. Ustedes mismos lo verán, pueblo rebelde; yo hablaré y haré que se cumpla lo que diga. Yo, el Señor, doy mi palabra.»

26 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 27 «Los israelitas andan diciendo que tus visiones proféticas son de cumplimiento a largo plazo. 28 Por lo tanto, diles: “Esto dice el Señor: Mis palabras no tardarán en cumplirse; lo que he dicho se cumplirá. Yo, el Señor, doy mi palabra.”»

El Señor condena a los falsos profetas

13 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Habla en mi nombre contra los profetas de Israel, esos profetas que hablan por su propia cuenta, y diles: “Oigan la palabra del Señor: ¡Ay de los profetas estúpidos que siguen su propia inspiración y no tienen verdaderas visiones! Tus profetas, Israel, son como zorras que viven entre ruinas. No han hecho nada para defender a Israel, para que pueda resistir en la batalla cuando venga el día del Señor. Sus visiones son falsas y sus profecías son mentira. Dicen que hablan de mi parte, pero yo no los he enviado. ¡Y esperan que sus palabras se cumplan! ¡Las visiones que ustedes tienen son falsas! ¡Sus profecías son mentira! Dicen que hablan de mi parte, pero yo no he dicho nada. Por eso yo, el Señor, digo: Como ustedes dicen cosas falsas y sus visiones son mentira, yo estoy contra ustedes. Yo, el Señor, lo afirmo. Voy a levantar la mano para castigar a los profetas que tienen visiones falsas y cuyas profecías son mentira. No podrán tomar parte en las reuniones de mi pueblo Israel; sus nombres no serán anotados en las listas de los israelitas, ni entrarán en la tierra de Israel. Entonces reconocerán ustedes que yo soy el Señor.”

10 »Sí, ellos engañaron a mi pueblo diciéndole que todo iba bien, cuando en realidad no era así. Son como quien levanta una pared insegura y luego la recubre con cal. 11 Pues diles a esos que blanquean la pared, que la pared se vendrá abajo. Vendrá la lluvia a torrentes, y caerán granizos como piedras, y soplará un viento huracanado, 12 y la pared se vendrá abajo. Entonces les preguntarán: “¿Qué pasó con la cal que le pusieron?” 13 Por eso yo, el Señor, digo: En mi ira voy a hacer que sople un viento huracanado; en mi furor voy a hacer que llueva a torrentes y que caigan granizos como piedras, para destruirlo todo con furia. 14 Y derribaré esa pared que ustedes blanquearon; la echaré por tierra, y sus cimientos quedarán al descubierto. Sí, la pared se vendrá abajo, y ustedes morirán entre sus escombros. Entonces reconocerán que yo soy el Señor. 15 Descargaré toda mi ira contra esa pared y contra los que la blanquearon, y la gente dirá: “No quedó nada de la pared ni de los que la blanquearon, 16 esos profetas de Israel que tenían visiones falsas y anunciaban a Jerusalén que todo iba bien, cuando en realidad no era así.” Yo, el Señor, lo afirmo.

El Señor condena a las profetisas

17 »Ahora, hombre, dirígete a las mujeres de tu pueblo que se ponen a hablar en mi nombre por su propia cuenta, 18 y diles: “Esto dice el Señor: ¡Ay de ustedes, que andan a caza de la gente; que cosen vendas mágicas para que todo el mundo se las ponga como pulseras, y hacen velos para que todos se los pongan en la cabeza! ¿Creen que pueden disponer de la vida y de la muerte de mi pueblo, según les convenga? 19 Ustedes, por unos puñados de cebada y unos bocados de pan, me deshonran delante de mi pueblo; dan muerte a gente que no debía morir, y dejan con vida a gente que no debía vivir. Así engañan a mi pueblo, que hace caso a las mentiras. 20 Por eso yo, el Señor, digo: Yo me declaro enemigo de esas vendas mágicas que ustedes hacen, con las que atrapan a la gente como a pájaros. Yo libraré del poder de ustedes a esas personas, y las dejaré volar libremente; 21 libraré a mi pueblo del poder de ustedes y de los velos que le han puesto, y no lo volverán a atrapar. Entonces reconocerán ustedes que yo soy el Señor. 22 Ustedes, con sus mentiras, han acobardado a los buenos, cosa que yo no quería hacer, y en cambio han animado a los malvados a seguir en su mala conducta, para que yo no les dé vida. 23 Por eso no volverán ustedes a tener sus falsas visiones ni a proclamar sus profecías de mentira. Yo salvaré a mi pueblo del poder de ustedes, y reconocerán ustedes que yo soy el Señor.”»

Contra el culto a los ídolos

14 Varios ancianos de Israel vinieron a verme para consultar al Señor. Entonces el Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Estos hombres se han entregado por completo al culto de sus ídolos y han puesto sus ojos en lo que les hace pecar. ¿Y acaso voy a permitir que me consulten? Habla con ellos y diles: “Esto dice el Señor: Todo israelita que se entregue al culto de los ídolos y ponga sus ojos en lo que les hace pecar, y que venga luego a consultar al profeta, tendrá de mi parte la respuesta que se merece por tener tantos ídolos.”

»Yo les tocaré el corazón a todos los israelitas que se apartaron de mí por causa de sus ídolos. Por eso, diles a los israelitas: “Esto dice el Señor: Vuélvanse a mí, apártense de sus ídolos y dejen todas esas cosas detestables.” Si un israelita o un extranjero que viva en Israel se aparta de mí y se entrega por completo al culto de sus ídolos, y pone sus ojos en lo que le hace pecar, y luego recurre a un profeta para consultarme, yo mismo le daré la respuesta: Me enfrentaré con ese hombre y le daré un castigo ejemplar, algo de lo que todos hablen, y lo eliminaré de entre mi pueblo. Entonces reconocerán ustedes que yo soy el Señor.

»Y si un profeta da un mensaje falso, es porque yo, el Señor, engañé a ese profeta; y yo levantaré mi mano para castigarlo y lo eliminaré de mi pueblo Israel. 10 Tanto el hombre que hace la consulta como el profeta serán castigados por su pecado, 11 para que el pueblo de Israel no vuelva jamás a apartarse de mí ni a mancharse con esos crímenes. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Yo, el Señor, lo afirmo.»

Jerusalén merece ser castigada

12 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 13 «Si un país peca contra mí y me es infiel, yo levantaré la mano para castigarlo y le quitaré sus provisiones de alimento; enviaré hambre sobre él, y haré que mueran hombres y animales. 14 Y si en ese país vivieran Noé, Danel y Job, sólo ellos tres se salvarían por ser justos. Yo, el Señor, lo afirmo.

15 »Y si envío animales feroces a un país, para que maten a sus habitantes y lo conviertan en un desierto donde nadie se atreva a pasar por miedo a las fieras, 16 si vivieran allí esos tres hombres, no podrían salvar ni a sus hijos ni a sus hijas; sólo ellos se salvarían, y el país quedaría convertido en un desierto. Yo, el Señor, lo juro por mi vida.

17 »Y si hago venir la guerra sobre todo ese país y ordeno la muerte de hombres y animales, 18 si vivieran allí esos tres hombres, no podrían salvar ni a sus hijos ni a sus hijas; sólo ellos se salvarían. Yo, el Señor, lo juro por mi vida.

19 »Y si envío enfermedades a ese país, y en mi ira siembro allí la muerte y hago que mueran hombres y animales, 20 si vivieran allí Noé, Danel y Job, no podrían salvar ni a sus hijos ni a sus hijas; sólo ellos se salvarían por ser justos. Yo, el Señor, lo juro por mi vida.

21 »Yo, el Señor, digo: Peor todavía será cuando yo mande contra Jerusalén mis cuatro castigos terribles: la guerra, el hambre, los animales salvajes y las enfermedades, y mate a hombres y animales. 22 Sólo unos cuantos quedarán con vida y podrán salir de allí con sus hijos e hijas. Cuando ellos vayan a ustedes, ustedes verán cómo se han portado y las cosas que han hecho, y se consolarán del castigo que hice venir sobre Jerusalén. 23 Se consolarán al ver cómo se han portado ellos y las cosas que han hecho. Entonces reconocerán ustedes que no me faltaba motivo para hacer todo lo que hice con Jerusalén. Yo, el Señor, lo afirmo.»

Israel comparado a una vid inútil

15 El Señor se dirigió a mí, y me dijo:

«¿En qué es mejor el tronco de la vid
que la madera de los árboles?
Su tronco no sirve para nada,
¡ni siquiera para hacer una percha!
No sirve más que para leña.
Y cuando el fuego ha quemado las puntas
y el centro está hecho carbón,
¿para qué puede servir?
Si cuando estaba entero
no servía para nada,
¡menos ahora que está quemado
podrá servir para algo!

»Por eso yo, el Señor, digo:
Así como al tronco de la vid
se le echa en el fuego para que arda,
así también echaré en el fuego
a los habitantes de Jerusalén.
Yo me declararé enemigo de ellos.
Escaparán de un fuego,
pero otro fuego los devorará.
Y cuando yo me declare su enemigo,
ustedes reconocerán que yo soy el Señor.
Convertiré su país en un desierto,
por haberme sido infieles.
Yo, el Señor, lo afirmo.»

Infidelidad de Jerusalén

16 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Tú, hombre, hazle ver a Jerusalén las cosas tan detestables que ha hecho. Dile: “Esto dice el Señor: Por lo que toca a tu origen, tú, Jerusalén, eres cananea de nacimiento; tu padre fue amorreo y tu madre hitita. El día en que naciste no te cortaron el ombligo, ni te bañaron, ni te frotaron con sal, ni te fajaron. Nadie tuvo compasión de ti ni se preocupó de hacerte esas cosas. El día en que naciste, te dejaron tirada en el campo porque sentían asco de ti. Yo pasé junto a ti, y al verte pataleando en tu sangre, decidí que debías vivir. Te hice crecer como una planta del campo. Te desarrollaste, llegaste a ser grande y te hiciste mujer. Tus pechos se hicieron firmes, y el vello te brotó. Pero estabas completamente desnuda.

»”Volví a pasar junto a ti, y te miré; estabas ya en la edad del amor. Extendí mi manto sobre ti, y cubrí tu cuerpo desnudo, y me comprometí contigo; hice una alianza contigo, y fuiste mía. Yo, el Señor, lo afirmo. Y te bañé, te limpié la sangre y te perfumé; 10 te puse un vestido de bellos colores y sandalias de cuero fino; te di un cinturón de lino y un vestido de finos tejidos; 11 te adorné con joyas, te puse brazaletes en los brazos y un collar en el cuello; 12 te puse un anillo en la nariz, aretes en las orejas y una hermosa corona en la cabeza. 13 Quedaste cubierta de oro y plata; tus vestidos eran de lino, de finos tejidos y de telas de bellos colores. Te alimentabas con el mejor pan, y con miel y aceite de oliva. Llegaste a ser muy hermosa: te convertiste en una reina. 14 Te hiciste famosa entre las naciones por tu belleza, que era perfecta por el encanto con que te adorné. Yo, el Señor, lo afirmo.

15 »”Pero confiaste en tu belleza y te aprovechaste de tu fama para convertirte en una prostituta, entregando tu cuerpo a todo el que pasaba. 16 Con tus vestidos hiciste tiendas de culto pagano en las colinas, y te prostituiste en ellas. 17 Tomaste las joyas de oro y de plata que yo te había regalado, e hiciste figuras de hombres para prostituirte con ellos; 18 les pusiste tus vestidos de bellos colores y les ofreciste mi aceite y mi incienso. 19 El pan que yo te había dado, que era de la mejor harina, y el aceite y la miel con que yo te había alimentado, se los ofreciste a ellos como ofrenda de olor agradable. Yo, el Señor, lo afirmo.

20 »”Tomaste también a los hijos e hijas que tuve contigo, y los sacrificaste a esos ídolos como alimento para ellos. ¿Te parecía poco haberte convertido en prostituta, 21 que además sacrificaste a mis hijos entregándolos a morir quemados en honor de esos ídolos? 22 Con tu detestable vida de prostituta ya no te acuerdas de cuando eras niña y estabas completamente desnuda, pataleando en tu propia sangre.

23 »”Esto afirmo yo, el Señor: ¡Ay de ti! Además de todos los males que hiciste, 24 te construiste en todo sitio despejado un lugar donde dar culto a los ídolos y entregarte a la prostitución. 25 Al término de todo camino construiste tales lugares, y convertiste tu belleza en algo detestable ofreciendo tu cuerpo a todo el que pasaba, en continuos actos de prostitución. 26 Practicaste la prostitución con tus vecinos, esos egipcios de gran potencia sexual, y provocaste mi ira con tus continuos actos de prostitución.

27 »”Entonces levanté la mano para castigarte: te hice pasar privaciones y te entregué a las ciudades filisteas, que te odian y que estaban disgustadas por tu conducta vergonzosa. 28 Pero no contenta con eso, te entregaste a la prostitución con los asirios; y ni aun así quedaste satisfecha. 29 Y seguiste entregándote a la prostitución en Babilonia, tierra de comerciantes; y ni aun así quedaste satisfecha. 30 Yo, el Señor, afirmo: ¡Qué enfermo tenías el corazón para cometer todos esos actos propios de una prostituta desvergonzada! 31 Al término de todo camino y en todo sitio despejado, te construiste un altar donde dar culto a los ídolos y entregarte a la prostitución. Pero tú no te portabas como las prostitutas: ¡tú no cobrabas!

32 »”La mujer que es infiel a su marido, recibe a extraños. 33 A toda prostituta se le da una paga; pero tú eras más bien la que dabas regalos a todos tus amantes y les pagabas para que vinieran de todas partes a pecar contigo. 34 En tu prostitución has hecho lo contrario de lo que hacen otras mujeres: nadie te busca para pecar, ni ellos te pagan a ti, sino que tú les pagas a ellos. ¡Sólo en eso eres diferente!

35 »”Por eso, escucha, prostituta, mi palabra: 36 Yo, el Señor, te digo: Tú has descubierto desvergonzadamente tu cuerpo para entregarte a la prostitución con tus amantes y con todos tus detestables ídolos, y has derramado la sangre de tus hijos que ofreciste en sacrificio. 37 Por eso, yo voy a reunir a todos los amantes que has complacido, a todos los que amaste y a todos los que odiaste; los reuniré alrededor de ti, y delante de ellos descubriré tu cuerpo para que te vean completamente desnuda. 38 Te juzgaré por adulterio y asesinato, y con ira y celo te entregaré a la muerte. 39 Te dejaré en manos de ellos, para que destruyan tus lugares de prostitución y de culto a los ídolos. Te arrancarán tus vestidos y tus magníficos adornos, y te dejarán completamente desnuda. 40 Levantarán al pueblo contra ti, te apedrearán y te matarán con sus espadas. 41 Prenderán fuego a tus casas y ejecutarán la sentencia contra ti delante de muchas mujeres. Pondré fin a tu prostitución, y no volverás a pagar más a tus amantes. 42 Entonces mi ira contra ti quedará satisfecha y mis celos se calmarán; me tranquilizaré y ya no estaré enojado. 43 Tú te olvidaste de cuando eras joven, y me irritaste con todas tus acciones infames y detestables; por lo tanto, yo te castigaré por esa conducta tuya. Yo, el Señor, lo afirmo.

De tal madre, tal hija

44 »”Todos los amigos de decir refranes, dirán refiriéndose a ti: De tal madre, tal hija. 45 Tú eres hija de una madre que odiaba a su marido y a sus hijos, y también tus hermanas odiaban a sus maridos y a sus hijos. La madre de todas ustedes era hitita, y su padre, amorreo. 46 Al norte estaba tu hermana mayor, la ciudad de Samaria, con sus aldeas; al sur, tu hermana menor, la ciudad de Sodoma, también con sus aldeas. 47 Y tú seguiste su ejemplo y cometiste sus mismas acciones detestables. Y no satisfecha con esto, tu conducta fue peor que la de ellas. 48 Yo, el Señor, lo juro por mi vida: ni tu hermana Sodoma ni sus aldeas hicieron lo que tú y tus aldeas han hecho. 49 Éste fue el pecado de tu hermana Sodoma: ella y sus aldeas se sentían orgullosas de tener abundancia de alimentos y de gozar de comodidad, pero nunca ayudaron al pobre y al necesitado. 50 Se volvieron orgullosas y cometieron cosas que yo detesto; por eso las destruí, como has visto. 51 En cuanto a Samaria, no cometió ni la mitad de tus pecados. Tú has hecho más cosas detestables que ellas; tantas que, a tu lado, ellas parecen inocentes. 52 Tú tendrás que soportar tu humillación, pues al cometer pecados más detestables que tus hermanas, las hiciste parecer inocentes. Tú tendrás que sufrir esa vergüenza y soportar tu humillación, pues hiciste parecer inocentes a tus hermanas.

53 »”Yo devolveré la prosperidad a Sodoma y Samaria, y a sus aldeas; y también a ti volveré a darte prosperidad, 54 pero tendrás que soportar tu humillación y avergonzarte de lo que hiciste, con lo cual tú serás para ellas motivo de consuelo. 55 Y cuando Sodoma y Samaria y sus aldeas vuelvan a ser lo que antes fueron, también tú y tus aldeas volverán a serlo. 56 Tú te burlabas del castigo de tu hermana Sodoma, cuando te sentías tan orgullosa 57 y todavía no se había puesto al descubierto tu maldad; pero ahora las ciudades edomitas y filisteas, todas tus vecinas, te insultan; ¡todo el mundo te desprecia! 58 Ahora tienes que soportar el castigo de tus acciones malas y detestables. Yo, el Señor, lo afirmo.

59 »”Yo, el Señor, digo: Te voy a dar tu merecido, pues faltaste a tu juramento y no cumpliste la alianza. 60 Pero yo sí me acordaré de la alianza que hice contigo cuando eras joven, y haré contigo una alianza eterna. 61 Cuando yo te dé como hijas a tu hermana mayor y a tu hermana menor, a pesar de que la alianza no me obliga a ello, tú te acordarás de tu conducta pasada y sentirás vergüenza. 62 Yo renovaré mi alianza contigo, y reconocerás que yo soy el Señor. 63 Tú te acordarás, y sentirás tanta vergüenza y humillación que no volverás a abrir la boca cuando yo te perdone todo lo que has hecho. Yo, el Señor, lo afirmo.”»

La vid y el águila

17 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Tú, hombre, propón al pueblo de Israel una comparación. Diles:

»“Esto dice el Señor:

Un águila enorme llegó al Líbano;
sus alas eran grandes y de mucho alcance,
cubiertas de plumas de muchos colores.
Agarró la punta de un cedro,
cortó la rama más alta
y fue a plantarla en un país de comerciantes,
en una ciudad de mucho comercio.
Luego tomó de la tierra una semilla
y la sembró en un terreno cultivado,
a la orilla de un arroyo,
con agua abundante.
La semilla nació
y se convirtió en una vid frondosa;
y aunque era poca su altura,
dirigió sus ramas hacia el águila,
mientras hundía sus raíces en la tierra.
Se convirtió en una vid;
produjo retoños y echó ramas.
Pero había otra águila enorme,
de grandes alas y abundante plumaje.
Entonces la vid dirigió sus raíces
y tendió sus ramas hacia esta águila,
para que le diera más agua,
lejos del lugar donde estaba plantada.
Sin embargo, estaba plantada en buena tierra,
junto a agua abundante,
donde podía echar ramas y dar fruto
y convertirse en una vid hermosa.”

»Diles, pues, de mi parte:
“Esto dice el Señor:
Esta vid no prosperará.
El águila primera le arrancará las raíces,
y le hará caer los frutos;
con poco esfuerzo y sin mucha gente
la arrancará de raíz,
y se secarán todos sus nuevos retoños.
10 Aunque la trasplanten, no retoñará;
se secará al soplar sobre ella el viento del este;
se secará en el lugar donde debía retoñar.”»

11 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 12 «Pregunta a este pueblo rebelde si saben lo que significa esta comparación. Diles: “El rey de Babilonia vino a Jerusalén e hizo prisioneros al rey de Judá y a sus funcionarios, y se los llevó con él a Babilonia. 13 Luego tomó a un príncipe de la familia real e hizo un pacto con él, obligándolo a jurarle fidelidad, y se llevó a la gente importante del país 14 para que Judá fuera un reino débil, incapaz de levantarse, aunque dispuesto a cumplir ese pacto y a mantenerlo en vigor. 15 Pero este príncipe se rebeló contra el rey de Babilonia y envió embajadores a Egipto para pedir caballos y hombres en gran cantidad. ¿Creen ustedes que después de eso podrá tener éxito y escapar con vida? ¿Puede escapar con vida quien no cumple un pacto? 16 Yo, el Señor, juro por mi vida que morirá en Babilonia el que se burló del juramento y no cumplió el pacto que hizo con el rey que lo puso en el trono. 17 Cuando el rey de Babilonia lo ataque, y construya rampas y muros alrededor de la ciudad, y mate a mucha gente, el faraón no enviará en su ayuda un poderoso ejército ni gran cantidad de gente, 18 pues él se burló del juramento y no cumplió el pacto; se había comprometido y, sin embargo, ha hecho todo esto. Por eso no podrá escapar con vida.

19 »”Yo, el Señor, lo juro por mi vida: él se burló del juramento que me hizo, y no cumplió la alianza que había hecho conmigo; por eso yo le voy a pedir cuentas. 20 Voy a echar sobre él mis redes, y lo atraparé en ellas; lo llevaré a Babilonia, y allá lo someteré a juicio por haberme sido infiel. 21 Sus mejores soldados morirán en batalla, y los que queden con vida serán esparcidos a los cuatro vientos. Entonces reconocerán ustedes que yo, el Señor, he hablado.

22 »”Yo, el Señor, digo: También yo voy a tomar la punta más alta del cedro; arrancaré un retoño tierno de la rama más alta, y yo mismo lo plantaré en un monte muy elevado, 23 en el monte más alto de Israel. Echará ramas, dará fruto y se convertirá en un cedro magnífico. Animales de toda clase vivirán debajo de él, y aves de toda especie anidarán a la sombra de sus ramas. 24 Y todos los árboles del campo sabrán que yo soy el Señor. Yo derribo el árbol orgulloso y hago crecer el árbol pequeño. Yo seco el árbol verde y hago reverdecer el árbol seco. Yo, el Señor, lo digo y lo cumplo.”»

Responsabilidad personal

18 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «¿Por qué en Israel no deja de repetirse aquel refrán que dice: “Los padres comen uvas agrias y a los hijos se les destemplan los dientes”? Yo, el Señor, juro por mi vida que nunca volverán ustedes a repetir este refrán en Israel. A mí me pertenece todo ser humano, lo mismo el padre que el hijo. Aquel que peque, morirá.

»El hombre recto es el que hace lo que es justo y recto: no participa en los banquetes que se celebran en las colinas para honrar a los ídolos, ni pone su confianza en los falsos dioses de Israel; no le quita la mujer a su prójimo, ni se une con su propia mujer cuando ella está en su período de menstruación; no oprime a nadie, sino que devuelve a su deudor lo que había recibido de él en prenda; no roba a nadie; comparte su pan con el hambriento y da ropa al desnudo; no presta dinero con usura ni exige intereses; no causa daño a nadie; es justo cuando juzga un pleito entre dos personas; actúa de acuerdo con mis leyes y cumple fielmente mis mandamientos. Ese hombre es verdaderamente recto, y por lo tanto vivirá. Yo, el Señor, lo afirmo.

10 »Pero si este hombre tiene un hijo violento y asesino, que hace cualquiera de esas cosas 11 que su padre no hacía, es decir, que participa en los banquetes que se celebran en las colinas para honrar a los ídolos, que le quita la mujer a su prójimo, 12 que oprime al pobre y al necesitado, que roba a los demás, que no devuelve a sus deudores lo que había recibido de ellos en prenda, que pone su confianza en los falsos dioses y hace cosas que yo detesto, 13 que presta dinero con usura y exige intereses: ese hombre no podrá vivir. Después de haber hecho todas esas cosas que yo detesto, morirá sin remedio, y él mismo será responsable de su muerte.

14 »Puede ser que este hombre, a su vez, tenga un hijo que vea todos los pecados cometidos por su padre, pero que no siga su ejemplo; 15 es decir, que no participe en los banquetes que se celebran en las colinas para honrar a los ídolos, ni ponga su confianza en los falsos dioses de Israel; que no le quite la mujer a su prójimo 16 ni oprima a nadie; que no exija nada en prenda cuando le pidan prestado; que no robe a nadie, sino que comparta su pan con el hambriento y dé ropa al desnudo; 17 que no haga daño a nadie ni preste dinero con usura o intereses; y que cumpla mis leyes y actúe según mis mandatos: ese hombre no morirá por los pecados de su padre. Ciertamente vivirá.

18 »Su padre, que fue opresor, y cometió robos, e hizo lo malo en medio de su pueblo, morirá en castigo de sus propios pecados. 19 Ustedes preguntarán: “¿Por qué no paga el hijo también por los pecados del padre?” Pues porque el hijo hizo lo que es recto y justo, y cumplió y puso en práctica todas mis leyes: por eso ciertamente vivirá. 20 Sólo aquel que peque morirá. Ni el hijo ha de pagar por los pecados del padre, ni el padre por los pecados del hijo. El justo recibirá el premio a su justicia; y el malvado, el castigo a su maldad.

El Señor actúa con justicia(A)

21 »Y si el malvado se aparta de todos los pecados que cometía, y cumple todas mis leyes y hace lo que es recto y justo, ciertamente vivirá y no morirá. 22 Yo no volveré a acordarme de todo lo malo que hizo, y él vivirá por hacer lo que es recto. 23 Yo no quiero que el malvado muera, sino que cambie de conducta y viva. Yo, el Señor, lo afirmo.

24 »Pero si el justo deja de actuar rectamente, y hace todo lo malo y detestable que hace el malvado, ¿piensan ustedes que habrá de seguir viviendo? Yo no volveré a acordarme de todo lo bueno que haya hecho: morirá por culpa de su infidelidad y de sus pecados. 25 Ustedes dirán que yo no estoy actuando con justicia; pero escucha, pueblo de Israel, ¿piensan ustedes que yo no estoy actuando bien? ¿No será más bien lo contrario, que son ustedes los que están actuando mal? 26 Si el justo deja de hacer lo bueno y hace lo malo, morirá por culpa de sus malas acciones. 27 Por el contrario, si el malvado se aparta de su maldad y hace lo que es recto y justo, salvará su vida. 28 Si abre los ojos y se aparta de todas las maldades que había hecho, ciertamente vivirá y no morirá.

29 »Pero el pueblo de Israel dirá que yo no actúo con justicia. ¿Que yo no actúo con justicia? ¿No será más bien el pueblo de Israel el que no actúa con justicia? 30 Yo los juzgo a cada uno de ustedes, israelitas, de acuerdo con sus acciones. Yo, el Señor, lo afirmo. Abandonen de una vez por todas sus maldades, para que no se hagan culpables de su propia ruina. 31 Apártense de todas las maldades que han cometido contra mí, y háganse de un corazón y un espíritu nuevos. ¿Por qué habrás de morir, pueblo de Israel, 32 si yo no quiero que nadie muera? Apártense del mal y vivirán. Yo, el Señor, lo afirmo.

Lamento por los reyes de Israel

19 »Y tú, hombre, dedica este canto fúnebre a los reyes de Israel:

»“Tu madre era una leona
que vivía entre leones.
Hizo su guarida entre ellos,
y allí crió a sus cachorros.
A uno especialmente lo hizo crecer
hasta su pleno desarrollo.
Aprendió a desgarrar la presa,
y devoraba hombres.
Las naciones oyeron hablar de él;
lo apresaron en una trampa,
y con ganchos lo arrastraron
hasta el país de Egipto.
Al ver la leona que su esperanza
quedaba frustrada por completo,
tomó otro de sus cachorros
y lo ayudó a desarrollarse.
Hecho ya todo un león,
iba y venía entre los leones.
Aprendió a desgarrar la presa,
y devoraba hombres.
Hacía destrozos en los palacios
y arruinaba las ciudades;
con sus rugidos
hacía temblar a todo el mundo.
Entonces levantaron contra él
a los pueblos de las provincias vecinas;
le tendieron sus redes
y lo hicieron caer en la trampa.
Con ganchos lo encerraron en una jaula
y se lo llevaron al rey de Babilonia;
allí lo metieron preso,
para que nadie volviera a oír sus rugidos
en las montañas de Israel.

10 »”Tu madre parecía una vid
plantada junto al agua,
fecunda y frondosa
gracias a la abundancia de riego.
11 Sus ramas se hicieron tan fuertes
que llegaron a ser cetros de reyes,
y tanto creció
que llegó hasta las nubes.
Se destacaba por su altura
y por sus ramas frondosas.
12 Pero la arrancaron con furia
y la echaron al suelo.
El viento del oriente la secó
y se le cayeron las uvas;
se secaron sus fuertes ramas
y las echaron al fuego.
13 Ahora está plantada en el desierto,
en tierra seca y sedienta.
14 De sus ramas sale un fuego
que devora sus retoños y sus frutos.
Ya no le quedan ramas fuertes
que lleguen a ser cetros de reyes.”»

(Éste es un canto fúnebre, y como canto fúnebre será usado.)

Fidelidad de Dios y rebeldía de Israel

20 El día décimo del mes quinto del año séptimo, unos ancianos de Israel fueron a consultar al Señor, y se sentaron delante de mí. El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Tú, hombre, habla a los ancianos de Israel y diles: “Esto dice el Señor: ¿Vienen ustedes a consultarme? Pues yo, el Señor, juro por mi vida que no me dejaré consultar por ustedes.” Júzgalos más bien tú, hombre; júzgalos y hazles reconocer las cosas detestables que sus padres cometieron. Diles: “Esto dice el Señor: Cuando elegí a Israel, hice un juramento a sus descendientes y me manifesté a ellos en Egipto. Solemnemente les juré: Yo soy el Señor su Dios. En ese día me comprometí a sacarlos de Egipto y a llevarlos al país que yo les había buscado, un país donde la leche y la miel corren como el agua, ¡el país más hermoso de todos! Y a todos sin excepción les ordené que se deshicieran de sus detestables dioses y que no se mancharan con los ídolos de Egipto, porque yo, el Señor, soy su Dios.

»”Pero ellos se rebelaron contra mí, y no quisieron escucharme; no se deshicieron de sus detestables dioses ni abandonaron los ídolos de Egipto. Yo pensé en descargar mi ira contra ellos, y en castigarlos en Egipto hasta que mi furor quedara satisfecho. Pero actué por honor a mi nombre, para no quedar mal a los ojos de las naciones en medio de las cuales vivían, pues delante de esas naciones me había manifestado a ellos y les había prometido sacarlos de Egipto. 10 Yo los saqué de Egipto y los llevé al desierto; 11 allí les di a conocer mis leyes y mandamientos, que dan vida a quien los practica. 12 También les di a conocer mis sábados, que debían ser una señal entre ellos y yo, y un recuerdo de que yo, el Señor, los había consagrado para mí. 13 Pero se rebelaron contra mí en el desierto, y no obedecieron mis leyes; rechazaron los mandamientos que les había dado para que, cumpliéndolos, tuvieran vida, y profanaron completamente mis sábados. Pensé entonces en descargar mi ira contra ellos y en aniquilarlos allí, en el desierto, 14 pero por honor a mi nombre no lo hice, para no quedar mal a los ojos de las naciones que habían visto cómo los había sacado de Egipto.

15 »”También en el desierto les juré que no los haría entrar en el país que les había dado, el más hermoso de todos, donde la leche y la miel corren como el agua, 16 porque rechazaron mis mandamientos, no obedecieron mis leyes y profanaron mis sábados, porque el corazón se les iba tras sus ídolos. 17 Sin embargo, me dio lástima destruirlos y no los aniquilé en el desierto. 18 Entonces les pedí a sus hijos que no hicieran lo que sus padres les mandaban, que no cumplieran lo que les ordenaban, que no se contaminaran con los ídolos. 19 Les dije: Yo soy el Señor su Dios. Cumplan al pie de la letra mis leyes y decretos, 20 y respeten como sagrados mis sábados, de manera que sean una señal entre ustedes y yo; así reconocerán que yo soy el Señor su Dios.

21 »”Pero también los hijos de ellos se rebelaron contra mí. No obedecieron mis leyes, ni cumplieron ni practicaron mis mandamientos, que dan vida a quien los practica, y profanaron mis sábados. Pensé en descargar mi ira contra ellos y aniquilarlos allí, en el desierto, para calmar mi furor, 22 pero me contuve por honor a mi nombre, para no quedar mal a los ojos de las naciones que habían visto cómo los había sacado de Egipto. 23 En el desierto les juré que los iba a dispersar por todas las naciones del mundo, 24 porque no cumplieron mis mandamientos, rechazaron mis leyes, profanaron mis sábados y sólo tuvieron ojos para los ídolos de sus padres. 25 Y hasta llegué a imponerles leyes que no eran buenas y mandamientos con los que no podían encontrar la vida. 26 Dejé que se contaminaran llevando ofrendas a los ídolos y sacrificándoles en el fuego a sus hijos mayores. Esto lo hice para que se llenaran de miedo y reconocieran que yo soy el Señor.”

27 »Y tú, hombre, diles a los israelitas: “Esto dice el Señor: También los padres de ustedes me han ofendido; me han sido infieles. 28 Cuando yo los hice entrar en la tierra que había jurado darles, apenas veían una colina elevada o un árbol frondoso, allí ofrecían sus sacrificios y hacían las ofrendas que tanto me ofenden, ponían sus sustancias perfumadas y derramaban sus ofrendas de vino. 29 Yo les pregunté: ¿Qué santuario pagano es ése a donde van ustedes? Y se le quedó el nombre de Santuario Pagano hasta el día de hoy.”

30 »Dile al pueblo de Israel: “Esto dice el Señor: ¿Por qué quieren ustedes mancharse lo mismo que sus antepasados? ¿Por qué me son infieles adorando esos ídolos detestables? 31 Al presentar esas ofrendas y sacrificar en el fuego a sus hijos, ustedes siguen todavía manchándose con sus ídolos. ¿Y así quieren ustedes, israelitas, venir a consultarme? Yo, el Señor, juro por mi vida que no me dejaré consultar por ustedes. 32 Se les ha metido en la cabeza ser como las demás naciones de la tierra, que adoran al palo y a la piedra, pero no será así. 33 Yo, el Señor, juro por mi vida que, con gran despliegue de poder y castigando con ira, reinaré sobre ustedes. 34 Yo los reuniré de entre los pueblos y naciones donde se encuentren dispersos, desplegando mi gran poder y castigando con ira. 35-36 Los llevaré al desierto de los pueblos, y cara a cara los llamaré a juicio, de la misma manera que llamé a juicio a sus padres en el desierto de Egipto. Yo, el Señor, lo afirmo. 37 Yo los examinaré a ustedes como un pastor que cuenta sus ovejas, y haré que se sometan a la alianza. 38 Separaré de ustedes a los rebeldes y revoltosos, y los sacaré de la tierra extranjera en que ahora están viviendo; pero ellos no entrarán en la tierra de Israel. Entonces reconocerán ustedes que yo soy el Señor.

39 »”Pueblo de Israel, esto dice el Señor: ¡Vayan a adorar a sus ídolos...! Pero después ustedes me obedecerán, y no volverán a profanar mi santo nombre haciendo esas ofrendas y adorando a sus ídolos. 40 Todo Israel me adorará en mi santo monte, en el monte elevado de Israel, situado en mi país. Yo, el Señor, lo afirmo. Allí los recibiré con gusto; allí les pediré que me hagan sus ofrendas, y que me traigan los primeros frutos de sus cosechas y todo lo que hayan de consagrarme. 41 Cuando yo los reúna de los países y naciones donde ahora están dispersos, y muestre mi santidad entre ustedes a la vista de todos los pueblos, entonces aceptaré sus ofrendas de olor agradable.

42 »”Y cuando yo los haga entrar en Israel, en el país que había jurado dar a los antepasados de ustedes, entonces reconocerán que yo soy el Señor. 43 Allí se acordarán de todas las malas acciones con que se han profanado, y sentirán asco de ustedes mismos por la mucha maldad que han cometido. 44 Pueblo de Israel, cuando yo los trate a ustedes, no de acuerdo con su mala conducta y peores acciones, sino haciendo honor a mi nombre, entonces reconocerán que yo soy el Señor. Yo, el Señor, lo afirmo.”»

Castigo de la región del sur

45 (21.1) El Señor se dirigió a mí, y me dijo:

46 (21.2) «Tú, hombre, vuélvete hacia el sur, y dirige hacia allá tus palabras; habla en mi nombre contra el bosque de la región del sur, 47 (21.3) y dile: “Esto dice el Señor: Yo voy a prender en ti un fuego que devorará todos tus árboles, verdes y secos; este fuego arderá sin apagarse y le quemará la cara a toda la gente que hay en ti, de norte a sur. 48 (21.4) Y todo el mundo verá que yo, el Señor, fui quien lo encendió. Y el fuego no se apagará.”»

49 (21.5) Yo le contesté: «¡Ay, Señor, la gente anda diciendo que yo sólo digo cosas que nadie entiende!»

La espada del Señor

21 (6) Entonces el Señor se dirigió a mí, y me dijo: (7) «Tú, hombre, vuélvete hacia Jerusalén y dirige tu palabra contra su templo. Habla en mi nombre contra el país de Israel, (8) y dile: “Esto dice el Señor: Yo me declaro tu enemigo. Voy a sacar mi espada, y mataré lo mismo a justos que a pecadores. (9) Sí, voy a sacar mi espada para matar a todos por igual, a justos y a pecadores, desde el norte hasta el sur. (10) Y todo el mundo sabrá que yo, el Señor, he sacado la espada y no la voy a guardar.”

(11) »Y tú, hombre, llora amargamente y con el corazón hecho pedazos; llora delante del pueblo. (12) Y si acaso te preguntan por qué lloras, diles que es por la noticia de algo que está a punto de suceder, y que todo el mundo se quedará sin ánimo y dejará caer los brazos; nadie tendrá valor, a todos les temblarán las rodillas de miedo. Ya llega el momento, ya va a suceder. Yo, el Señor, lo afirmo.»

(13) El Señor se dirigió a mí, y me dijo: (14) «Tú, hombre, habla en nombre mío y di que yo, el Señor, te he ordenado decir:

»“¡La espada, la espada!
Ya está afilada y pulida.
10 (15) Afilada para hacer una matanza,
pulida para lanzar rayos;
11 (16) la hicieron pulir para que uno la empuñe.
La espada está afilada y pulida,
para ponerla en la mano del asesino.
12 (17) Y tú, hombre, ¡grita, chilla,
porque está destinada a matar a mi pueblo,
a todos los gobernantes de Israel!
Están condenados a morir con mi pueblo,
así que date golpes de dolor.
13 (18) Yo, el Señor, lo afirmo.”

14 (19) »Tú, hombre, habla en nombre mío;
incita a la espada a que hiera
con el doble y el triple de furor.
Es una espada para matar,
la terrible espada de la matanza
que amenaza al pueblo por todas partes.
15 (20) Ella los va a llenar de miedo,
va a hacer muchas víctimas.
En todas sus casas
he puesto la espada asesina.
Es la espada pulida para lanzar rayos,
afilada para la matanza.
16 (21) ¡Afilada te quiero,
a la derecha, a la izquierda,
cortando a uno y otro lado!
17 (22) Yo también la voy a incitar
hasta que mi ira se calme.
Yo, el Señor, lo he dicho.»

18 (23) El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 19 (24) «Traza dos caminos, para que el rey de Babilonia pase con su espada. Los dos caminos deben salir del mismo país, y al comienzo de cada camino deberás poner una señal que diga a qué ciudad lleva. 20 (25) Debes trazar un camino por donde pase el rey con la espada. Las ciudades son Rabá de los Amonitas y Jerusalén, la ciudad fortificada de Judá. 21 (26) El rey de Babilonia se ha colocado donde comienzan los dos caminos, y consulta a la suerte: revuelve las flechas, consulta a sus dioses, examina hígados de animales. 22 (27) En la mano derecha le salió la flecha que señala a Jerusalén, y ello significa que debe atacarla con instrumentos de asalto y dar órdenes de matanza, lanzar gritos de guerra, atacar sus puertas, construir una rampa y rodearla por completo. 23 (28) Pero a la gente de Jerusalén le parece que ésta es una falsa profecía, por las alianzas que han hecho. Pero en realidad es una acusación contra el pecado de ellos, y un anuncio de su captura. 24 (29) Por eso yo, el Señor, digo: Las maldades y los crímenes de ustedes saltan a la vista; los pecados que cometen en todas sus acciones están al descubierto. Por eso van a ser capturados. 25 (30) Y a ti, rey de Israel, criminal malvado, se te acerca el momento de recibir el castigo final. 26 (31) Yo, el Señor, digo: Te quitarán el turbante, te arrebatarán la corona, y todo será diferente. ¡Llegue a la cumbre lo que está en el llano, y caiga por tierra lo que está en la cumbre! 27 (32) Todo lo dejaré convertido en ruinas, ruinas y más ruinas. Pero esto sólo sucederá cuando venga aquel a quien, por encargo mío, le corresponde hacer justicia.

Castigo de los amonitas

28 (33) »Tú, hombre, habla en mi nombre y diles de mi parte a los amonitas que insultan a Israel, que la espada ya está desenfundada: lista para matar y pulida para lanzar rayos y destruir. 29 (34) Sus visiones son falsas, y sus predicciones son mentira. La espada caerá sobre el cuello de esos malvados criminales. Ya se acerca el momento de su castigo final.

30 (35) »¡Espada, vuelve a tu funda! Yo te voy a juzgar allí donde te forjé, en la tierra en que naciste, 31 (36) y descargaré sobre ti mi ira como un incendio terrible; te entregaré en poder de gente brutal y destructora. 32 (37) Serás quemada, destruida; tu sangre correrá por todo el país y nadie volverá a acordarse de ti. Yo, el Señor, lo he dicho.»

Crímenes de Jerusalén

22 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Tú, hombre, vas a dictar la sentencia contra la ciudad criminal. La acusarás de todas las cosas detestables que ha hecho, y le dirás: “Esto dice el Señor: Ciudad que matas a tus habitantes y fabricas ídolos para contaminarte, ¡ya te va a llegar tu hora! Con los asesinatos que has cometido te has hecho culpable, y con los ídolos que has fabricado te has contaminado; has hecho que tu hora se acerque y que haya llegado el fin de tus días. Así pues, yo voy a hacer que los pueblos te insulten, que todas las naciones se burlen de ti. Los de cerca y los de lejos se burlarán de ti, ciudad famosa por tu idolatría y tu gran desorden. Allí están los gobernantes de Israel, que viven en medio de ti y cometen todos los crímenes que pueden. Tus habitantes no honran a su padre ni a su madre, maltratan a los extranjeros, explotan a los huérfanos y a las viudas. No respetan mis lugares sagrados ni mis sábados. Por causa de sus mentiras, algunos de tus habitantes son los culpables de que otros mueran; asisten a los banquetes que se celebran en los montes en honor de los ídolos, y hacen cosas detestables. 10 Algunos tienen relaciones sexuales con la esposa de su padre, o abusan de la mujer que está en su período de menstruación. 11 Hay quienes cometen adulterio con la mujer de su prójimo, o tienen relaciones vergonzosas con su nuera, o hacen violencia a una media hermana. 12 Algunos de tus habitantes se dejan comprar para matar a otros. Prestan dinero a usura e interés, explotan y hacen violencia a su prójimo, y se olvidan de mí. Yo, el Señor, lo afirmo.

13 »”Yo estoy muy enojado por tus explotaciones y asesinatos. 14 No pienses que vas a poder hacerme frente cuando yo tome medidas contra ti. Yo, el Señor, lo he dicho y lo voy a cumplir: 15 te esparciré por todas las naciones, te dispersaré por todos los países y te limpiaré totalmente de tu impureza; 16 me harás quedar mal a los ojos de las demás naciones, pero reconocerás que yo soy el Señor.”»

17 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 18 «El pueblo de Israel es para mí como el resto inservible que queda cuando se echa cobre, estaño, hierro, plomo o plata en el horno. 19 Por eso yo, el Señor, digo: Como todos ustedes se han convertido en un resto inservible, los voy a reunir en medio de Jerusalén. 20 Así como la plata, el cobre, el hierro, el plomo y el estaño se echan juntos en un horno, y se atiza el fuego para fundirlos, así yo, en mi ira terrible, los voy a reunir a ustedes y los pondré a fundir. 21 Sí, voy a atizar el fuego de mi ira, y los reuniré a ustedes para fundirlos en medio de la ciudad. 22 Así como se funde la plata en el horno, así serán fundidos ustedes en medio de la ciudad, y así reconocerán que yo, el Señor, he descargado mi ira contra ustedes.»

23 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 24 «Tú, hombre, dile a Israel: “Eres un país castigado con falta de lluvias y de agua, 25 un país con gobernantes como leones, que rugen y despedazan su presa; que en su territorio devoran a la gente, le roban sus tesoros y riquezas y dejan viudas a muchas mujeres. 26 Los sacerdotes de este país tuercen el sentido de mis enseñanzas y profanan las cosas que yo considero sagradas; no hacen ninguna distinción entre lo sagrado y lo profano, ni enseñan a otros a distinguir entre lo puro y lo impuro. No ponen atención a mis sábados, ni me honran. 27 Los jefes de este país son como lobos que despedazan su presa, listos a derramar sangre y a matar gente con tal de enriquecerse. 28 Los profetas ocultan la verdad, como quien blanquea una pared; dicen tener visiones, y anuncian cosas que resultan falsas. Aseguran que hablan en mi nombre, cuando en realidad yo no he hablado. 29 La gente del pueblo se dedica a la violencia y al robo; explotan al pobre y al necesitado, y cometen violencias e injusticias con los extranjeros. 30 Yo he buscado entre esa gente a alguien que haga algo en favor del país y que interceda ante mí para que yo no los destruya, pero no lo he encontrado. 31 Por eso he descargado mi castigo sobre ellos y los he destruido con el fuego de mi ira, para hacerlos responder por su conducta. Yo, el Señor, lo afirmo.”»

Samaria y Jerusalén, dos hermanas pecadoras

23 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Había una vez dos mujeres, hijas de la misma madre. Desde jóvenes, estas dos mujeres se entregaron a la prostitución; en Egipto dejaron que les manosearan los pechos, y perdieron su virginidad. La mayor se llamaba Aholá (que representa a Samaria), y su hermana Oholibá (que representa a Jerusalén). Yo las tomé por esposas, y me dieron hijos e hijas. Aholá me fue infiel y se apasionó por sus amantes, los guerreros asirios, con sus uniformes de púrpura, todos ellos jefes y gobernadores, jóvenes apuestos, jinetes montados en sus caballos, ¡lo más selecto de los asirios! Aholá se entregó a la prostitución con ellos, y hasta se apasionó por todos sus ídolos y se rebajó adorándolos. Desde que estuvo en Egipto se volvió una prostituta, y jamás dejó de serlo. Desde que era joven, muchos se acostaron con ella y le quitaron su virginidad, convirtiéndola en una prostituta. Por eso la entregué en manos de sus amantes, los asirios, por quienes ella se había apasionado, 10 y ellos la deshonraron; luego le quitaron a sus hijos e hijas, y a ella la mataron a filo de espada, ejecutando así la sentencia contra ella. Y su caso se hizo famoso entre las mujeres.

11 »Su hermana Oholibá vio esto, y sin embargo se entregó, más aún que su hermana, a la pasión y la prostitución. 12 También ella se apasionó por los asirios, todos ellos jefes y gobernadores, guerreros espléndidamente vestidos, jinetes montados a caballo, jóvenes apuestos. 13 Me di cuenta de que también ella se había manchado, y que había seguido el ejemplo de su hermana. 14-15 Pero ella fue aún más lejos en sus prostituciones: vio en las paredes imágenes de babilonios, grabadas y pintadas de rojo; todos ellos tenían aspecto de oficiales, a juzgar por sus cinturones y turbantes. 16 Al ver a estos babilonios, se apasionó por ellos y envió mensajeros a Babilonia; 17 y los babilonios vinieron y se acostaron con ella, y le hicieron el amor, manchándola con sus prostituciones. Tanto la mancharon que al fin sintió asco de ellos. 18 Entonces se entregó públicamente a la prostitución, mostrando su cuerpo desnudo, hasta que yo sentí asco de ella como antes lo había sentido de su hermana. 19 Pero se entregó más y más a la prostitución, recordando el tiempo de su juventud, cuando se prostituyó en Egipto 20 y se apasionó por sus amantes egipcios, que en sus impulsos sexuales se parecen a los asnos y los caballos.

21 »Tú, Oholibá, sentías nostalgia del libertinaje de tu juventud, cuando los egipcios te manoseaban los pechos. 22 Por eso yo, el Señor, digo: Voy a hacer que esos amantes tuyos, de los que ahora sientes asco, se vuelvan tus enemigos. De todas partes voy a lanzar contra ti 23 a los babilonios y a los caldeos, a los de Pecod, Soa y Coa, y a todos los asirios; todos ellos jóvenes apuestos, jefes y gobernadores, oficiales y guerreros; todos ellos gente de a caballo. 24 Vendrán contra ti, con gran número de carros y de ejércitos; te rodearán por todas partes, armados y con cascos y escudos, y yo les daré el derecho de juzgarte, y ellos te juzgarán según sus leyes. 25 Yo descargaré sobre ti el furor de mi ira, y ellos te tratarán con crueldad; te cortarán la nariz y las orejas, y a los que aún queden vivos los matarán a filo de espada. Te arrebatarán a tus hijos y a tus hijas, y al fin caerás devorada por el fuego. 26 Te quitarán tus vestidos y se apoderarán de tus joyas. 27 Así pondré fin a tu libertinaje y a la prostitución a que te entregaste en Egipto, y no volverás a ver a los egipcios ni a acordarte de ellos.

28 »Esto digo yo, el Señor: Voy a dejar que caigas en poder de las naciones que odias, y por las que sientes asco. 29 Ellas te tratarán con odio, se adueñarán de lo que has ganado con tu trabajo y te dejarán completamente desnuda; quedará al descubierto tu cuerpo, el cual entregaste a la prostitución. Tu libertinaje y tu prostitución 30 son la causa de lo que hoy te pasa, pues te entregaste a la prostitución con esas naciones y te rebajaste adorando sus ídolos. 31 Seguiste los pasos de tu hermana; por eso te daré a beber la misma copa que le di a ella.

32 »Esto digo yo, el Señor:
Beberás de la misma copa que tu hermana,
una copa grande, ancha y profunda,
llena de burla y desprecio,
33 llena de ruina y destrucción.
Es la copa de tu hermana Samaria,
con la que quedarás borracha y dolorida.
34 La beberás hasta el fondo,
y luego la harás pedazos
y te desgarrarás los pechos.
Yo, el Señor, he hablado;
yo he dado mi palabra.

35 »Por eso yo, el Señor, digo: Puesto que te has olvidado de mí y me has vuelto la espalda, tendrás que sufrir el castigo de tu libertinaje y de tus prostituciones.»

36 El Señor me dijo: «Y tú, hombre, ¿quieres pronunciar la sentencia contra Aholá y Oholibá? Entonces échales en cara sus acciones detestables. 37 Ellas me han sido infieles y tienen las manos manchadas de sangre. Me han sido infieles adorando a sus ídolos, y en honor de ellos han sacrificado en el fuego a sus propios hijos, los hijos que yo tuve con ellas. 38 Además, han hecho esto contra mí: en un mismo día profanaron mi santo templo y deshonraron mis sábados. 39 Y el mismo día que sacrificaron a sus hijos para honrar a sus ídolos, vinieron a mi santo templo y lo profanaron. ¡Esto es lo que han hecho, en mi propia casa!

40 »Enviaron mensajeros para hacer venir hombres de lejos, y ellos vinieron. Ellas dos se bañaron, se pintaron los ojos y se pusieron joyas para recibirlos; 41 se sentaron en una cama lujosa, con la mesa ya servida, y en ella pusieron el incienso y el aceite consagrados a mi servicio. 42 Se escuchaban los gritos de una multitud haciendo fiesta; eran hombres venidos del desierto, que adornaban a las mujeres poniéndoles brazaletes en los brazos y hermosas coronas en la cabeza. 43 Yo me decía: “Ahora van a servirse de estas prostitutas gastadas por los adulterios. ¡Nada menos que con ellas! 44 Vienen a Aholá y a Oholibá, mujeres libertinas, como quien va a las prostitutas.” 45 Pero los hombres justos dictarán contra ellas la sentencia que merecen las adúlteras y las asesinas. Porque adúlteras son, y tienen las manos manchadas de sangre.»

46 Esto dice el Señor: «Que se reúna el pueblo contra ellas, que las haga sentir pánico y las robe; 47 que el pueblo entero las mate a pedradas y las atraviese con sus espadas; que mate a sus hijos e hijas y queme sus casas. 48 Yo haré que desaparezca del país esta conducta infame. Así todas las mujeres aprenderán la lección y no seguirán su ejemplo inmoral. 49 En cuanto a esas dos, recibirán el castigo de su conducta inmoral y de sus pecados de idolatría. Y ustedes reconocerán que yo soy el Señor.»

Imagen de la olla

24 El día diez del mes décimo del año noveno, el Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Anota esta fecha, la fecha de hoy, porque hoy el rey de Babilonia ha atacado Jerusalén. Y recítale a este pueblo rebelde un poema que le sirva de ejemplo. Dile de mi parte:

»“Pon una olla al fuego y échale agua;
pon en ella pedazos de carne,
buenos pedazos de pierna y de lomo,
y también lo mejor de los huesos.
Toma luego una de las mejores ovejas,
y amontona leña debajo
para que hierva bien,
hasta que queden cocidos los huesos.

»”Porque el Señor dice:
¡Ay de la ciudad asesina!
Es como una olla enmohecida,
a la que el moho no se le quita.
Saca tú, uno a uno, los pedazos de carne,
hasta dejar la olla vacía.
La ciudad está llena de la sangre derramada;
y derramada, no sobre la tierra
para que el polvo la cubriera,
sino sobre la roca desnuda.
Pues yo voy a dejar la sangre allí,
sobre la roca desnuda,
de manera que no se pueda cubrir,
para que mi ira se encienda
y se haga justicia.

»”Porque el Señor dice:
¡Ay de la ciudad asesina!
Yo mismo voy a hacer una hoguera.
10 Y tú trae mucha leña, enciende el fuego
y cuece bien la carne,
hasta que se acabe el caldo y se quemen los huesos;
11 pon luego la olla vacía sobre el fuego,
hasta que el cobre se ponga al rojo vivo
y quede limpio de sus impurezas;
¡hasta que el moho desaparezca!
12 Sin embargo, tan enmohecido está
que no se limpia ni con fuego.

13 »”Jerusalén, yo he querido limpiarte de la impureza de tu libertinaje, pero no has quedado limpia. Sólo quedarás limpia cuando descargue mi ira sobre ti. 14 Yo, el Señor, lo he dicho, y así será. Yo mismo voy a hacerlo, y no dejaré de cumplirlo; no tendré compasión ni me arrepentiré. Te castigaré por tu conducta y tus acciones. Yo, el Señor, lo afirmo.”»

Muerte de la esposa de Ezequiel

15 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 16 «Voy a quitarte de un solo golpe a la persona que tú más quieres. Pero no te lamentes ni llores; no derrames lágrimas. 17 Sufre en silencio y no guardes luto como se hace por los muertos. No andes con la cabeza descubierta ni vayas descalzo; no te cubras la cara en señal de dolor ni comas el pan que se come en tales casos.»

18 Por la mañana estuve hablando con la gente, y por la tarde murió mi esposa; a la mañana siguiente hice lo que el Señor me había ordenado. 19 Entonces la gente del pueblo me dijo: «Explícanos qué quiere decir para nosotros eso que estás haciendo.»

20 Yo les dije: «El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 21 “Dile al pueblo de Israel: Esto dice el Señor: Voy a profanar mi templo, que a ustedes tanto les gusta mirar y tanto quieren, y que es su orgullo y su fuerza; los hijos e hijas que ustedes dejaron en Jerusalén morirán asesinados. 22 Y diles: Ustedes harán lo mismo que yo he hecho: no podrán cubrirse la cara en señal de dolor, ni comer el pan que se come en tales casos. 23 No podrán llevar la cabeza descubierta ni los pies descalzos. No se lamentarán ni llorarán. Quedarán sin fuerzas por culpa de sus maldades, y se pondrán a lamentarse unos con otros. 24 Ezequiel será para ustedes un ejemplo, y todo lo que él hizo lo harán ustedes. Cuando esto suceda, reconocerán que yo soy el Señor.

25 »”Y ahora voy a quitarles a los israelitas su fortaleza, que es el templo, con cuya belleza se alegran tanto, y que tanto les gusta mirar y tanto quieren. También les quitaré a sus hijos e hijas. 26 Y en ese día, el que pueda escapar vendrá a darte la noticia. 27 Ese día dejarás de estar mudo, y podrás hablar con el que haya escapado. Servirás así de ejemplo al pueblo, y ellos reconocerán que yo soy el Señor.”»

Predicción del sitio de Jerusalén

Tú, hijo de hombre, tómate un adobe, y ponlo delante de ti, y diseña sobre él la ciudad de Jerusalén. Y pondrás contra ella sitio, y edificarás contra ella fortaleza, y sacarás contra ella baluarte, y pondrás delante de ella campamento, y colocarás contra ella arietes alrededor. Tómate también una plancha de hierro, y ponla en lugar de muro de hierro entre ti y la ciudad; afirmarás luego tu rostro contra ella, y será en lugar de cerco, y la sitiarás. Es señal a la casa de Israel.

Y tú te acostarás sobre tu lado izquierdo y pondrás sobre él la maldad de la casa de Israel. El número de los días que duermas sobre él, llevarás sobre ti la maldad de ellos. Yo te he dado los años de su maldad por el número de los días, trescientos noventa días; y así llevarás tú la maldad de la casa de Israel. Cumplidos estos, te acostarás sobre tu lado derecho por segunda vez, y llevarás la maldad de la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado. Al asedio de Jerusalén afirmarás tu rostro, y descubierto tu brazo, profetizarás contra ella. Y he aquí he puesto sobre ti ataduras, y no te volverás de un lado a otro, hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.

Y tú toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, millo y avena, y ponlos en una vasija, y hazte pan de ellos el número de los días que te acuestes sobre tu lado; trescientos noventa días comerás de él. 10 La comida que comerás será de peso de veinte siclos al día; de tiempo en tiempo la comerás. 11 Y beberás el agua por medida, la sexta parte de un hin; de tiempo en tiempo la beberás. 12 Y comerás pan de cebada cocido debajo de la ceniza; y lo cocerás a vista de ellos al fuego de excremento humano. 13 Y dijo Jehová: Así comerán los hijos de Israel su pan inmundo, entre las naciones a donde los arrojaré yo. 14 Y dije: ¡Ah, Señor Jehová! he aquí que mi alma no es inmunda, ni nunca desde mi juventud hasta este tiempo comí cosa mortecina ni despedazada, ni nunca en mi boca entró carne inmunda. 15 Y me respondió: He aquí te permito usar estiércol de bueyes en lugar de excremento humano para cocer tu pan. 16 Me dijo luego: Hijo de hombre, he aquí quebrantaré el sustento del pan en Jerusalén; y comerán el pan por peso y con angustia, y beberán el agua por medida y con espanto, 17 para que al faltarles el pan y el agua, se miren unos a otros con espanto, y se consuman en su maldad.

Y tú, hijo de hombre, tómate un cuchillo agudo, toma una navaja de barbero, y hazla pasar sobre tu cabeza y tu barba; toma después una balanza de pesar y divide los cabellos. Una tercera parte quemarás a fuego en medio de la ciudad, cuando se cumplan los días del asedio; y tomarás una tercera parte y la cortarás con espada alrededor de la ciudad; y una tercera parte esparcirás al viento, y yo desenvainaré espada en pos de ellos. Tomarás también de allí unos pocos en número, y los atarás en la falda de tu manto. Y tomarás otra vez de ellos, y los echarás en medio del fuego, y en el fuego los quemarás; de allí saldrá el fuego a toda la casa de Israel.

Así ha dicho Jehová el Señor: Esta es Jerusalén; la puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de ella. Y ella cambió mis decretos y mis ordenanzas en impiedad más que las naciones, y más que las tierras que están alrededor de ella; porque desecharon mis decretos y mis mandamientos, y no anduvieron en ellos.

Por tanto, así ha dicho Jehová: ¿Por haberos multiplicado más que las naciones que están alrededor de vosotros, no habéis andado en mis mandamientos, ni habéis guardado mis leyes? Ni aun según las leyes de las naciones que están alrededor de vosotros habéis andado. Así, pues, ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti; sí, yo, y haré juicios en medio de ti ante los ojos de las naciones. Y haré en ti lo que nunca hice, ni jamás haré cosa semejante, a causa de todas tus abominaciones. 10 Por eso los padres comerán a los hijos(A) en medio de ti, y los hijos comerán a sus padres; y haré en ti juicios, y esparciré a todos los vientos todo lo que quedare de ti. 11 Por tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, ciertamente por haber profanado mi santuario con todas tus abominaciones, te quebrantaré yo también; mi ojo no perdonará, ni tampoco tendré yo misericordia. 12 Una tercera parte de ti morirá de pestilencia y será consumida de hambre en medio de ti; y una tercera parte caerá a espada alrededor de ti; y una tercera parte esparciré a todos los vientos, y tras ellos desenvainaré espada.

13 Y se cumplirá mi furor y saciaré en ellos mi enojo, y tomaré satisfacción; y sabrán que yo Jehová he hablado en mi celo, cuando cumpla en ellos mi enojo. 14 Y te convertiré en soledad y en oprobio entre las naciones que están alrededor de ti, a los ojos de todo transeúnte. 15 Y serás oprobio y escarnio y escarmiento y espanto a las naciones que están alrededor de ti, cuando yo haga en ti juicios con furor e indignación, y en reprensiones de ira. Yo Jehová he hablado. 16 Cuando arroje yo sobre ellos las perniciosas saetas del hambre, que serán para destrucción, las cuales enviaré para destruiros, entonces aumentaré el hambre sobre vosotros, y quebrantaré entre vosotros el sustento del pan. 17 Enviaré, pues, sobre vosotros hambre, y bestias feroces que te destruyan; y pestilencia y sangre pasarán por en medio de ti, y enviaré sobre ti espada.(B) Yo Jehová he hablado.

Profecía contra los montes de Israel

Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro hacia los montes de Israel, y profetiza contra ellos. Y dirás: Montes de Israel, oíd palabra de Jehová el Señor: Así ha dicho Jehová el Señor a los montes y a los collados, a los arroyos y a los valles: He aquí que yo, yo haré venir sobre vosotros espada, y destruiré vuestros lugares altos. Vuestros altares serán asolados, y vuestras imágenes del sol serán quebradas; y haré que caigan vuestros muertos delante de vuestros ídolos. Y pondré los cuerpos muertos de los hijos de Israel delante de sus ídolos, y vuestros huesos esparciré en derredor de vuestros altares. Dondequiera que habitéis, serán desiertas las ciudades, y los lugares altos serán asolados, para que sean asolados y se hagan desiertos vuestros altares; y vuestros ídolos serán quebrados y acabarán, vuestras imágenes del sol serán destruidas, y vuestras obras serán deshechas. Y los muertos caerán en medio de vosotros; y sabréis que yo soy Jehová.

Mas dejaré un resto, de modo que tengáis entre las naciones algunos que escapen de la espada, cuando seáis esparcidos por las tierras. Y los que de vosotros escaparen se acordarán de mí entre las naciones en las cuales serán cautivos; porque yo me quebranté a causa de su corazón fornicario que se apartó de mí, y a causa de sus ojos que fornicaron tras sus ídolos; y se avergonzarán de sí mismos, a causa de los males que hicieron en todas sus abominaciones. 10 Y sabrán que yo soy Jehová; no en vano dije que les había de hacer este mal.

11 Así ha dicho Jehová el Señor: Palmotea con tus manos, y golpea con tu pie, y di: ¡Ay, por todas las grandes abominaciones de la casa de Israel! porque con espada y con hambre y con pestilencia caerán. 12 El que esté lejos morirá de pestilencia, el que esté cerca caerá a espada, y el que quede y sea asediado morirá de hambre; así cumpliré en ellos mi enojo. 13 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando sus muertos estén en medio de sus ídolos, en derredor de sus altares, sobre todo collado alto, en todas las cumbres de los montes, debajo de todo árbol frondoso y debajo de toda encina espesa, lugares donde ofrecieron incienso a todos sus ídolos. 14 Y extenderé mi mano contra ellos, y dondequiera que habiten haré la tierra más asolada y devastada que el desierto hacia Diblat; y conocerán que yo soy Jehová.

El fin viene

Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Tú, hijo de hombre, así ha dicho Jehová el Señor a la tierra de Israel: El fin, el fin viene sobre los cuatro extremos de la tierra. Ahora será el fin sobre ti, y enviaré sobre ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti todas tus abominaciones. Y mi ojo no te perdonará, ni tendré misericordia; antes pondré sobre ti tus caminos, y en medio de ti estarán tus abominaciones; y sabréis que yo soy Jehová.

Así ha dicho Jehová el Señor: Un mal, he aquí que viene un mal. Viene el fin, el fin viene; se ha despertado contra ti; he aquí que viene. La mañana viene para ti, oh morador de la tierra; el tiempo viene, cercano está el día; día de tumulto, y no de alegría, sobre los montes. Ahora pronto derramaré mi ira sobre ti, y cumpliré en ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti tus abominaciones. Y mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; según tus caminos pondré sobre ti, y en medio de ti estarán tus abominaciones; y sabréis que yo Jehová soy el que castiga.

10 He aquí el día, he aquí que viene; ha salido la mañana; ha florecido la vara, ha reverdecido la soberbia. 11 La violencia se ha levantado en vara de maldad; ninguno quedará de ellos, ni de su multitud, ni uno de los suyos, ni habrá entre ellos quien se lamente. 12 El tiempo ha venido, se acercó el día; el que compra, no se alegre, y el que vende, no llore, porque la ira está sobre toda la multitud. 13 Porque el que vende no volverá a lo vendido, aunque queden vivos; porque la visión sobre toda la multitud no se revocará, y a causa de su iniquidad ninguno podrá amparar su vida.

14 Tocarán trompeta, y prepararán todas las cosas, y no habrá quien vaya a la batalla; porque mi ira está sobre toda la multitud. 15 De fuera espada, de dentro pestilencia y hambre; el que esté en el campo morirá a espada, y al que esté en la ciudad lo consumirá el hambre y la pestilencia. 16 Y los que escapen de ellos huirán y estarán sobre los montes como palomas de los valles, gimiendo todos, cada uno por su iniquidad. 17 Toda mano se debilitará, y toda rodilla será débil como el agua. 18 Se ceñirán también de cilicio, y les cubrirá terror; en todo rostro habrá vergüenza, y todas sus cabezas estarán rapadas. 19 Arrojarán su plata en las calles, y su oro será desechado; ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; no saciarán su alma, ni llenarán sus entrañas, porque ha sido tropiezo para su maldad. 20 Por cuanto convirtieron la gloria de su ornamento en soberbia, e hicieron de ello las imágenes de sus abominables ídolos, por eso se lo convertí en cosa repugnante. 21 En mano de extraños la entregué para ser saqueada, y será presa de los impíos de la tierra, y la profanarán. 22 Y apartaré de ellos mi rostro, y será violado mi lugar secreto; pues entrarán en él invasores y lo profanarán.

23 Haz una cadena, porque la tierra está llena de delitos de sangre, y la ciudad está llena de violencia. 24 Traeré, por tanto, los más perversos de las naciones, los cuales poseerán las casas de ellos; y haré cesar la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán profanados. 25 Destrucción viene; y buscarán la paz, y no la habrá. 26 Quebrantamiento vendrá sobre quebrantamiento, y habrá rumor sobre rumor; y buscarán respuesta del profeta, mas la ley se alejará del sacerdote, y de los ancianos el consejo. 27 El rey se enlutará, y el príncipe se vestirá de tristeza, y las manos del pueblo de la tierra temblarán; según su camino haré con ellos, y con los juicios de ellos los juzgaré; y sabrán que yo soy Jehová.

Visión de las abominaciones en Jerusalén

En el sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor. Y miré, y he aquí una figura que parecía de hombre; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para arriba parecía resplandor, el aspecto de bronce refulgente.(C) Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a celos. Y he aquí, allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo.(D)

Y me dijo: Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Y alcé mis ojos hacia el norte, y he aquí al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada. Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿no ves lo que estos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores.

Y me llevó a la entrada del atrio, y miré, y he aquí en la pared un agujero. Y me dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí una puerta. Me dijo luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que estos hacen allí. 10 Entré, pues, y miré; y he aquí toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor. 11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso. 12 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha abandonado la tierra. 13 Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen estos.

14 Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz. 15 Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas.

16 Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente. 17 Y me dijo: ¿No has visto, hijo de hombre? ¿Es cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a mí para irritarme; he aquí que aplican el ramo a sus narices. 18 Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré.

Visión de la muerte de los culpables

Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir. Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce.

Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano, y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente(E) a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo. Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad. Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?

Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve. 10 Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas.

11 Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste.

La gloria de Dios abandona el templo

10 Miré, y he aquí en la expansión que había sobre la cabeza de los querubines como una piedra de zafiro, que parecía como semejanza de un trono que se mostró sobre ellos.(F) Y habló al varón vestido de lino, y le dijo: Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, y llena tus manos de carbones encendidos de entre los querubines, y espárcelos sobre la ciudad.(G) Y entró a vista mía.

Y los querubines estaban a la mano derecha de la casa cuando este varón entró; y la nube llenaba el atrio de adentro. Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del querubín al umbral de la puerta; y la casa fue llena de la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria de Jehová. Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla.

Aconteció, pues, que al mandar al varón vestido de lino, diciendo: Toma fuego de entre las ruedas, de entre los querubines, él entró y se paró entre las ruedas. Y un querubín extendió su mano de en medio de los querubines al fuego que estaba entre ellos, y tomó de él y lo puso en las manos del que estaba vestido de lino, el cual lo tomó y salió. Y apareció en los querubines la figura de una mano de hombre debajo de sus alas.

Y miré, y he aquí cuatro ruedas junto a los querubines, junto a cada querubín una rueda; y el aspecto de las ruedas era como de crisólito. 10 En cuanto a su apariencia, las cuatro eran de una misma forma, como si estuviera una en medio de otra. 11 Cuando andaban, hacia los cuatro frentes andaban; no se volvían cuando andaban, sino que al lugar adonde se volvía la primera, en pos de ella iban; ni se volvían cuando andaban. 12 Y todo su cuerpo, sus espaldas, sus manos, sus alas y las ruedas estaban llenos de ojos alrededor(H) en sus cuatro ruedas. 13 A las ruedas, oyéndolo yo, se les gritaba: ¡Rueda!(I) 14 Y cada uno tenía cuatro caras. La primera era rostro de querubín; la segunda, de hombre; la tercera, cara de león; la cuarta, cara de águila.(J)

15 Y se levantaron los querubines; este es el ser viviente que vi en el río Quebar. 16 Y cuando andaban los querubines, andaban las ruedas junto con ellos; y cuando los querubines alzaban sus alas para levantarse de la tierra, las ruedas tampoco se apartaban de ellos. 17 Cuando se paraban ellos, se paraban ellas, y cuando ellos se alzaban, se alzaban con ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.

18 Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del umbral de la casa, y se puso sobre los querubines. 19 Y alzando los querubines sus alas, se levantaron de la tierra delante de mis ojos; cuando ellos salieron, también las ruedas se alzaron al lado de ellos; y se pararon a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima sobre ellos.

20 Estos eran los mismos seres vivientes que vi debajo del Dios de Israel junto al río Quebar; y conocí que eran querubines. 21 Cada uno tenía cuatro caras y cada uno cuatro alas, y figuras de manos de hombre debajo de sus alas. 22 Y la semejanza de sus rostros era la de los rostros que vi junto al río Quebar, su misma apariencia y su ser; cada uno caminaba derecho hacia adelante.

Reprensión de los príncipes malvados

11 El Espíritu me elevó, y me llevó por la puerta oriental de la casa de Jehová, la cual mira hacia el oriente; y he aquí a la entrada de la puerta veinticinco hombres, entre los cuales vi a Jaazanías hijo de Azur y a Pelatías hijo de Benaía, principales del pueblo. Y me dijo: Hijo de hombre, estos son los hombres que maquinan perversidad, y dan en esta ciudad mal consejo; los cuales dicen: No será tan pronto; edifiquemos casas; esta será la olla, y nosotros la carne. Por tanto profetiza contra ellos; profetiza, hijo de hombre.

Y vino sobre mí el Espíritu de Jehová, y me dijo: Di: Así ha dicho Jehová: Así habéis hablado, oh casa de Israel, y las cosas que suben a vuestro espíritu, yo las he entendido. Habéis multiplicado vuestros muertos en esta ciudad, y habéis llenado de muertos sus calles. Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Vuestros muertos que habéis puesto en medio de ella, ellos son la carne, y ella es la olla; mas yo os sacaré a vosotros de en medio de ella. Espada habéis temido, y espada traeré sobre vosotros, dice Jehová el Señor. Y os sacaré de en medio de ella, y os entregaré en manos de extraños, y haré juicios entre vosotros. 10 A espada caeréis; en los límites de Israel os juzgaré, y sabréis que yo soy Jehová. 11 La ciudad no os será por olla, ni vosotros seréis en medio de ella la carne; en los límites de Israel os juzgaré. 12 Y sabréis que yo soy Jehová; porque no habéis andado en mis estatutos, ni habéis obedecido mis decretos, sino según las costumbres de las naciones que os rodean habéis hecho.

13 Y aconteció que mientras yo profetizaba, aquel Pelatías hijo de Benaía murió. Entonces me postré rostro a tierra y clamé con gran voz, y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿Destruirás del todo al remanente de Israel?

Promesa de restauración y renovación

14 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 15 Hijo de hombre, tus hermanos, tus hermanos, los hombres de tu parentesco y toda la casa de Israel, toda ella son aquellos a quienes dijeron los moradores de Jerusalén: Alejaos de Jehová; a nosotros es dada la tierra en posesión. 16 Por tanto, di: Así ha dicho Jehová el Señor: Aunque les he arrojado lejos entre las naciones, y les he esparcido por las tierras, con todo eso les seré por un pequeño santuario en las tierras adonde lleguen. 17 Di, por tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: Yo os recogeré de los pueblos, y os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel. 18 Y volverán allá, y quitarán de ella todas sus idolatrías y todas sus abominaciones. 19 Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, 20 para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.(K) 21 Mas a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová el Señor.

22 Después alzaron los querubines sus alas, y las ruedas en pos de ellos; y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos. 23 Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad.(L) 24 Luego me levantó el Espíritu y me volvió a llevar en visión del Espíritu de Dios a la tierra de los caldeos, a los cautivos. Y se fue de mí la visión que había visto. 25 Y hablé a los cautivos todas las cosas que Jehová me había mostrado.

Salida de Ezequiel en señal de la cautividad

12 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oír y no oyen,(M) porque son casa rebelde. Por tanto tú, hijo de hombre, prepárate enseres de marcha, y parte de día delante de sus ojos; y te pasarás de tu lugar a otro lugar a vista de ellos, por si tal vez atienden, porque son casa rebelde. Y sacarás tus enseres de día delante de sus ojos, como enseres de cautiverio; mas tú saldrás por la tarde a vista de ellos, como quien sale en cautiverio. Delante de sus ojos te abrirás paso por entre la pared, y saldrás por ella. Delante de sus ojos los llevarás sobre tus hombros, de noche los sacarás; cubrirás tu rostro, y no mirarás la tierra; porque por señal te he dado a la casa de Israel.

Y yo hice así como me fue mandado; saqué mis enseres de día, como enseres de cautiverio, y a la tarde me abrí paso por entre la pared con mi propia mano; salí de noche, y los llevé sobre los hombros a vista de ellos.

Y vino a mí palabra de Jehová por la mañana, diciendo: Hijo de hombre, ¿no te ha dicho la casa de Israel, aquella casa rebelde: Qué haces? 10 Diles: Así ha dicho Jehová el Señor: Esta profecía se refiere al príncipe en Jerusalén, y a toda la casa de Israel que está en medio de ella. 11 Diles: Yo soy vuestra señal; como yo hice, así se hará con vosotros; partiréis al destierro, en cautividad. 12 Y al príncipe que está en medio de ellos llevarán a cuestas de noche, y saldrán; por la pared abrirán paso para sacarlo por ella; cubrirá su rostro para no ver con sus ojos la tierra. 13 Mas yo extenderé mi red sobre él, y caerá preso en mi trampa, y haré llevarlo a Babilonia, a tierra de caldeos, pero no la verá,(N) y allá morirá. 14 Y a todos los que estuvieren alrededor de él para ayudarle, y a todas sus tropas, esparciré a todos los vientos, y desenvainaré espada en pos de ellos. 15 Y sabrán que yo soy Jehová, cuando los esparciere entre las naciones, y los dispersare por la tierra. 16 Y haré que unos pocos de ellos escapen de la espada, del hambre y de la peste, para que cuenten todas sus abominaciones entre las naciones adonde llegaren; y sabrán que yo soy Jehová.

17 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 18 Hijo de hombre, come tu pan con temblor, y bebe tu agua con estremecimiento y con ansiedad. 19 Y di al pueblo de la tierra: Así ha dicho Jehová el Señor sobre los moradores de Jerusalén y sobre la tierra de Israel: Su pan comerán con temor, y con espanto beberán su agua; porque su tierra será despojada de su plenitud, por la maldad de todos los que en ella moran. 20 Y las ciudades habitadas quedarán desiertas, y la tierra será asolada; y sabréis que yo soy Jehová.

21 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 22 Hijo de hombre, ¿qué refrán es este que tenéis vosotros en la tierra de Israel, que dice: Se van prolongando los días, y desaparecerá toda visión? 23 Diles, por tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: Haré cesar este refrán, y no repetirán más este refrán en Israel. Diles, pues: Se han acercado aquellos días, y el cumplimiento de toda visión. 24 Porque no habrá más visión vana, ni habrá adivinación de lisonjeros en medio de la casa de Israel. 25 Porque yo Jehová hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hable; no se tardará más, sino que en vuestros días, oh casa rebelde, hablaré palabra y la cumpliré, dice Jehová el Señor.

26 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 27 Hijo de hombre, he aquí que los de la casa de Israel dicen: La visión que este ve es para de aquí a muchos días, para lejanos tiempos profetiza este. 28 Diles, por tanto: Así ha dicho Jehová el Señor: No se tardará más ninguna de mis palabras, sino que la palabra que yo hable se cumplirá, dice Jehová el Señor.

Condenación de los falsos profetas

13 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel que profetizan, y di a los que profetizan de su propio corazón: Oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto! Como zorras en los desiertos fueron tus profetas, oh Israel. No habéis subido a las brechas, ni habéis edificado un muro alrededor de la casa de Israel, para que resista firme en la batalla en el día de Jehová. Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de ellos. ¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís: Dijo Jehová, no habiendo yo hablado?

Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto vosotros habéis hablado vanidad, y habéis visto mentira, por tanto, he aquí yo estoy contra vosotros, dice Jehová el Señor. Estará mi mano contra los profetas que ven vanidad y adivinan mentira; no estarán en la congregación de mi pueblo, ni serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni a la tierra de Israel volverán; y sabréis que yo soy Jehová el Señor. 10 Sí, por cuanto engañaron a mi pueblo, diciendo: Paz, no habiendo paz;(O) y uno edificaba la pared, y he aquí que los otros la recubrían con lodo suelto, 11 di a los recubridores con lodo suelto, que caerá; vendrá lluvia torrencial, y enviaré piedras de granizo que la hagan caer, y viento tempestuoso la romperá. 12 Y he aquí cuando la pared haya caído, ¿no os dirán: Dónde está la embarradura con que la recubristeis? 13 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Haré que la rompa viento tempestuoso con mi ira, y lluvia torrencial vendrá con mi furor, y piedras de granizo con enojo para consumir. 14 Así desbarataré la pared que vosotros recubristeis con lodo suelto, y la echaré a tierra, y será descubierto su cimiento, y caerá, y seréis consumidos en medio de ella; y sabréis que yo soy Jehová. 15 Cumpliré así mi furor en la pared y en los que la recubrieron con lodo suelto; y os diré: No existe la pared, ni los que la recubrieron, 16 los profetas de Israel que profetizan acerca de Jerusalén, y ven para ella visión de paz, no habiendo paz, dice Jehová el Señor.

17 Y tú, hijo de hombre, pon tu rostro contra las hijas de tu pueblo que profetizan de su propio corazón, y profetiza contra ellas, 18 y di: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de aquellas que cosen vendas mágicas para todas las manos, y hacen velos mágicos para la cabeza de toda edad, para cazar las almas! ¿Habéis de cazar las almas de mi pueblo, para mantener así vuestra propia vida? 19 ¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira?

20 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra vuestras vendas mágicas, con que cazáis las almas al vuelo; yo las libraré de vuestras manos, y soltaré para que vuelen como aves las almas que vosotras cazáis volando. 21 Romperé asimismo vuestros velos mágicos, y libraré a mi pueblo de vuestra mano, y no estarán más como presa en vuestra mano; y sabréis que yo soy Jehová. 22 Por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo, al cual yo no entristecí, y fortalecisteis las manos del impío, para que no se apartase de su mal camino, infundiéndole ánimo, 23 por tanto, no veréis más visión vana, ni practicaréis más adivinación; y libraré mi pueblo de vuestra mano, y sabréis que yo soy Jehová.

Juicio contra los idólatras que consultan al profeta

14 Vinieron a mí algunos de los ancianos de Israel, y se sentaron delante de mí. Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón, y han establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro. ¿Acaso he de ser yo en modo alguno consultado por ellos? Háblales, por tanto, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: Cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, y viniere al profeta, yo Jehová responderé al que viniere conforme a la multitud de sus ídolos, para tomar a la casa de Israel por el corazón, ya que se han apartado de mí todos ellos por sus ídolos.

Por tanto, di a la casa de Israel: Así dice Jehová el Señor: Convertíos, y volveos de vuestros ídolos, y apartad vuestro rostro de todas vuestras abominaciones. Porque cualquier hombre de la casa de Israel, y de los extranjeros que moran en Israel, que se hubiere apartado de andar en pos de mí, y hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido delante de su rostro el tropiezo de su maldad, y viniere al profeta para preguntarle por mí, yo Jehová le responderé por mí mismo; y pondré mi rostro contra aquel hombre, y le pondré por señal y por escarmiento, y lo cortaré de en medio de mi pueblo; y sabréis que yo soy Jehová. Y cuando el profeta fuere engañado y hablare palabra, yo Jehová engañé al tal profeta; y extenderé mi mano contra él, y lo destruiré de en medio de mi pueblo Israel. 10 Y llevarán ambos el castigo de su maldad; como la maldad del que consultare, así será la maldad del profeta, 11 para que la casa de Israel no se desvíe más de en pos de mí, ni se contamine más en todas sus rebeliones; y me sean por pueblo, y yo les sea por Dios, dice Jehová el Señor.

Justicia del castigo de Jerusalén

12 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 13 Hijo de hombre, cuando la tierra pecare contra mí rebelándose pérfidamente, y extendiere yo mi mano sobre ella, y le quebrantare el sustento del pan, y enviare en ella hambre, y cortare de ella hombres y bestias, 14 si estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor. 15 Y si hiciere pasar bestias feroces por la tierra y la asolaren, y quedare desolada de modo que no haya quien pase a causa de las fieras, 16 y estos tres varones estuviesen en medio de ella, vivo yo, dice Jehová el Señor, ni a sus hijos ni a sus hijas librarían; ellos solos serían librados, y la tierra quedaría desolada. 17 O si yo trajere espada sobre la tierra, y dijere: Espada, pasa por la tierra; e hiciere cortar de ella hombres y bestias, 18 y estos tres varones estuviesen en medio de ella, vivo yo, dice Jehová el Señor, no librarían a sus hijos ni a sus hijas; ellos solos serían librados. 19 O si enviare pestilencia sobre esa tierra y derramare mi ira sobre ella en sangre, para cortar de ella hombres y bestias, 20 y estuviesen en medio de ella Noé, Daniel y Job, vivo yo, dice Jehová el Señor, no librarían a hijo ni a hija; ellos por su justicia librarían solamente sus propias vidas.

21 Por lo cual así ha dicho Jehová el Señor: ¿Cuánto más cuando yo enviare contra Jerusalén mis cuatro juicios terribles, espada, hambre, fieras y pestilencia,(P) para cortar de ella hombres y bestias? 22 Sin embargo, he aquí quedará en ella un remanente, hijos e hijas, que serán llevados fuera; he aquí que ellos vendrán a vosotros, y veréis su camino y sus hechos, y seréis consolados del mal que hice venir sobre Jerusalén, de todas las cosas que traje sobre ella. 23 Y os consolarán cuando viereis su camino y sus hechos, y conoceréis que no sin causa hice todo lo que he hecho en ella, dice Jehová el Señor.

Jerusalén es como una vid inútil

15 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, ¿qué es la madera de la vid más que cualquier otra madera? ¿Qué es el sarmiento entre los árboles del bosque? ¿Tomarán de ella madera para hacer alguna obra? ¿Tomarán de ella una estaca para colgar en ella alguna cosa? He aquí, es puesta en el fuego para ser consumida; sus dos extremos consumió el fuego, y la parte de en medio se quemó; ¿servirá para obra alguna? He aquí que cuando estaba entera no servía para obra alguna; ¿cuánto menos después que el fuego la hubiere consumido, y fuere quemada? ¿Servirá más para obra alguna? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Como la madera de la vid entre los árboles del bosque, la cual di al fuego para que la consumiese, así haré a los moradores de Jerusalén. Y pondré mi rostro contra ellos; aunque del fuego se escaparon, fuego los consumirá; y sabréis que yo soy Jehová, cuando pusiere mi rostro contra ellos. Y convertiré la tierra en asolamiento, por cuanto cometieron prevaricación, dice Jehová el Señor.

Infidelidad de Jerusalén

16 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, notifica a Jerusalén sus abominaciones, y di: Así ha dicho Jehová el Señor sobre Jerusalén: Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea. Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas. No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el día que naciste.

Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ¡Vive! Sí, te dije, cuando estabas en tus sangres: ¡Vive! Te hice multiplicar como la hierba del campo; y creciste y te hiciste grande, y llegaste a ser muy hermosa; tus pechos se habían formado, y tu pelo había crecido; pero estabas desnuda y descubierta.

Y pasé yo otra vez junto a ti, y te miré, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores; y extendí mi manto sobre ti, y cubrí tu desnudez; y te di juramento y entré en pacto contigo, dice Jehová el Señor, y fuiste mía. Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite; 10 y te vestí de bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de seda. 11 Te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello. 12 Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza. 13 Así fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado; comiste flor de harina de trigo, miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar. 14 Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Jehová el Señor.

15 Pero confiaste en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre, y derramaste tus fornicaciones a cuantos pasaron; suya eras. 16 Y tomaste de tus vestidos, y te hiciste diversos lugares altos, y fornicaste sobre ellos; cosa semejante nunca había sucedido, ni sucederá más. 17 Tomaste asimismo tus hermosas alhajas de oro y de plata que yo te había dado, y te hiciste imágenes de hombre y fornicaste con ellas; 18 y tomaste tus vestidos de diversos colores y las cubriste; y mi aceite y mi incienso pusiste delante de ellas. 19 Mi pan también, que yo te había dado, la flor de la harina, el aceite y la miel, con que yo te mantuve, pusiste delante de ellas para olor agradable; y fue así, dice Jehová el Señor. 20 Además de esto, tomaste tus hijos y tus hijas que habías dado a luz para mí, y los sacrificaste a ellas para que fuesen consumidos. ¿Eran poca cosa tus fornicaciones, 21 para que degollases también a mis hijos y los ofrecieras a aquellas imágenes como ofrenda que el fuego consumía? 22 Y con todas tus abominaciones y tus fornicaciones no te has acordado de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta, cuando estabas envuelta en tu sangre.

23 Y sucedió que después de toda tu maldad (¡ay, ay de ti! dice Jehová el Señor), 24 te edificaste lugares altos, y te hiciste altar en todas las plazas. 25 En toda cabeza de camino edificaste lugar alto, e hiciste abominable tu hermosura, y te ofreciste a cuantos pasaban, y multiplicaste tus fornicaciones. 26 Y fornicaste con los hijos de Egipto, tus vecinos, gruesos de carnes; y aumentaste tus fornicaciones para enojarme. 27 Por tanto, he aquí que yo extendí contra ti mi mano, y disminuí tu provisión ordinaria, y te entregué a la voluntad de las hijas de los filisteos, que te aborrecen, las cuales se avergüenzan de tu camino deshonesto. 28 Fornicaste también con los asirios, por no haberte saciado; y fornicaste con ellos y tampoco te saciaste. 29 Multiplicaste asimismo tu fornicación en la tierra de Canaán y de los caldeos, y tampoco con esto te saciaste.

30 ¡Cuán inconstante es tu corazón, dice Jehová el Señor, habiendo hecho todas estas cosas, obras de una ramera desvergonzada, 31 edificando tus lugares altos en toda cabeza de camino, y haciendo tus altares en todas las plazas! Y no fuiste semejante a ramera, en que menospreciaste la paga, 32 sino como mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a ajenos. 33 A todas las rameras les dan dones; mas tú diste tus dones a todos tus enamorados; y les diste presentes, para que de todas partes se llegasen a ti en tus fornicaciones. 34 Y ha sucedido contigo, en tus fornicaciones, lo contrario de las demás mujeres: porque ninguno te ha solicitado para fornicar, y tú das la paga, en lugar de recibirla; por esto has sido diferente.

35 Por tanto, ramera, oye palabra de Jehová. 36 Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto han sido descubiertas tus desnudeces en tus fornicaciones, y tu confusión ha sido manifestada a tus enamorados, y a los ídolos de tus abominaciones, y en la sangre de tus hijos, los cuales les diste; 37 por tanto, he aquí que yo reuniré a todos tus enamorados con los cuales tomaste placer, y a todos los que amaste, con todos los que aborreciste; y los reuniré alrededor de ti y les descubriré tu desnudez, y ellos verán toda tu desnudez. 38 Y yo te juzgaré por las leyes de las adúlteras, y de las que derraman sangre; y traeré sobre ti sangre de ira y de celos. 39 Y te entregaré en manos de ellos; y destruirán tus lugares altos, y derribarán tus altares, y te despojarán de tus ropas, se llevarán tus hermosas alhajas, y te dejarán desnuda y descubierta. 40 Y harán subir contra ti muchedumbre de gente, y te apedrearán, y te atravesarán con sus espadas. 41 Quemarán tus casas a fuego, y harán en ti juicios en presencia de muchas mujeres; y así haré que dejes de ser ramera, y que ceses de prodigar tus dones. 42 Y saciaré mi ira sobre ti, y se apartará de ti mi celo, y descansaré y no me enojaré más. 43 Por cuanto no te acordaste de los días de tu juventud, y me provocaste a ira en todo esto, por eso, he aquí yo también traeré tu camino sobre tu cabeza, dice Jehová el Señor; pues ni aun has pensado sobre toda tu lujuria.

44 He aquí, todo el que usa de refranes te aplicará a ti el refrán que dice: Cual la madre, tal la hija. 45 Hija eres tú de tu madre, que desechó a su marido y a sus hijos; y hermana eres tú de tus hermanas, que desecharon a sus maridos y a sus hijos; vuestra madre fue hetea, y vuestro padre amorreo. 46 Y tu hermana mayor es Samaria, ella y sus hijas, que habitan al norte de ti; y tu hermana menor es Sodoma con sus hijas, la cual habita al sur de ti. 47 Ni aun anduviste en sus caminos, ni hiciste según sus abominaciones; antes, como si esto fuera poco y muy poco, te corrompiste más que ellas en todos tus caminos. 48 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que Sodoma tu hermana y sus hijas no han hecho como hiciste tú y tus hijas. 49 He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. 50 Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité. 51 Y Samaria no cometió ni la mitad de tus pecados; porque tú multiplicaste tus abominaciones más que ellas, y has justificado a tus hermanas con todas las abominaciones que tú hiciste. 52 Tú también, que juzgaste a tus hermanas, lleva tu vergüenza en los pecados que tú hiciste, más abominables que los de ellas; más justas son que tú; avergüénzate, pues, tú también, y lleva tu confusión, por cuanto has justificado a tus hermanas.

53 Yo, pues, haré volver a sus cautivos, los cautivos de Sodoma y de sus hijas, y los cautivos de Samaria y de sus hijas, y haré volver los cautivos de tus cautiverios entre ellas, 54 para que lleves tu confusión, y te avergüences de todo lo que has hecho, siendo tú motivo de consuelo para ellas. 55 Y tus hermanas, Sodoma con sus hijas y Samaria con sus hijas, volverán a su primer estado; tú también y tus hijas volveréis a vuestro primer estado. 56 No era tu hermana Sodoma digna de mención en tu boca en el tiempo de tus soberbias, 57 antes que tu maldad fuese descubierta. Así también ahora llevas tú la afrenta de las hijas de Siria y de todas las hijas de los filisteos, las cuales por todos lados te desprecian. 58 Sufre tú el castigo de tu lujuria y de tus abominaciones, dice Jehová.

59 Pero más ha dicho Jehová el Señor: ¿Haré yo contigo como tú hiciste, que menospreciaste el juramento para invalidar el pacto? 60 Antes yo tendré memoria de mi pacto que concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto sempiterno. 61 Y te acordarás de tus caminos y te avergonzarás, cuando recibas a tus hermanas, las mayores que tú y las menores que tú, las cuales yo te daré por hijas, mas no por tu pacto, 62 sino por mi pacto que yo confirmaré contigo; y sabrás que yo soy Jehová; 63 para que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca, a causa de tu vergüenza, cuando yo perdone todo lo que hiciste, dice Jehová el Señor.

Parábola de las águilas y la vid

17 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, propón una figura, y compón una parábola a la casa de Israel. Y dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: Una gran águila, de grandes alas y de largos miembros, llena de plumas de diversos colores, vino al Líbano, y tomó el cogollo del cedro. Arrancó el principal de sus renuevos y lo llevó a tierra de mercaderes, y lo puso en una ciudad de comerciantes. Tomó también de la simiente de la tierra, y la puso en un campo bueno para sembrar, la plantó junto a aguas abundantes, la puso como un sauce. Y brotó, y se hizo una vid de mucho ramaje, de poca altura, y sus ramas miraban al águila, y sus raíces estaban debajo de ella; así que se hizo una vid, y arrojó sarmientos y echó mugrones.

Había también otra gran águila, de grandes alas y de muchas plumas; y he aquí que esta vid juntó cerca de ella sus raíces, y extendió hacia ella sus ramas, para ser regada por ella por los surcos de su plantío. En un buen campo, junto a muchas aguas, fue plantada, para que hiciese ramas y diese fruto, y para que fuese vid robusta. Diles: Así ha dicho Jehová el Señor: ¿Será prosperada? ¿No arrancará sus raíces, y destruirá su fruto, y se secará? Todas sus hojas lozanas se secarán; y eso sin gran poder ni mucha gente para arrancarla de sus raíces. 10 Y he aquí está plantada; ¿será prosperada? ¿No se secará del todo cuando el viento solano la toque? En los surcos de su verdor se secará.

11 Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 12 Di ahora a la casa rebelde: ¿No habéis entendido qué significan estas cosas? Diles: He aquí que el rey de Babilonia vino a Jerusalén, y tomó a tu rey y a sus príncipes, y los llevó consigo a Babilonia. 13 Tomó también a uno de la descendencia real e hizo pacto con él, y le hizo prestar juramento; y se llevó consigo a los poderosos de la tierra, 14 para que el reino fuese abatido y no se levantase, a fin de que guardando el pacto, permaneciese en pie. 15 Pero se rebeló contra él,(Q) enviando embajadores a Egipto para que le diese caballos y mucha gente. ¿Será prosperado, escapará el que estas cosas hizo? El que rompió el pacto, ¿podrá escapar? 16 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que morirá en medio de Babilonia, en el lugar donde habita el rey que le hizo reinar, cuyo juramento menospreció, y cuyo pacto hecho con él rompió. 17 Y ni con gran ejército ni con mucha compañía hará Faraón nada por él en la batalla, cuando se levanten vallados y se edifiquen torres para cortar muchas vidas. 18 Por cuanto menospreció el juramento y quebrantó el pacto, cuando he aquí que había dado su mano, y ha hecho todas estas cosas, no escapará. 19 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Vivo yo, que el juramento mío que menospreció, y mi pacto que ha quebrantado, lo traeré sobre su misma cabeza. 20 Extenderé sobre él mi red, y será preso en mi lazo, y lo haré venir a Babilonia, y allí entraré en juicio con él por su prevaricación con que contra mí se ha rebelado. 21 Y todos sus fugitivos, con todas sus tropas, caerán a espada, y los que queden serán esparcidos a todos los vientos; y sabréis que yo Jehová he hablado.

22 Así ha dicho Jehová el Señor: Tomaré yo del cogollo de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre el monte alto y sublime. 23 En el monte alto de Israel lo plantaré, y alzará ramas, y dará fruto, y se hará magnífico cedro; y habitarán debajo de él todas las aves de toda especie; a la sombra de sus ramas habitarán. 24 Y sabrán todos los árboles del campo que yo Jehová abatí el árbol sublime, levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde, e hice reverdecer el árbol seco. Yo Jehová lo he dicho, y lo haré.

El alma que pecare morirá

18 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera?(R) Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel. He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.

Y el hombre que fuere justo, e hiciere según el derecho y la justicia; que no comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos a los ídolos de la casa de Israel, ni violare la mujer de su prójimo, ni se llegare a la mujer menstruosa, ni oprimiere a ninguno; que al deudor devolviere su prenda, que no cometiere robo, y que diere de su pan al hambriento y cubriere al desnudo con vestido, que no prestare a interés ni tomare usura; que de la maldad retrajere su mano, e hiciere juicio verdadero entre hombre y hombre, en mis ordenanzas caminare, y guardare mis decretos para hacer rectamente, este es justo; este vivirá,(S) dice Jehová el Señor.

10 Mas si engendrare hijo ladrón, derramador de sangre, o que haga alguna cosa de estas, 11 y que no haga las otras, sino que comiere sobre los montes, o violare la mujer de su prójimo, 12 al pobre y menesteroso oprimiere, cometiere robos, no devolviere la prenda, o alzare sus ojos a los ídolos e hiciere abominación, 13 prestare a interés y tomare usura; ¿vivirá este? No vivirá. Todas estas abominaciones hizo; de cierto morirá, su sangre será sobre él.

14 Pero si este engendrare hijo, el cual viere todos los pecados que su padre hizo, y viéndolos no hiciere según ellos; 15 no comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos a los ídolos de la casa de Israel; la mujer de su prójimo no violare, 16 ni oprimiere a nadie, la prenda no retuviere, ni cometiere robos; al hambriento diere de su pan, y cubriere con vestido al desnudo; 17 apartare su mano del pobre, interés y usura no recibiere; guardare mis decretos y anduviere en mis ordenanzas; este no morirá por la maldad de su padre; de cierto vivirá. 18 Su padre, por cuanto hizo agravio, despojó violentamente al hermano, e hizo en medio de su pueblo lo que no es bueno, he aquí que él morirá por su maldad.

19 Y si dijereis: ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre? Porque el hijo hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá. 20 El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo;(T) la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.

El camino de Dios es justo

(Ez. 33.10-20)

21 Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. 22 Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo vivirá. 23 ¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? 24 Mas si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá.

25 Y si dijereis: No es recto el camino del Señor; oíd ahora, casa de Israel: ¿No es recto mi camino? ¿no son vuestros caminos torcidos? 26 Apartándose el justo de su justicia, y haciendo iniquidad, él morirá por ello; por la iniquidad que hizo, morirá. 27 Y apartándose el impío de su impiedad que hizo, y haciendo según el derecho y la justicia, hará vivir su alma. 28 Porque miró y se apartó de todas sus transgresiones que había cometido, de cierto vivirá; no morirá. 29 Si aún dijere la casa de Israel: No es recto el camino del Señor; ¿no son rectos mis caminos, casa de Israel? Ciertamente, vuestros caminos no son rectos.

30 Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. 31 Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? 32 Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.

Lamentación sobre los príncipes de Israel

19 Y tú, levanta endecha sobre los príncipes de Israel. Dirás: ¡Cómo se echó entre los leones tu madre la leona! Entre los leoncillos crio sus cachorros, e hizo subir uno de sus cachorros; vino a ser leoncillo, y aprendió a arrebatar la presa, y a devorar hombres. Y las naciones oyeron de él; fue tomado en la trampa de ellas, y lo llevaron con grillos a la tierra de Egipto. Viendo ella que había esperado mucho tiempo, y que se perdía su esperanza, tomó otro de sus cachorros, y lo puso por leoncillo. Y él andaba entre los leones; se hizo leoncillo, aprendió a arrebatar la presa, devoró hombres. Saqueó fortalezas, y asoló ciudades; y la tierra fue desolada, y cuanto había en ella, al estruendo de sus rugidos. Arremetieron contra él las gentes de las provincias de alrededor, y extendieron sobre él su red, y en el foso fue apresado. Y lo pusieron en una jaula y lo llevaron con cadenas, y lo llevaron al rey de Babilonia; lo pusieron en las fortalezas, para que su voz no se oyese más sobre los montes de Israel.

10 Tu madre fue como una vid en medio de la viña, plantada junto a las aguas, dando fruto y echando vástagos a causa de las muchas aguas. 11 Y ella tuvo varas fuertes para cetros de reyes; y se elevó su estatura por encima entre las ramas, y fue vista por causa de su altura y la multitud de sus sarmientos. 12 Pero fue arrancada con ira, derribada en tierra, y el viento solano secó su fruto; sus ramas fuertes fueron quebradas y se secaron; las consumió el fuego. 13 Y ahora está plantada en el desierto, en tierra de sequedad y de aridez. 14 Y ha salido fuego de la vara de sus ramas, que ha consumido su fruto, y no ha quedado en ella vara fuerte para cetro de rey.

Endecha es esta, y de endecha servirá.

Modo de proceder de Dios con Israel

20 Aconteció en el año séptimo, en el mes quinto, a los diez días del mes, que vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar a Jehová, y se sentaron delante de mí. Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: ¿A consultarme venís vosotros? Vivo yo, que no os responderé, dice Jehová el Señor. ¿Quieres tú juzgarlos? ¿Los quieres juzgar tú, hijo de hombre? Hazles conocer las abominaciones de sus padres, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: El día que escogí a Israel, y que alcé mi mano para jurar a la descendencia de la casa de Jacob, cuando me di a conocer a ellos en la tierra de Egipto, cuando alcé mi mano y les juré diciendo: Yo soy Jehová vuestro Dios; aquel día que les alcé mi mano, jurando así que los sacaría de la tierra de Egipto a la tierra que les había provisto, que fluye leche y miel, la cual es la más hermosa de todas las tierras;(U) entonces les dije: Cada uno eche de sí las abominaciones de delante de sus ojos, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto. Yo soy Jehová vuestro Dios.

Mas ellos se rebelaron contra mí, y no quisieron obedecerme; no echó de sí cada uno las abominaciones de delante de sus ojos, ni dejaron los ídolos de Egipto; y dije que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en medio de la tierra de Egipto. Con todo, a causa de mi nombre, para que no se infamase ante los ojos de las naciones en medio de las cuales estaban, en cuyos ojos fui conocido, actué para sacarlos de la tierra de Egipto. 10 Los saqué de la tierra de Egipto, y los traje al desierto, 11 y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá. 12 Y les di también mis días de reposo,[a] para que fuesen por señal entre mí y ellos,(V) para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico. 13 Mas se rebeló contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis estatutos, y desecharon mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere, vivirá;(W) y mis días de reposo[b] profanaron en gran manera; dije, por tanto, que derramaría sobre ellos mi ira en el desierto para exterminarlos. 14 Pero actué a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado.

15 También yo les alcé mi mano en el desierto, jurando que no los traería a la tierra que les había dado, que fluye leche y miel, la cual es la más hermosa de todas las tierras;(X) 16 porque desecharon mis decretos, y no anduvieron en mis estatutos, y mis días de reposo[c] profanaron, porque tras sus ídolos iba su corazón. 17 Con todo, los perdonó mi ojo, pues no los maté, ni los exterminé en el desierto; 18 antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis con sus ídolos. 19 Yo soy Jehová vuestro Dios; andad en mis estatutos, y guardad mis preceptos, y ponedlos por obra; 20 y santificad mis días de reposo,[d] y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios. 21 Mas los hijos se rebelaron contra mí; no anduvieron en mis estatutos, ni guardaron mis decretos para ponerlos por obra, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá; profanaron mis días de reposo.[e]

Dije entonces que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en el desierto. 22 Mas retraje mi mano a causa de mi nombre, para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado. 23 También les alcé yo mi mano en el desierto, jurando que los esparciría entre las naciones, y que los dispersaría por las tierras,(Y) 24 porque no pusieron por obra mis decretos, sino que desecharon mis estatutos y profanaron mis días de reposo,[f] y tras los ídolos de sus padres se les fueron los ojos. 25 Por eso yo también les di estatutos que no eran buenos, y decretos por los cuales no podrían vivir. 26 Y los contaminé en sus ofrendas cuando hacían pasar por el fuego a todo primogénito, para desolarlos y hacerles saber que yo soy Jehová.

27 Por tanto, hijo de hombre, habla a la casa de Israel, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: Aun en esto me afrentaron vuestros padres cuando cometieron rebelión contra mí. 28 Porque yo los traje a la tierra sobre la cual había alzado mi mano jurando que había de dársela, y miraron a todo collado alto y a todo árbol frondoso, y allí sacrificaron sus víctimas, y allí presentaron ofrendas que me irritan, allí pusieron también su incienso agradable, y allí derramaron sus libaciones. 29 Y yo les dije: ¿Qué es ese lugar alto adonde vosotros vais? Y fue llamado su nombre Bama[g] hasta el día de hoy. 30 Di, pues, a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: ¿No os contamináis vosotros a la manera de vuestros padres, y fornicáis tras sus abominaciones? 31 Porque ofreciendo vuestras ofrendas, haciendo pasar vuestros hijos por el fuego, os habéis contaminado con todos vuestros ídolos hasta hoy; ¿y he de responderos yo, casa de Israel? Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no os responderé.

32 Y no ha de ser lo que habéis pensado. Porque vosotros decís: Seamos como las naciones, como las demás familias de la tierra, que sirven al palo y a la piedra.

33 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que con mano fuerte y brazo extendido, y enojo derramado, he de reinar sobre vosotros; 34 y os sacaré de entre los pueblos, y os reuniré de las tierras en que estáis esparcidos, con mano fuerte y brazo extendido, y enojo derramado; 35 y os traeré al desierto de los pueblos, y allí litigaré con vosotros cara a cara. 36 Como litigué con vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, así litigaré con vosotros, dice Jehová el Señor. 37 Os haré pasar bajo la vara, y os haré entrar en los vínculos del pacto; 38 y apartaré de entre vosotros a los rebeldes, y a los que se rebelaron contra mí; de la tierra de sus peregrinaciones los sacaré, mas a la tierra de Israel no entrarán; y sabréis que yo soy Jehová.

39 Y a vosotros, oh casa de Israel, así ha dicho Jehová el Señor: Andad cada uno tras sus ídolos, y servidles, si es que a mí no me obedecéis; pero no profanéis más mi santo nombre con vuestras ofrendas y con vuestros ídolos.

40 Pero en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice Jehová el Señor, allí me servirá toda la casa de Israel, toda ella en la tierra; allí los aceptaré, y allí demandaré vuestras ofrendas, y las primicias de vuestros dones, con todas vuestras cosas consagradas. 41 Como incienso agradable os aceptaré, cuando os haya sacado de entre los pueblos, y os haya congregado de entre las tierras en que estáis esparcidos; y seré santificado en vosotros a los ojos de las naciones. 42 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando os haya traído a la tierra de Israel, la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a vuestros padres. 43 Y allí os acordaréis de vuestros caminos, y de todos vuestros hechos en que os contaminasteis; y os aborreceréis a vosotros mismos a causa de todos vuestros pecados que cometisteis. 44 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando haga con vosotros por amor de mi nombre, no según vuestros caminos malos ni según vuestras perversas obras, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor.

Profecía contra el Neguev

45 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 46 Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el sur, derrama tu palabra hacia la parte austral, profetiza contra el bosque del Neguev. 47 Y dirás al bosque del Neguev: Oye la palabra de Jehová: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que yo enciendo en ti fuego, el cual consumirá en ti todo árbol verde y todo árbol seco; no se apagará la llama del fuego; y serán quemados en ella todos los rostros, desde el sur hasta el norte. 48 Y verá toda carne que yo Jehová lo encendí; no se apagará. 49 Y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ellos dicen de mí: ¿No profiere este parábolas?

La espada afilada de Jehová

21 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro contra Jerusalén, y derrama palabra sobre los santuarios, y profetiza contra la tierra de Israel. Dirás a la tierra de Israel: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo estoy contra ti, y sacaré mi espada de su vaina, y cortaré de ti al justo y al impío. Y por cuanto he de cortar de ti al justo y al impío, por tanto, mi espada saldrá de su vaina contra toda carne, desde el sur hasta el norte. Y sabrá toda carne que yo Jehová saqué mi espada de su vaina; no la envainaré más. Y tú, hijo de hombre, gime con quebrantamiento de tus lomos y con amargura; gime delante de los ojos de ellos. Y cuando te dijeren: ¿Por qué gimes tú?, dirás: Por una noticia que cuando llegue hará que desfallezca todo corazón, y toda mano se debilitará, y se angustiará todo espíritu, y toda rodilla será débil como el agua; he aquí que viene, y se hará, dice Jehová el Señor.

Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, profetiza, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: Di: La espada, la espada está afilada, y también pulida. 10 Para degollar víctimas está afilada, pulida está para que relumbre. ¿Hemos de alegrarnos? Al cetro de mi hijo ha despreciado como a un palo cualquiera. 11 Y la dio a pulir para tenerla a mano; la espada está afilada, y está pulida para entregarla en mano del matador. 12 Clama y lamenta, oh hijo de hombre; porque esta será sobre mi pueblo, será ella sobre todos los príncipes de Israel; caerán ellos a espada juntamente con mi pueblo; hiere, pues, tu muslo; 13 porque está probado. ¿Y qué, si la espada desprecia aun al cetro? Él no será más, dice Jehová el Señor.

14 Tú, pues, hijo de hombre, profetiza, y bate una mano contra otra, y duplíquese y triplíquese el furor de la espada homicida; esta es la espada de la gran matanza que los traspasará, 15 para que el corazón desmaye, y los estragos se multipliquen; en todas las puertas de ellos he puesto espanto de espada. ¡Ah! dispuesta está para que relumbre, y preparada para degollar. 16 Corta a la derecha, hiere a la izquierda, adonde quiera que te vuelvas. 17 Y yo también batiré mi mano contra mi mano, y haré reposar mi ira. Yo Jehová he hablado.

18 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 19 Tú, hijo de hombre, traza dos caminos por donde venga la espada del rey de Babilonia; de una misma tierra salgan ambos; y pon una señal al comienzo de cada camino, que indique la ciudad adonde va. 20 El camino señalarás por donde venga la espada a Rabá de los hijos de Amón, y a Judá contra Jerusalén, la ciudad fortificada. 21 Porque el rey de Babilonia se ha detenido en una encrucijada, al principio de los dos caminos, para usar de adivinación; ha sacudido las saetas, consultó a sus ídolos, miró el hígado. 22 La adivinación señaló a su mano derecha, sobre Jerusalén, para dar la orden de ataque, para dar comienzo a la matanza, para levantar la voz en grito de guerra, para poner arietes contra las puertas, para levantar vallados, y edificar torres de sitio. 23 Mas para ellos esto será como adivinación mentirosa, ya que les ha hecho solemnes juramentos; pero él trae a la memoria la maldad de ellos, para apresarlos.

24 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto habéis hecho traer a la memoria vuestras maldades, manifestando vuestras traiciones, y descubriendo vuestros pecados en todas vuestras obras; por cuanto habéis venido en memoria, seréis entregados en su mano. 25 Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo de la consumación de la maldad, 26 así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona; esto no será más así; sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto. 27 A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré.

Juicio contra los amonitas

28 Y tú, hijo de hombre, profetiza, y di: Así ha dicho Jehová el Señor acerca de los hijos de Amón,(Z) y de su oprobio. Dirás, pues: La espada, la espada está desenvainada para degollar; para consumir está pulida con resplandor. 29 Te profetizan vanidad, te adivinan mentira, para que la emplees sobre los cuellos de los malos sentenciados a muerte, cuyo día vino en el tiempo de la consumación de la maldad. 30 ¿La volveré a su vaina? En el lugar donde te criaste, en la tierra donde has vivido, te juzgaré, 31 y derramaré sobre ti mi ira; el fuego de mi enojo haré encender sobre ti, y te entregaré en mano de hombres temerarios, artífices de destrucción. 32 Serás pasto del fuego, se empapará la tierra de tu sangre; no habrá más memoria de ti, porque yo Jehová he hablado.

Los pecados de Jerusalén

22 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Tú, hijo de hombre, ¿no juzgarás tú, no juzgarás tú a la ciudad derramadora de sangre, y le mostrarás todas sus abominaciones? Dirás, pues: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ciudad derramadora de sangre en medio de sí, para que venga su hora, y que hizo ídolos contra sí misma para contaminarse! En tu sangre que derramaste has pecado, y te has contaminado en tus ídolos que hiciste; y has hecho acercar tu día, y has llegado al término de tus años; por tanto, te he dado en oprobio a las naciones, y en escarnio a todas las tierras. Las que están cerca de ti y las que están lejos se reirán de ti, amancillada de nombre, y de grande turbación.

He aquí que los príncipes de Israel, cada uno según su poder, se esfuerzan en derramar sangre. Al padre y a la madre despreciaron en ti;(AA) al extranjero trataron con violencia en medio de ti; al huérfano y a la viuda despojaron en ti.(AB) Mis santuarios menospreciaste, y mis días de reposo[h] has profanado.(AC) Calumniadores hubo en ti para derramar sangre; y sobre los montes comieron en ti; hicieron en medio de ti perversidades. 10 La desnudez del padre descubrieron en ti, y en ti hicieron violencia a la que estaba inmunda por su menstruo. 11 Cada uno hizo abominación con la mujer de su prójimo, cada uno contaminó pervertidamente a su nuera, y cada uno violó en ti a su hermana, hija de su padre.(AD) 12 Precio recibieron en ti(AE) para derramar sangre; interés y usura tomaste,(AF) y a tus prójimos defraudaste con violencia; te olvidaste de mí, dice Jehová el Señor.

13 Y he aquí que batí mis manos a causa de tu avaricia que cometiste, y a causa de la sangre que derramaste en medio de ti. 14 ¿Estará firme tu corazón? ¿Serán fuertes tus manos en los días en que yo proceda contra ti? Yo Jehová he hablado, y lo haré. 15 Te dispersaré por las naciones, y te esparciré por las tierras; y haré fenecer de ti tu inmundicia. 16 Y por ti misma serás degradada a la vista de las naciones; y sabrás que yo soy Jehová.

17 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 18 Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido en escoria; todos ellos son bronce y estaño y hierro y plomo en medio del horno; y en escorias de plata se convirtieron. 19 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto todos vosotros os habéis convertido en escorias, por tanto, he aquí que yo os reuniré en medio de Jerusalén. 20 Como quien junta plata y bronce y hierro y plomo y estaño en medio del horno, para encender fuego en él para fundirlos, así os juntaré en mi furor y en mi ira, y os pondré allí, y os fundiré. 21 Yo os juntaré y soplaré sobre vosotros en el fuego de mi furor, y en medio de él seréis fundidos. 22 Como se funde la plata en medio del horno, así seréis fundidos en medio de él; y sabréis que yo Jehová habré derramado mi enojo sobre vosotros.

23 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 24 Hijo de hombre, di a ella: Tú no eres tierra limpia, ni rociada con lluvia en el día del furor. 25 Hay conjuración de sus profetas en medio de ella, como león rugiente que arrebata presa; devoraron almas, tomaron haciendas y honra, multiplicaron sus viudas en medio de ella. 26 Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio;(AG) y de mis días de reposo[i] apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos. 27 Sus príncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas. 28 Y sus profetas recubrían con lodo suelto, profetizándoles vanidad y adivinándoles mentira, diciendo: Así ha dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado. 29 El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. 30 Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. 31 Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor.

Las dos hermanas

23 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, hubo dos mujeres, hijas de una madre, las cuales fornicaron en Egipto; en su juventud fornicaron. Allí fueron apretados sus pechos, allí fueron estrujados sus pechos virginales. Y se llamaban, la mayor, Ahola,[j] y su hermana, Aholiba;[k] las cuales llegaron a ser mías, y dieron a luz hijos e hijas. Y se llamaron: Samaria, Ahola; y Jerusalén, Aholiba.

Y Ahola cometió fornicación aun estando en mi poder; y se enamoró de sus amantes los asirios, vecinos suyos, vestidos de púrpura, gobernadores y capitanes, jóvenes codiciables todos ellos, jinetes que iban a caballo. Y se prostituyó con ellos, con todos los más escogidos de los hijos de los asirios, y con todos aquellos de quienes se enamoró; se contaminó con todos los ídolos de ellos. Y no dejó sus fornicaciones de Egipto; porque con ella se echaron en su juventud, y ellos comprimieron sus pechos virginales, y derramaron sobre ella su fornicación. Por lo cual la entregué en mano de sus amantes, en mano de los hijos de los asirios, de quienes se había enamorado. 10 Ellos descubrieron su desnudez, tomaron sus hijos y sus hijas, y a ella mataron a espada; y vino a ser famosa entre las mujeres, pues en ella hicieron escarmiento.

11 Y lo vio su hermana Aholiba, y enloqueció de lujuria más que ella; y sus fornicaciones fueron más que las fornicaciones de su hermana. 12 Se enamoró de los hijos de los asirios sus vecinos, gobernadores y capitanes, vestidos de ropas y armas excelentes, jinetes que iban a caballo, todos ellos jóvenes codiciables. 13 Y vi que se había contaminado; un mismo camino era el de ambas. 14 Y aumentó sus fornicaciones; pues cuando vio a hombres pintados en la pared, imágenes de caldeos pintadas de color, 15 ceñidos por sus lomos con talabartes, y tiaras de colores en sus cabezas, teniendo todos ellos apariencia de capitanes, a la manera de los hombres de Babilonia, de Caldea, tierra de su nacimiento, 16 se enamoró de ellos a primera vista, y les envió mensajeros a la tierra de los caldeos. 17 Así, pues, se llegaron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron, y ella también se contaminó con ellos, y su alma se hastió de ellos. 18 Así hizo patentes sus fornicaciones y descubrió sus desnudeces, por lo cual mi alma se hastió de ella, como se había ya hastiado mi alma de su hermana. 19 Aun multiplicó sus fornicaciones, trayendo en memoria los días de su juventud, en los cuales había fornicado en la tierra de Egipto. 20 Y se enamoró de sus rufianes, cuya lujuria es como el ardor carnal de los asnos, y cuyo flujo como flujo de caballos. 21 Así trajiste de nuevo a la memoria la lujuria de tu juventud, cuando los egipcios comprimieron tus pechos, los pechos de tu juventud.

22 Por tanto, Aholiba, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que yo suscitaré contra ti a tus amantes, de los cuales se hastió tu alma, y les haré venir contra ti en derredor;

Footnotes

  1. Ezequiel 20:12 Aquí equivale a sábado.
  2. Ezequiel 20:13 Aquí equivale a sábado.
  3. Ezequiel 20:16 Aquí equivale a sábado.
  4. Ezequiel 20:20 Aquí equivale a sábado.
  5. Ezequiel 20:21 Aquí equivale a sábado.
  6. Ezequiel 20:24 Aquí equivale a sábado.
  7. Ezequiel 20:29 Esto es, lugar alto.
  8. Ezequiel 22:8 Aquí equivale a sábado.
  9. Ezequiel 22:26 Aquí equivale a sábado.
  10. Ezequiel 23:4 Esto es, Tabernáculo de ella.
  11. Ezequiel 23:4 Esto es, Mi tabernáculo en ella.