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¡Ah, si tú fueras como mi hermano,
Amamantado a los pechos de mi madre!
Si te encontrara afuera, te besaría,
Y no me despreciarían.
Te llevaría y te introduciría
En la casa de mi madre(A), que me enseñaba;
Te daría a beber vino sazonado del zumo de mis granadas.
Que esté su izquierda bajo mi cabeza
Y su derecha me abrace(B)».

EL ESPOSO:

«Quiero que juren, oh hijas de Jerusalén;
Que no despertarán ni levantarán a mi amor,
Hasta que quiera(C)».

EL CORO:

«¿Quién es esta que sube del desierto(D),
Recostada sobre su amado?».

EL ESPOSO:

«Debajo del manzano(E) te desperté;
Allí tu madre tuvo dolores de parto por ti,
Allí tuvo dolores de parto, y te dio a luz».

LA ESPOSA:

«Ponme como un sello sobre tu corazón,
Como un sello(F) sobre tu brazo,
Porque fuerte como la muerte es el amor,
Inexorables como el Seol[a], los celos(G);
Sus destellos, son destellos de fuego,
La llama misma del Señor.
Las muchas aguas no podrán extinguir el amor,
Ni los ríos lo apagarán.
Si el hombre diera todos los bienes de su casa por amor,
Solo lograría desprecio(H)».

EL CORO:

«Tenemos una hermana pequeña,
Y todavía no tiene pechos(I);
¿Qué haremos por nuestra hermana
El día en que sea pedida?
Si ella es una muralla,
Edificaremos sobre ella un baluarte de plata;
Pero si es una puerta,
La reforzaremos con tablas de cedro(J)».

LA ESPOSA:

10 «Yo soy una muralla, y mis pechos(K) como torres,
Entonces fui a sus ojos como quien halla la paz.
11 Salomón tenía una viña(L) en Baal Hamón,
Confió la viña(M) a los guardas(N);
Cada uno debía traer por su fruto mil(O) siclos (11.4 kilos) de plata(P).
12 Mi viña, que es mía, está a mi disposición;
Los mil siclos son para ti, Salomón,
Y doscientos, para los que guardan su fruto».

EL ESPOSO:

13 «Oh tú, que moras en los huertos,
Mis compañeros(Q) están atentos a tu voz;
Déjame que la oiga(R)».

LA ESPOSA:

14 «Apresúrate, amado mío,
Y sé como una gacela o un cervatillo(S)
Sobre los montes de los aromas(T)».

Footnotes

  1. Cantares 8:6 I.e. región de los muertos.

¡Oh, si tú fueras como un hermano mío

Que mamó los pechos de mi madre!

Entonces, hallándote fuera, te besaría,

Y no me menospreciarían.

Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre;

Tú me enseñarías,

Y yo te haría beber vino

Adobado del mosto de mis granadas.

Su izquierda esté debajo de mi cabeza,

Y su derecha me abrace.

Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.

El poder del amor

¿Quién es esta que sube del desierto,

Recostada sobre su amado?

Debajo de un manzano te desperté;

Allí tuvo tu madre dolores,

Allí tuvo dolores la que te dio a luz.

Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;

Porque fuerte es como la muerte el amor;

Duros como el Seol los celos;

Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.

Las muchas aguas no podrán apagar el amor,

Ni lo ahogarán los ríos.

Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,

De cierto lo menospreciarían.

Tenemos una pequeña hermana,

Que no tiene pechos;

¿Qué haremos a nuestra hermana

Cuando de ella se hablare?

Si ella es muro,

Edificaremos sobre él un palacio de plata;

Si fuere puerta,

La guarneceremos con tablas de cedro.

10 Yo soy muro, y mis pechos como torres,

Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.

11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,

La cual entregó a guardas,

Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.

12 Mi viña, que es mía, está delante de mí;

Las mil serán tuyas, oh Salomón,

Y doscientas para los que guardan su fruto.

13 Oh, tú que habitas en los huertos,

Los compañeros escuchan tu voz;

Házmela oír.

14 Apresúrate, amado mío,

Y sé semejante al corzo, o al cervatillo,

Sobre las montañas de los aromas.