Cantares 7
Reina-Valera 1995
El esposo
7 ¡Qué bellos son tus pies en las sandalias,
hija de príncipe!
Los contornos de tus caderas son como joyas,
obra de excelente artífice.
2 Tu ombligo, como una taza redonda
donde no falta el buen vino.
Tu vientre, como montón de trigo
de lirios rodeado.
3 Tus dos pechos, como gemelos de gacela.
4 Tu cuello, como torre de marfil;
tus ojos, como los estanques de Hesbón
junto a la puerta de Bat-rabim;
tu nariz, como la torre del Líbano,
que mira hacia Damasco.
5 Tu cabeza erguida, como el Carmelo;
como púrpura, tus guedejas:
en ellas, un rey está cautivo.
6 ¡Qué hermosa eres y cuán suave,
oh amor deleitoso!
7 Tu talle, como la palmera;
tus pechos, como sus racimos.
8 Yo dije: «Subiré a la palmera
y asiré sus frutos.»
Deja que sean tus pechos como racimos de vid,
y como de manzanas la fragancia de tu aliento.
9 Tu paladar, como el buen vino,
que entra al amado suavemente
y corre por los labios de los viejos.
La esposa
10 Yo soy de mi amado,
y en mí tiene su contentamiento.
11 Ven, amado mío, salgamos al campo,
pasemos la noche en las aldeas.
12 Vayamos de mañana a las viñas,
a ver si brotan las vides, si ya están en cierne,
si han florecido los granados.
¡Allí te daré mis amores!
13 Las mandrágoras exhalan su aroma,
y a nuestras puertas
hay toda suerte de deliciosas frutas,
frescas y secas, que para ti,
amado mío, he guardado.
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