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Yo soy la rosa de Sarón;
¡soy el lirio de los valles!

Mi amiga es, entre las doncellas,
como la rosa entre las espinas.

Mi amado es, entre los jóvenes,
como el manzano entre los árboles silvestres.
Sentarme a su sombra es un deleite;
¡cuán dulce es su fruto a mi paladar!
Me condujo a la sala del banquete,
y me cubrió con la bandera de su amor.
¡Aliméntenme con pasas!
¡Reanímenme con manzanas,
porque estoy enferma de amor!
¡Cómo anhelo que mi cabeza
repose sobre su brazo izquierdo,
y que su brazo derecho me abrace!

Doncellas de Jerusalén, yo les ruego,
por los corzos y por las ciervas del campo,
que no despierten a mi amada,
¡que no interrumpan su sueño,
mientras ella se complazca en dormir!

¡Ya escucho la voz de mi amado!
¡Viene saltando sobre los montes,
¡viene brincando sobre las lomas!
Mi amado es comparable al corzo,
semejante a un cervatillo.
¡Ya está aquí, tras la pared!
Se asoma por las ventanas,
¡espía por las celosías!
10 Mi amado me habló, y me dijo:
«¡Levántate, amiga mía!
¡Ven conmigo, bella mujer!
11 Ya el invierno ha terminado,
y con él terminaron las lluvias.
12 Ya han brotado flores en el campo,
ha llegado el tiempo de los cantos,
y por toda nuestra tierra
se escucha el arrullo de la tórtola.
13 Ya las higueras echan higos,
y las vides en ciernes esparcen su aroma.
¡Levántate, amiga mía!
¡Ven conmigo, bella mujer!
14 Paloma mía, escondida
en los agujeros de la peña,
en parajes escondidos y escarpados,
¡déjame contemplar tu rostro!,
¡déjame escuchar tu voz!
¡Cuán placentera es tu voz,
y cuán hermoso tu semblante!»

15 ¡Atrapen esas zorras, atrápenlas!
Aunque pequeñas, destruyen nuestras viñas,
que apenas están en ciernes.

16 Mi amado es mío, y yo soy suya;
él cuida sus ovejas entre los lirios.
17 Hasta que llegue el día
y las sombras se disipen,
¡vuelve a mí, amado mío!
¡Sé raudo como un venado,
como un cervatillo sobre los montes de Beter!

Yo soy la rosa de Sarón,

Y el lirio de los valles.

Como el lirio entre los espinos,

Así es mi amiga entre las doncellas.

Como el manzano entre los árboles silvestres,

Así es mi amado entre los jóvenes;

Bajo la sombra del deseado me senté,

Y su fruto fue dulce a mi paladar.

Me llevó a la casa del banquete,

Y su bandera sobre mí fue amor.

Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas;

Porque estoy enferma de amor.

Su izquierda esté debajo de mi cabeza,

Y su derecha me abrace.

Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Por los corzos y por las ciervas del campo,

Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.

¡La voz de mi amado! He aquí él viene

Saltando sobre los montes,

Brincando sobre los collados.

Mi amado es semejante al corzo,

O al cervatillo.

Helo aquí, está tras nuestra pared,

Mirando por las ventanas,

Atisbando por las celosías.

10 Mi amado habló, y me dijo:

Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

11 Porque he aquí ha pasado el invierno,

Se ha mudado, la lluvia se fue;

12 Se han mostrado las flores en la tierra,

El tiempo de la canción ha venido,

Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.

13 La higuera ha echado sus higos,

Y las vides en cierne dieron olor;

Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

14 Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes,

Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz;

Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.

15 Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas;

Porque nuestras viñas están en cierne.

16 Mi amado es mío, y yo suya;

Él apacienta entre lirios.

17 Hasta que apunte el día, y huyan las sombras,

Vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo

Sobre los montes de Beter.