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Enfermedad y curación de Ezequías (Is 38,1-8)

20 Por aquel tiempo enfermó gravemente Ezequías. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo:

— Esto dice el Señor: “Pon en orden tus asuntos, pues vas a morir; no te curarás”.

Ezequías se volvió cara a la pared y oró con estas palabras al Señor:

— ¡Ay, Señor! recuerda que me he comportado con fidelidad y rectitud en tu presencia, haciendo lo que te agrada.

Y rompió a llorar a lágrima viva. Antes de que Isaías hubiese salido del patio, le llegó este mensaje del Señor:

— Vuelve y dile a Ezequías, el jefe de mi pueblo: “Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a curarte, y dentro de tres días podrás ir al Templo del Señor. Voy a alargar tu vida otros quince años; libraré a ti y a esta ciudad de caer en poder del rey de Asiria, y la defenderé por mi honor y el de David, mi servidor”.

Luego Isaías ordenó:

— Tráiganme una torta de higos.

Se la llevaron, la aplicaron sobre la parte enferma y Ezequías sanó. Entonces Ezequías preguntó a Isaías:

— ¿Cuál será la señal de que el Señor me curará y de que en tres días podré ir al Templo?

Isaías le respondió:

— Esta será la señal de que el Señor cumplirá la promesa que te ha hecho. ¿Qué prefieres, que la sombra avance diez grados o que retroceda otros tantos?

10 Ezequías dijo:

— Lo normal es que la sombra avance. Prefiero que retroceda diez grados.

11 Entonces el profeta Isaías invocó al Señor, y el Señor hizo que la sombra retrocediera diez grados en el reloj de sol de Ajaz.

Embajada babilónica (2 Cr 32,30.32-33)

12 Por entonces el rey de Babilonia, Merodac Baladán, hijo de Baladán, mandó una carta y un regalo a Ezequías, pues se había enterado de que estaba enfermo. 13 Ezequías atendió a los mensajeros y les mostró el palacio y sus tesoros: la plata y el oro, las especias y perfumes, la armería y todo lo que había en sus depósitos. Ezequías no dejó nada sin enseñarles de su palacio y de todos sus dominios.

14 Luego el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó:

— ¿Qué te dijeron esos hombres? ¿De dónde han venido?

Ezequías respondió:

— Han venido de Babilonia, un país lejano.

15 Isaías preguntó de nuevo:

— ¿Y qué han visto en tu palacio?

Ezequías le dijo:

— Todo lo que hay en palacio. No ha quedado nada de mis tesoros por enseñarles.

16 Entonces Isaías le dijo:

— Escucha este mensaje del Señor: 17 “Llegará un día en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio, todo lo que tus antepasados han reunido hasta hoy, y no quedará nada, dice el Señor. 18 Incluso a algunos de los hijos que tienes y que has engendrado, los emplearán como eunucos en el palacio del rey de Babilonia.”

19 Ezequías dijo:

— Me parece bien la palabra del Señor que me has anunciado.

Pues pensaba que durante su vida, al menos, habría paz y seguridad.

Conclusión del reinado de Ezequías (2 Cr 32,30.32-33)

20 El resto de la historia de Ezequías y todas sus hazañas, la alberca y el canal que hizo para llevar las aguas a la ciudad, está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá. 21 Cuando Ezequías murió, su hijo Manasés le sucedió como rey.