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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Nueva Versión Internacional (NVI)
Version
Miqueas 1-3

Esta es la palabra que el Señor dirigió a Miqueas de Moréset, durante los reinados de Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. Esta es la visión que tuvo acerca de Samaria y de Jerusalén.

La venida del Señor

Escuchen, pueblos todos;
    presten atención la tierra y todo lo que hay en ella.
Desde su santo templo
    el Señor, el Señor y Dios,
    será testigo en contra de ustedes.
¡Miren! Ya sale el Señor de su morada;
    ya baja y se encamina
    hacia las alturas de la tierra.
A su paso se derriten los montes
    como la cera junto al fuego;
se agrietan los valles
    como partidos por el agua de un torrente.
Y todo esto por la transgresión de Jacob,
    por los pecados del pueblo de Israel.
¿Acaso no representa Samaria
    la transgresión de Jacob?
¿Y no es acaso en Jerusalén
    donde están los altares paganos de Judá?

Dejaré a Samaria hecha un montón de ruinas:
    ¡convertida en campo arado para viñedos!
Arrojaré sus piedras al valle
    y pondré al descubierto sus cimientos.
Todos sus ídolos serán hechos pedazos;
    y todo tu pago será arrojado al fuego.
    Yo destrozaré todas sus imágenes.
Lo que ganó como prostituta,
    en paga de prostituta se convertirá.

Lamento de Miqueas

Por eso lloraré y gritaré de dolor
    y andaré descalzo y desnudo.
Aullaré como chacal
    y gemiré como avestruz.
Porque la herida de Samaria es incurable:
    ha llegado hasta Judá.
Se ha extendido hasta mi pueblo,
    ¡hasta la entrada misma de Jerusalén!
10 No lo anuncien en Gat,[a]
    no se entreguen al llanto.
En Bet Leafrá,[b]
    revuélquense en el polvo.
11 Habitantes de Safir,[c]
    emigren desnudos y humillados.
Los habitantes de Zanán[d]
    no se atrevieron a salir.
Bet Ésel está gimiendo,
    y va a retirarles su apoyo.
12 Se retuercen esperando el bien,
    los habitantes de Marot;[e]
el Señor ha enviado el mal
    hasta la entrada misma de Jerusalén.
13 Habitantes de Laquis,[f]
    ¡enganchen al carro los corceles!
Con ustedes comenzó el pecado de la hija de Sión;
    en ustedes se hallaron los delitos de Israel.
14 Por tanto, despídanse
    de Moréset Gat.
Los edificios de la ciudad de Aczib[g]
    son una trampa para los reyes de Israel.
15 Habitantes de Maresá,[h]
    yo enviaré contra ustedes un conquistador
y hasta Adulán irán a parar
    los nobles de Israel.
16 Así que rasúrate la barba y rápate la cabeza;
    haz duelo por tus amados hijos.
Agranda tu calva como la del buitre,
    pues irán al exilio lejos de ti.

El castigo a los ricos opresores

¡Ay de los que piensan en el mal
    y aun en sus camas traman planes malvados!
En cuanto amanece, los llevan a cabo
    porque tienen el poder en sus manos.
Codician campos y se apropian de ellos;
    codician casas y de ellas se adueñan.
Oprimen al dueño y a su familia,
    al hombre y a su propiedad.

Por tanto, así dice el Señor:

«Ahora soy yo el que piensa
    traer sobre ellos una desgracia
    de la que no podrán escapar.
Ya no andarán erguidos,
    porque ha llegado la hora de su calamidad.
En aquel día se les hará burla,
    y se les cantará este lamento:
“¡Estamos perdidos!
    Se están repartiendo los campos de mi pueblo.
¡Cómo me los arrebatan!
    Nuestra tierra se la reparten los traidores”».

Por eso no tendrán en la asamblea del Señor
    a nadie que reparta la tierra.

Falsos profetas

«No profeticen», dicen sus profetas.
    «No profeticen de esas cosas,
    pues la desgracia no nos alcanzará»
Descendientes de Jacob, acaso no se dice:
    «¿Ha perdido el Espíritu del Señor la paciencia?
    ¿Es esta su manera de actuar?».

«¿Acaso no hacen bien mis palabras
    para el que camina en rectitud?
Ayer ustedes eran mi pueblo,
    pero hoy se han vuelto mis enemigos.
A los que pasan confiados,
    a los que vuelven de la guerra,
    los despojan de su manto.
Echan de sus preciadas casas
    a las mujeres de mi pueblo.
Quitan mi bendición
    de sus niños para siempre.
10 ¡Levántense! ¡Pónganse en marcha,
    que este no es un lugar de reposo!
¡Está contaminado,
    destruido sin remedio!
11 Si con la intención de mentirles
    llega algún engañador prometiendo
abundancia de vino y cerveza,
    este pueblo lo verá como un profeta.

Promesa de liberación

12 »Te aseguro, Jacob,
    que yo reuniré a todo tu pueblo.
Te aseguro, Israel,
    que yo juntaré a tu remanente.
Los congregaré como a rebaño en el redil
    y como ovejas en medio del pastizal;
    la multitud hará gran alboroto.
13 El que abre brecha marchará al frente
    y también ellos se abrirán camino;
atravesarán la puerta y se irán,
    mientras su Rey avanza al frente,
    mientras el Señor va a la cabeza».

El castigo a los gobernantes corruptos

Entonces dije:

«Escuchen, príncipes de Jacob,
    autoridades del pueblo de Israel:
¿Acaso no corresponde a ustedes
    conocer el derecho?
Ustedes odian el bien y aman el mal;
    a mi pueblo le arrancan la piel del cuerpo
    y la carne de los huesos.
Ustedes se comen la carne de mi pueblo,
    le arrancan la piel y rompen sus huesos;
lo descuartizan como carne para la olla,
    como carne para el caldero».

Entonces pedirán auxilio al Señor,
    pero él no responderá;
esconderá de ellos su rostro
    porque hicieron lo malo.

Contraste entre el profeta falso y el verdadero

Esto es lo que dice el Señor contra ustedes,
    profetas que desvían a mi pueblo:
«Con el estómago lleno, invitan a la paz;
    con el vientre vacío, declaran la guerra.
Por tanto, tendrán noches sin visiones,
    oscuridad sin adivinaciones».
El sol se ocultará de estos profetas;
    el día se les volverá tinieblas.
Los videntes quedarán en vergüenza;
    los adivinos serán humillados.
Cubrirán sus rostros,
    pues no habrá respuesta de Dios.
Yo, en cambio, estoy lleno de poder,
    del Espíritu del Señor,
    de justicia y de fuerza,
para echarle en cara a Jacob su delito;
    para reprocharle a Israel su pecado.

El gobierno corrupto, causa de la caída de Sión

Escuchen esto ustedes,
    príncipes de la casa de Jacob
y autoridades del pueblo de Israel,
    que abominan la justicia y tuercen el derecho,
10 que edifican a Sión con sangre
    y a Jerusalén con maldad.
11 Sus jueces juzgan por soborno,
    sus sacerdotes instruyen por paga
    y sus profetas predicen por dinero;
para colmo, buscan apoyo en el Señor, diciendo:
    «¿No está el Señor entre nosotros?
    ¡No vendrá sobre nosotros ningún mal!».
12 Por lo tanto, por culpa de ustedes
    Sión será como un campo arado;
Jerusalén quedará en ruinas
    y el monte del Templo se volverá un matorral.

Apocalipsis 11

Los dos testigos

11 Se me dio una vara que servía para medir y se me ordenó: «Levántate y mide el templo de Dios y el altar, luego cuenta cuántos adoran allí. Pero no incluyas el atrio exterior del templo; no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, los cuales pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. Por mi parte, yo encargaré a mis dos testigos que, vestidos de luto,[a] profeticen durante mil doscientos sesenta días». Estos dos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que permanecen delante del Señor de la tierra. Si alguien quiere hacerles daño, ellos lanzan fuego por la boca y consumen a sus enemigos. Así habrá de morir cualquiera que intente hacerles daño. Estos testigos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva mientras estén profetizando; además, tienen poder para convertir las aguas en sangre y para azotar la tierra, cuantas veces quieran, con toda clase de plagas.

Ahora bien, cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará. Sus cadáveres quedarán tendidos en la plaza de la gran ciudad, llamada en sentido figurado Sodoma y Egipto, donde también fue crucificado su Señor. Y gente de todo pueblo, tribu, lengua y nación contemplará sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirá que se les dé sepultura. 10 Los habitantes de la tierra se alegrarán de su muerte y harán fiesta e intercambiarán regalos, porque estos dos profetas los atormentaban.

11 Pasados los tres días y medio, entró en ellos un aliento de vida enviado por Dios; se pusieron de pie y quienes los observaban quedaron sobrecogidos de terror. 12 Entonces los dos testigos oyeron una potente voz del cielo que decía: «Suban acá». Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.

13 En ese mismo instante se produjo un violento terremoto y se derrumbó la décima parte de la ciudad. Perecieron siete mil personas, pero los sobrevivientes, llenos de temor, dieron gloria al Dios del cielo.

14 El segundo ¡ay! ya pasó, pero se acerca el tercero.

La séptima trompeta

15 Tocó el séptimo ángel su trompeta y en el cielo resonaron fuertes voces que decían:

«El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo,
    y él reinará por los siglos de los siglos».

16 Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios se postraron rostro en tierra y adoraron a Dios 17 diciendo:

«Señor Dios Todopoderoso,
    que eres y que eras,[b]
te damos gracias porque has asumido tu gran poder
    y has comenzado a reinar.
18 Las naciones se han enfurecido;
    pero ha llegado tu ira,
el momento de juzgar a los muertos
    y de recompensar a tus siervos los profetas,
a los que creyeron en ti y a los que temen tu nombre,
    sean grandes o pequeños,
y de exterminar a los que destruyen la tierra».

19 Entonces se abrió en el cielo el templo de Dios; allí se vio el arca de su pacto y hubo relámpagos, estruendos, truenos, un terremoto y una fuerte granizada.

Nueva Versión Internacional (NVI)

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