Génesis 19-21
Reina-Valera 1995
Destrucción de Sodoma y Gomorra
19 Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó a recibirlos, se inclinó hacia el suelo 2 y les dijo:
—Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo para alojaros y lavar vuestros pies. Por la mañana os levantaréis y seguiréis vuestro camino.
Ellos respondieron:
—No, esta noche nos quedaremos en la calle.
3 Pero Lot porfió tanto con ellos que fueron con él y entraron en su casa. Allí les hizo banquete, coció panes sin levadura y comieron.
4 Pero, antes que se acostaran, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo, desde el más joven hasta el más viejo. 5 Y llamaron a Lot, gritando:
—¿Dónde están los hombres que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos.
6 Entonces Lot salió a ellos a la puerta, cerró la puerta tras sí 7 y dijo:
—Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. 8 Mirad, yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las traeré y podréis hacer con ellas lo que bien os parezca; solamente que a estos varones no les hagáis nada, ya que han venido al amparo de mi tejado.
9 Ellos respondieron:
—¡Quítate de ahí!
Y añadieron:
—Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te trataremos peor que a ellos.
Enseguida comenzaron a forcejear con Lot, y se acercaron para romper la puerta. 10 Pero los huéspedes alargaron la mano, metieron a Lot en la casa con ellos y cerraron la puerta. 11 Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa los hirieron con ceguera, desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta.
12 Después dijeron los huéspedes a Lot:
—¿Tienes aquí alguno más? Saca de este lugar a tus yernos, hijos e hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, 13 porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra la gente de esta ciudad ha subido de punto delante de Jehová. Por tanto, Jehová nos ha enviado a destruirla.
14 Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo:
—¡Levantaos, salid de este lugar, porque Jehová va a destruir esta ciudad!
Pero sus yernos pensaron que bromeaba. 15 Y al rayar el alba los ángeles daban prisa a Lot, diciendo:
—Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad.
16 Como él se demoraba, los varones los asieron de la mano, a él, a su mujer y a sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. 17 Cuando ya estaban fuera, le dijeron:
—Escapa por tu vida; no mires atrás ni te detengas en ningún lugar de esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.
18 Pero Lot les dijo:
—No, yo os ruego, señores míos. 19 Vuestro siervo ha hallado gracia en vuestros ojos y habéis tenido mucha misericordia conmigo al salvarme la vida, pero no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal y muera. 20 Cerca de aquí hay una pequeña ciudad, a la cual puedo huir. Dejadme ir allá (¿no es en verdad pequeña?) y salvaré mi vida.
21 Uno de ellos le respondió:
—También he escuchado tu súplica sobre esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado. 22 Date prisa y escápate allá, porque nada podré hacer hasta que hayas llegado.
Por eso fue llamado Zoar el nombre de la ciudad.
23 El sol salía sobre la tierra cuando Lot llegó a Zoar. 24 Entonces Jehová hizo llover desde los cielos azufre y fuego sobre Sodoma y sobre Gomorra; 25 y destruyó las ciudades y toda aquella llanura, con todos los habitantes de aquellas ciudades y el fruto de la tierra. 26 Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal.
27 Subió Abraham por la mañana al lugar donde había estado delante de Jehová. 28 Miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura, y vio que el humo subía de la tierra como el humo de un horno. 29 Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la llanura, se acordó de Abraham, y sacó a Lot de en medio de la destrucción con que asoló las ciudades donde Lot estaba.
30 Pero Lot subió de Zoar y habitó en el monte, junto a sus dos hijas, porque tuvo miedo de quedarse en Zoar. Él y sus dos hijas habitaron en una cueva. 31 Entonces la mayor dijo a la menor:
—Nuestro padre es viejo y no queda hombre en la tierra que se una a nosotras, conforme a la costumbre de toda la tierra. 32 Ven, demos a beber vino a nuestro padre; durmamos con él, y conservaremos de nuestro padre descendencia.
33 Dieron a beber vino a su padre aquella noche, y entró la mayor y durmió con su padre; pero él no sintió cuándo se acostó ella ni cuándo se levantó. 34 Al día siguiente dijo la mayor a la menor:
—Yo dormí la noche pasada con mi padre; démosle a beber vino también esta noche, y entra tú y duerme con él, para que conservemos de nuestro padre descendencia.
35 Dieron, pues, a beber vino a su padre también aquella noche, y se levantó la menor y durmió con él; pero él no echó de ver cuándo se acostó ella ni cuándo se levantó. 36 Las dos hijas de Lot concibieron de su padre. 37 La mayor dio a luz un hijo, y le puso por nombre Moab, el cual es padre de los actuales moabitas. 38 La menor también dio a luz un hijo, y llamó su nombre Ben-ammi, el cual es padre de los actuales amonitas.
Abraham y Abimelec
20 Del lugar donde estaba partió Abraham a la tierra del Neguev, acampó entre Cades y Shur, y habitó como forastero en Gerar. 2 Allí Abraham decía de Sara, su mujer: «Es mi hermana.»
Entonces Abimelec, rey de Gerar, envió por Sara y la tomó. 3 Pero Dios vino a Abimelec en sueños, de noche, y le dijo: «Vas a morir a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada y tiene marido.»
4 Pero como Abimelec no se había llegado a ella, le respondió: «Señor, ¿matarás también al inocente? 5 ¿No me dijo él: “Mi hermana es”, y ella también dijo: “Es mi hermano”? Con sencillez de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto.»
6 Le dijo Dios en sueños: «Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto. Y también yo te detuve de pecar contra mí; por eso no permití que la tocaras. 7 Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido, porque es profeta y orará por ti para que vivas. Pero si no la devuelves, debes saber que de cierto morirás tú, y todos los tuyos.»
8 A la mañana siguiente se levantó Abimelec y llamó a todos sus siervos. Contó todas estas cosas a oídos de ellos, y los hombres sintieron mucho temor. 9 Después llamó Abimelec a Abraham y le dijo:
—¿Qué nos has hecho? ¿En qué pequé yo contra ti, que has atraído sobre mí y sobre mi reino tan gran pecado? Lo que no debiste hacer, has hecho conmigo.
10 Dijo también Abimelec a Abraham:
—¿Qué pensabas al hacer esto?
11 Abraham respondió:
—Dije para mí: “Ciertamente no hay temor de Dios en este lugar, y me matarán por causa de mi mujer.” 12 Pero ella a la verdad es también mi hermana, hija de mi padre aunque no hija de mi madre, y la tomé por mujer. 13 Cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije: “Te pido este favor: En todos los lugares adonde lleguemos, dirás de mí: ‘Es mi hermano.’”
14 Entonces Abimelec tomó ovejas y vacas, siervos y siervas, se los dio a Abraham y le devolvió a Sara, su mujer. 15 Y dijo Abimelec:
—Mi tierra está delante de ti; habita donde bien te parezca.
16 Y a Sara dijo:
—He dado mil monedas de plata a tu hermano; mira que él es para ti como un velo ante los ojos de todos los que están contigo, y así quedarás justificada.
17 Entonces Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimelec, a su mujer y a sus siervas, las cuales tuvieron hijos, 18 porque Jehová, a causa de Sara, mujer de Abraham, había cerrado completamente toda matriz de la casa de Abimelec.
Nacimiento de Isaac
21 Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como le había prometido. 2 Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el plazo que Dios le había dicho. 3 Al hijo que le nació, y que dio a luz Sara, Abraham le puso por nombre Isaac. 4 Circuncidó Abraham a su hijo Isaac a los ocho días, como Dios le había mandado. 5 Tenía Abraham cien años cuando nació su hijo Isaac. 6 Entonces dijo Sara: «Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oiga se reirá conmigo.» 7 Y añadió: «¿Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara había de amamantar hijos? Pues le he dado un hijo en su vejez.»
Agar e Ismael expulsados de la casa de Abraham
8 El niño creció y fue destetado, y ofreció Abraham un gran banquete el día que fue destetado Isaac. 9 Pero Sara vio que el hijo de Agar, la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. 10 Por eso dijo a Abraham: «Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac, mi hijo.» 11 Estas palabras le parecieron muy graves a Abraham, por tratarse de su hijo. 12 Entonces dijo Dios a Abraham: «No te preocupes por el muchacho ni por tu sierva. Escucha todo cuanto te diga Sara, porque en Isaac te será llamada descendencia. 13 También del hijo de la sierva haré una nación, porque es tu descendiente.»
14 Al día siguiente, Abraham se levantó muy de mañana, tomó pan y un odre de agua y se lo dio a Agar. Lo puso sobre su hombro, le entregó el muchacho y la despidió. Ella salió y anduvo errante por el desierto de Beerseba. 15 Cuando le faltó el agua del odre, puso al muchacho debajo de un arbusto, 16 se fue y se sentó enfrente, a distancia de un tiro de arco, porque decía: «No veré cuando el muchacho muera.» Cuando ella se sentó enfrente, el muchacho alzó la voz y lloró.
17 Oyó Dios la voz del muchacho, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: «¿Qué tienes, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del muchacho ahí donde está. 18 Levántate, toma al muchacho y tenlo de la mano, porque yo haré de él una gran nación.»
19 Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua. Fue Agar, llenó de agua el odre y dio de beber al muchacho. 20 Dios asistió al muchacho, el cual creció, habitó en el desierto y fue tirador de arco. 21 Vivió en el desierto de Parán, y su madre tomó para él mujer de la tierra de Egipto.
Pacto entre Abraham y Abimelec
22 Aconteció en aquel mismo tiempo que Abimelec y Ficol, jefe de su ejército, le dijeron a Abraham:
—Dios está contigo en todo cuanto haces. 23 Ahora, pues, júrame aquí, por Dios, que no nos harás mal a mí ni a mi hijo ni a mi nieto, sino que, conforme a la bondad que yo tuve contigo, harás tú conmigo y con la tierra en la que ahora habitas.
24 Y respondió Abraham:
—Lo juro.
25 Pero Abraham reconvino a Abimelec a causa de un pozo de agua que los siervos de Abimelec le habían quitado. 26 Abimelec respondió:
—No sé quién haya hecho esto, ni tampoco tú me lo hiciste saber ni yo lo había oído hasta hoy.
27 Entonces tomó Abraham ovejas y vacas y se las dio a Abimelec, e hicieron ambos un pacto. 28 Pero Abraham puso aparte siete corderas del rebaño, 29 por lo que Abimelec le preguntó:
—¿Qué significan esas siete corderas que has puesto aparte?
30 Abraham respondió:
—Que estas siete corderas recibirás de mi mano, para que me sirvan de testimonio de que yo cavé este pozo.
31 Por esto llamó a aquel lugar Beerseba, porque allí juraron ambos.
32 Hicieron, pues, pacto en Beerseba. Luego se levantaron Abimelec y Ficol, jefe de su ejército, y volvieron a tierra de los filisteos. 33 Plantó Abraham un tamarisco en Beerseba, e invocó allí el nombre de Jehová, Dios eterno. 34 Y habitó Abraham muchos días en tierra de los filisteos.
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