Add parallel Print Page Options

El Señor me dijo: «Ahora, hombre, toma un cuchillo afilado como navaja de afeitar, y rápate la cabeza y la barba. Toma luego una balanza, y divide tu pelo en tres partes. Cuando termine el ataque a la ciudad, quema una de las tres partes del pelo en medio de la ciudad; toma después un cuchillo, y corta otra de esas tres partes de pelo alrededor de la ciudad, y la parte restante lánzala al viento. Yo iré detrás de la gente de la ciudad, con una espada en la mano. Toma unos cuantos de aquellos pelos, y átalos en el borde de tu vestido. Toma luego unos pocos de ellos, y échalos al fuego para que se quemen. De allí saldrá fuego contra todo el pueblo de Israel.

»Yo, el Señor, lo digo: Ahí está Jerusalén. Yo fui quien la puso en medio de los pueblos y naciones. Pero ella se rebeló contra mis leyes y mandatos, y ha resultado peor que los pueblos y naciones a su alrededor, pues no obedece mis leyes ni sigue mis mandatos.

»Por eso yo, el Señor, lo digo: Ustedes han sido más rebeldes que los pueblos que los rodean, y no han seguido mis mandatos; ni siquiera han cumplido las leyes de los pueblos que los rodean. Por eso yo, el Señor, lo digo: Yo también me voy a poner contra ti, Jerusalén; voy a ejecutar la sentencia contra ti a la vista de las naciones, como nunca lo había hecho ni volveré a hacerlo. Tan detestables son todas tus acciones. 10 Dentro de ti habrá padres que se coman a sus hijos, e hijos que se coman a sus padres. Ejecutaré la sentencia contra ti, y a los que sobrevivan los dispersaré a los cuatro vientos. 11 Yo, el Señor, lo juro por mi vida: como ustedes han profanado mi santo templo con sus ídolos inmundos y sus acciones detestables, también yo los voy a destrozar sin misericordia; no tendré compasión de ustedes. 12 Una tercera parte de tus habitantes morirá de peste y de hambre dentro de ti, otra tercera parte caerá asesinada por los enemigos en los alrededores, y a la tercera parte restante la dispersaré a los cuatro vientos. Yo iré detrás de ellos con una espada en la mano. 13 Entonces descargaré mi furor; haré que mi ira contra ellos quede satisfecha, y me calmaré. Y cuando haya descargado mi ira contra ellos, sabrán que yo, el Señor, fui quien lo dijo en el ardor de mis celos. 14 Yo te convertiré en un montón de ruinas, Jerusalén; te humillaré en medio de los pueblos que te rodean, para que lo vean todos los que pasen. 15 Cuando yo ejecute con ira y furor la sentencia contra ti, y te castigue duramente, todos te insultarán y te ofenderán, y servirás de escarmiento terrible para los pueblos que te rodean. Yo, el Señor, lo he dicho. 16 Yo haré que venga el hambre sobre ustedes, como terribles flechas destructoras. Sí, haré que vengan sobre ustedes la destrucción y el hambre y la escasez de alimentos. 17 Sí, haré venir sobre ustedes hambre, enfermedad y muerte, y animales feroces que los dejarán sin hijos; y haré que muchos de ustedes mueran en la guerra. Yo, el Señor, lo he dicho.»

Ezequiel denuncia la idolatría

El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Mira hacia los montes de Israel, y háblales en mi nombre de la siguiente manera: “Escuchen, montes de Israel, lo que dice el Señor a los montes, las colinas, los ríos y los valles: Voy a hacer venir sobre ustedes la guerra, y a destruir sus lugares altos de culto pagano. Haré pedazos los altares donde ustedes ofrecen sacrificios y queman incienso, y haré que sus hombres caigan muertos delante de los ídolos. Arrojaré los cadáveres de los israelitas delante de sus ídolos, y esparciré sus huesos alrededor de sus altares. En todos los lugares donde ustedes vivan, las ciudades serán destruidas y sus altares de culto pagano quedarán en ruinas. Sus altares quedarán completamente destruidos, sus ídolos, hechos pedazos; sus altares para quemar incienso, derrumbados; todo lo que ustedes han hecho desaparecerá. Y cuando vean caer muerta entre ustedes a tanta gente, reconocerán que yo soy el Señor. Pero yo haré que algunos de ustedes se salven de la muerte y queden con vida, esparcidos entre las naciones. Los sobrevivientes se acordarán de mí en esas naciones; se acordarán de cómo los hice sufrir por haberme sido infieles y por haberse apartado de mí para adorar ídolos. Ellos sentirán asco de sí mismos por todas las maldades que han hecho, por todas sus acciones detestables. 10 Entonces reconocerán que yo soy el Señor y que, cuando prometí enviarles estos males, no hice vanas amenazas.”»

11 El Señor me dijo: «Laméntate dando golpes con las manos y los pies; lanza gritos de dolor por las maldades detestables del pueblo de Israel, pues va a morir por causa de la guerra, el hambre y las enfermedades. 12 Los que estén lejos morirán por las enfermedades, los que estén cerca morirán en la guerra, y los que queden con vida morirán de hambre. Así acabaré de descargar mi ira contra ellos. 13 Y cuando vean los cadáveres de esa gente entre sus ídolos y alrededor de los altares, en todas las colinas elevadas, en las cumbres de los montes, debajo de todo árbol verde, debajo de toda encina frondosa, y en los lugares en que ofrecieron a sus ídolos perfumes agradables, entonces reconocerán que yo soy el Señor. 14 Levantaré mi mano para castigarlos y, desde el desierto del sur hasta Riblá en el norte, convertiré su país y todos sus lugares habitados en un desierto espantoso. Entonces reconocerán que yo soy el Señor.»

El fin está cerca

El Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Yo, el Señor, digo al país de Israel: Ya llega el fin, ya llega el fin de la tierra entera. Ya llega tu fin, Israel. Voy a descargar mi ira contra ti; voy a pedirte cuentas de tu conducta y a castigarte por todas tus acciones detestables. No te voy a tratar con misericordia; voy a castigarte por tu conducta y a hacerte pagar las consecuencias de tus acciones detestables. Y reconocerán ustedes que yo soy el Señor.

5-6 »Yo, el Señor, digo: Mira, ya se acerca el fin, y va a venir desgracia tras desgracia; ya está cerca el fin para ti. Llega la destrucción, habitantes del país. El momento ha llegado; se acerca el día en que sólo habrá confusión. Se acabará la alegría en las montañas. Ahora mismo, en seguida, descargaré mi ira contra ti hasta quedar satisfecho, te pediré cuentas de tu conducta y te castigaré por todas tus acciones detestables. No te voy a tratar con misericordia; voy a castigarte por tu conducta y a hacerte pagar las consecuencias de tus acciones detestables. Y reconocerán ustedes que yo, el Señor, soy quien los castiga.

10 »¡Aquí está el día! ¡Ya llegó! ¡Vino la destrucción! La maldad triunfa por todas partes y es mucha la insolencia. 11 La violencia aparece y produce maldad. Pero ellos no lograrán nada con sus riquezas y su griterío. No hay en ellos nada de valor. 12 Llegó el momento, vino el día. Ni el vendedor tiene de qué alegrarse, ni el comprador por qué ponerse triste. Voy a castigar con ira el orgullo de Israel. 13 El que haya vendido algo no lo recuperará en toda su vida, ni podrá deshacer el negocio que hizo. Los malvados no podrán conservar su vida.

14 »Suena la trompeta llamando a la batalla; todos se preparan, pero nadie sale a luchar. Voy a castigar con ira el orgullo de Israel. 15 Afuera hay guerra, y adentro enfermedades y hambre. Los que estén en los campos morirán en la guerra, y los que estén en la ciudad morirán de hambre y enfermedad. 16 Aunque algunos logren escapar a las montañas, como palomas asustadas, todos morirán por sus pecados. 17 Todos dejarán caer los brazos, y les temblarán de miedo las rodillas. 18 Se vestirán con ropas ásperas en señal de dolor; todo el cuerpo les temblará, e irán con la cara roja de vergüenza y la cabeza rapada. 19 Tirarán su plata a la calle; tirarán su oro como si fuera basura. Ni su oro ni su plata podrá salvarlos en el día de la ira del Señor. No podrán calmar el hambre ni llenar el estómago, porque el oro fue la causa de que cayeran en la maldad. 20 Por la belleza de sus joyas se llenaron de vanidad, y con ellas hicieron las detestables imágenes de sus ídolos. Por eso yo convertiré esas joyas suyas en basura. 21 Haré que vengan extranjeros y se las roben, que venga la gente más despreciable de la tierra y se las quite, y las trate como cosa impura. 22 Yo me apartaré de este país y dejaré que profanen mi templo, que era mi tesoro. Vendrán bandidos y lo profanarán.

23 »Prepara una cadena, porque en el país se condena a muchos por asesinato y la ciudad está llena de violencia. 24 Yo voy a hacer que venga gente malvada y se apodere de las casas de la ciudad. Pondré fin al orgullo de los poderosos; haré que sus lugares sagrados sean profanados. 25 El terror se apoderará de ellos; buscarán la paz, y no la encontrarán. 26 Vendrá desgracia tras desgracia; malas noticias, una tras otra. En vano buscarán algún profeta que les haga una revelación; no habrá sacerdotes que los instruyan ni ancianos que les den consejos. 27 El rey se pondrá de luto, el gobernante caerá en la tristeza y el pueblo se pondrá a temblar. Los trataré según su conducta y los juzgaré según su manera de juzgar. Así reconocerán que yo soy el Señor.»

Visión de las cosas detestables que se cometían en Jerusalén

El día cinco del mes sexto del año sexto, estaba yo sentado en mi casa en compañía de los ancianos de Judá. De repente el Señor puso su mano sobre mí, y vi algo que parecía un hombre. De lo que parecía ser su cintura para abajo, vi algo semejante al fuego, y de allí para arriba brillaba como metal bruñido. El hombre extendió lo que parecía ser una mano y me agarró por el pelo. Entonces el poder de Dios me levantó por los aires y, en visiones producidas por Dios, me llevó a Jerusalén y me colocó a la entrada de la puerta interior de la ciudad, que da hacia el norte, donde se encuentra el ídolo que provoca la ira del Señor. Allí estaba la gloria del Dios de Israel, como yo la había visto en la visión que tuve en la llanura. Entonces me dijo: «Dirige tu vista hacia el norte.»

Dirigí mi vista hacia el norte y, en la entrada, junto a la puerta del altar, vi el ídolo que provoca la ira del Señor.

Luego me dijo: «¿Ves las cosas tan detestables que hacen los israelitas, con las cuales me alejan de mi santo templo? Pues todavía verás otras peores.»

Luego me llevó a la entrada del atrio. En el muro se veía un boquete. Entonces me dijo: «Agranda el boquete del muro.»

Yo agrandé el boquete y encontré una entrada. Entonces me dijo: «Entra y verás las cosas tan horribles que hacen allí.» 10 Entré y, a todo lo largo del muro, vi pintadas toda clase de figuras de reptiles y de otros animales impuros, y toda clase de ídolos del pueblo de Israel. 11 Setenta ancianos israelitas, entre los que se encontraba Jaazanías, hijo de Safán, rendían culto a esos ídolos. Cada uno tenía un incensario en la mano, del cual subía una espesa nube de incienso.

12 Y me dijo: «¿Ves lo que hacen en secreto los ancianos israelitas, cada uno en el nicho de su ídolo? Piensan que yo no los veo, que he abandonado el país.» 13 Y añadió: «Todavía los verás hacer cosas peores.»

14 Y me llevó a la puerta de entrada del templo del Señor, que da hacia el norte. Allí estaban sentadas unas mujeres, llorando por el dios Tamuz. 15 Entonces me dijo: «¿Ves esto? Pues todavía verás cosas peores.»

16 Entonces me llevó al atrio interior del templo del Señor y, a la entrada del santuario, entre el vestíbulo y el altar, unos veinticinco hombres estaban de espaldas al santuario; inclinados hacia el oriente, y con la frente en el suelo, adoraban al sol. 17 Entonces el Señor me dijo: «¿Lo ves? ¡No le ha bastado al pueblo de Judá con hacer aquí estas cosas tan detestables, que además ha llenado el país de actos de violencia! Una y otra vez provocan mi ira, y hacen que su pestilencia me llegue a la nariz. 18 Pero yo voy a actuar con ira. No tendré ninguna compasión de ellos. Aunque me llamen a gritos, no los escucharé.»