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Una nación pecadora

Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.

Oíd, cielos, y escucha tú, tierra,
porque habla Jehová:
«Crié hijos y los engrandecí,
pero ellos se rebelaron contra mí.
El buey conoce a su dueño,
y el asno el pesebre de su señor;
Israel no entiende,
mi pueblo no tiene conocimiento.

»¡Ay gente pecadora,
pueblo cargado de maldad,
generación de malhechores,
hijos depravados!
¡Dejaron a Jehová,
provocaron a ira al Santo de Israel,
se volvieron atrás!
¿Por qué querréis ser castigados aún?
¿Todavía os rebelaréis?
Toda cabeza está enferma
y todo corazón doliente.
Desde la planta del pie hasta la cabeza
no hay en él cosa sana, sino herida,
hinchazón y podrida llaga;
no están curadas ni vendadas
ni suavizadas con aceite.
Vuestra tierra está destruida,
vuestras ciudades puestas a fuego,
vuestra tierra delante de vosotros
comida por extranjeros
y asolada como asolamiento de extraños.
Y queda la hija de Sión como enramada en viña,
como cabaña en melonar,
como ciudad asolada.»
Si Jehová de los ejércitos
no nos hubiera dejado un resto pequeño,
seríamos como Sodoma, semejantes a Gomorra.

Exhortación a un arrepentimiento sincero

10 ¡Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová!
¡Escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra!
11 «¿Para qué me sirve, dice Jehová,
la multitud de vuestros sacrificios?
Hastiado estoy de holocaustos de carneros
y de grasa de animales gordos;
no quiero sangre de bueyes ni de ovejas ni de machos cabríos.
12 ¿Quién pide esto de vuestras manos,
cuando venís a presentaros delante de mí para pisotear mis atrios?
13 No me traigáis más vana ofrenda;
el incienso me es abominación.
Luna nueva, sábado y el convocar asambleas,
no lo puedo sufrir.
¡Son iniquidad vuestras fiestas solemnes!
14 Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas
y vuestras fiestas solemnes;
me son gravosas y cansado estoy de soportarlas.
15 Cuando extendáis vuestras manos,
yo esconderé de vosotros mis ojos;
asimismo cuando multipliquéis la oración,
yo no oiré;
llenas están de sangre vuestras manos.
16 Lavaos y limpiaos,
quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos,
dejad de hacer lo malo,
17 aprended a hacer el bien,
buscad el derecho,
socorred al agraviado,
haced justicia al huérfano,
amparad a la viuda.

18 »Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta:
aunque vuestros pecados sean como la grana,
como la nieve serán emblanquecidos;
aunque sean rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana.
19 Si queréis y escucháis,
comeréis de lo mejor de la tierra;
20 si no queréis y sois rebeldes,
seréis consumidos a espada.»
La boca de Jehová lo ha dicho.

Juicio y redención de Jerusalén

21 ¿Cómo te has convertido en ramera, tú, la ciudad fiel?
Llena estuvo de justicia,
en ella habitó la equidad,
¡pero ahora la habitan los homicidas!
22 Tu plata se ha convertido en escorias,
tu vino está mezclado con agua.
23 Tus gobernantes son rebeldes
y cómplices de ladrones.
Todos aman el soborno
y van tras las recompensas;
no hacen justicia al huérfano
ni llega a ellos la causa de la viuda.
24 Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos,
el Fuerte de Israel:
«¡Basta ya! ¡Tomaré satisfacción de mis enemigos,
me vengaré de mis adversarios!
25 Volveré mi mano contra ti,
limpiaré hasta con lejía tus escorias
y quitaré toda tu impureza.
26 Haré que tus jueces sean como al principio,
y tus consejeros como eran antes;
entonces te llamarán “Ciudad de justicia”, “Ciudad fiel”.
27 Sión será rescatada con el derecho
y los convertidos de ella con la justicia.
28 Pero los rebeldes y pecadores serán a una quebrantados,
y los que dejan a Jehová serán consumidos.
29 Entonces os avergonzarán las encinas que amasteis
y os sonrojarán los huertos que escogisteis.
30 Porque seréis como encina que pierde la hoja
y como huerto al que le faltan las aguas.
31 El fuerte será como estopa,
y lo que hizo, como una chispa;
ambos serán encendidos juntamente
y no habrá quien apague el fuego.»

33 Yacerán los muertos de Jehová en aquel día
desde un extremo de la tierra hasta el otro;
no se hará lamentación,
ni se recogerán ni serán enterrados,
sino que como estiércol quedarán sobre la faz de la tierra.

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Se levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares. Pero todo esto es sólo principio de dolores.

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31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.

32 »De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. 33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

34 »Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y de embriaguez y de las preocupaciones de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día, 35 porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de la tierra. 36 Velad, pues, orando en todo tiempo que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del hombre.»

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26 Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre.

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36 »Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. 37 Pero como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre, 38 pues como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, 39 y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre.

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19 y en espíritu fue y predicó a los espíritus encarcelados, 20 los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.

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Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, donde están reservados para el juicio. Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, y trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos. También condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente. Pero libró al justo Lot, abrumado por la conducta pervertida de los malvados, (pues este justo, que habitaba entre ellos, afligía cada día su alma justa viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos).

El Señor sabe librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; 10 y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en placeres e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y obstinados, no temen decir mal de los poderes superiores, 11 mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en poder, no pronuncian juicio de maldición contra ellos delante del Señor.

12 Esos hombres, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, 13 recibiendo la recompensa de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Éstos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros se recrean en sus errores. 14 Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia y son hijos de maldición. 15 Han dejado el camino recto y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad

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28 Asimismo, como sucedió en los días de Lot, cuando comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29 pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y los destruyó a todos. 30 Así será el día en que el Hijo del hombre se manifieste.

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El gran mandamiento(A)

28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído discutir y sabía que les había respondido bien, le preguntó:

—¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

29 Jesús le respondió:

—El primero de todos los mandamiento es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” Éste es el principal mandamiento. 31 El segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento mayor que estos.

32 Entonces el escriba le dijo:

—Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios y no hay otro fuera de él; 33 y amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.

34 Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo:

—No estás lejos del reino de Dios.

Y ya nadie se atrevía a preguntarle.

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10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Entonces los cielos pasarán con gran estruendo, los elementos ardiendo serán deshechos y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.

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Buscad a Jehová
todos los humildes de la tierra,
los que pusisteis por obra su juicio;
buscad justicia, buscad mansedumbre;
quizá seréis guardados
en el día del enojo de Jehová.

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18 Porque así dice Jehová,
que creó los cielos.
Él es Dios,
el que formó la tierra,
el que la hizo y la compuso.
No la creó en vano,
sino para que fuera habitada la creó:
«Yo soy Jehová y no hay otro.

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Y añadió:

—Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.

Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

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22 »No te acostarás con varón como con mujer; es abominación.

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13 »Si alguien se acuesta con otro hombre como se hace con una mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos: sobre ellos caerá su sangre.

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La culpabilidad de la humanidad

18 La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad, 19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó: 20 Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto, no tienen excusa, 21 ya que, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. 22 Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios, 23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

24 Por lo cual, también los entregó Dios a la inmundicia, en los apetitos de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

26 Por eso Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aun sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. 27 Del mismo modo también los hombres, dejando la relación natural con la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.

28 Como ellos no quisieron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no deben. 29 Están atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y perversidades. 30 Son murmuradores, calumniadores, enemigos de Dios, injuriosos, soberbios, vanidosos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia. 32 Esos, aunque conocen el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

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¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.

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Pero sabemos que la Ley es buena, si uno la usa legítimamente, conociendo esto: que la Ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, 10 para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, 11 según el glorioso evangelio del Dios bienaventurado, que a mí me ha sido encomendado.

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Destrucción de Sodoma y Gomorra

19 Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó a recibirlos, se inclinó hacia el suelo y les dijo:

—Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo para alojaros y lavar vuestros pies. Por la mañana os levantaréis y seguiréis vuestro camino.

Ellos respondieron:

—No, esta noche nos quedaremos en la calle.

Pero Lot porfió tanto con ellos que fueron con él y entraron en su casa. Allí les hizo banquete, coció panes sin levadura y comieron.

Pero, antes que se acostaran, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo, desde el más joven hasta el más viejo. Y llamaron a Lot, gritando:

—¿Dónde están los hombres que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos.

Entonces Lot salió a ellos a la puerta, cerró la puerta tras sí y dijo:

—Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. Mirad, yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las traeré y podréis hacer con ellas lo que bien os parezca; solamente que a estos varones no les hagáis nada, ya que han venido al amparo de mi tejado.

Ellos respondieron:

—¡Quítate de ahí!

Y añadieron:

—Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te trataremos peor que a ellos.

Enseguida comenzaron a forcejear con Lot, y se acercaron para romper la puerta. 10 Pero los huéspedes alargaron la mano, metieron a Lot en la casa con ellos y cerraron la puerta. 11 Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa los hirieron con ceguera, desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta.

12 Después dijeron los huéspedes a Lot:

—¿Tienes aquí alguno más? Saca de este lugar a tus yernos, hijos e hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, 13 porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra la gente de esta ciudad ha subido de punto delante de Jehová. Por tanto, Jehová nos ha enviado a destruirla.

14 Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo:

—¡Levantaos, salid de este lugar, porque Jehová va a destruir esta ciudad!

Pero sus yernos pensaron que bromeaba. 15 Y al rayar el alba los ángeles daban prisa a Lot, diciendo:

—Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad.

16 Como él se demoraba, los varones los asieron de la mano, a él, a su mujer y a sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. 17 Cuando ya estaban fuera, le dijeron:

—Escapa por tu vida; no mires atrás ni te detengas en ningún lugar de esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.

18 Pero Lot les dijo:

—No, yo os ruego, señores míos. 19 Vuestro siervo ha hallado gracia en vuestros ojos y habéis tenido mucha misericordia conmigo al salvarme la vida, pero no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal y muera. 20 Cerca de aquí hay una pequeña ciudad, a la cual puedo huir. Dejadme ir allá (¿no es en verdad pequeña?) y salvaré mi vida.

21 Uno de ellos le respondió:

—También he escuchado tu súplica sobre esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado. 22 Date prisa y escápate allá, porque nada podré hacer hasta que hayas llegado.

Por eso fue llamado Zoar el nombre de la ciudad.

23 El sol salía sobre la tierra cuando Lot llegó a Zoar. 24 Entonces Jehová hizo llover desde los cielos azufre y fuego sobre Sodoma y sobre Gomorra; 25 y destruyó las ciudades y toda aquella llanura, con todos los habitantes de aquellas ciudades y el fruto de la tierra. 26 Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal.

27 Subió Abraham por la mañana al lugar donde había estado delante de Jehová. 28 Miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura, y vio que el humo subía de la tierra como el humo de un horno. 29 Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la llanura, se acordó de Abraham, y sacó a Lot de en medio de la destrucción con que asoló las ciudades donde Lot estaba.

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Carácter de los hombres en los postreros días

También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos. Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella. A esos, evítalos.

De ellos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas pasiones. Éstas siempre están aprendiendo, pero nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también estos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Pero no irán más adelante, porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquellos.

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Los Diez Mandamientos(A)

20 Habló Dios todas estas palabras:

«Yo soy Jehová, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

»No tendrás dioses ajenos delante de mí.

»No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las honrarás, porque yo soy Jehová, tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia por millares a los que me aman y guardan mis mandamientos.

»No tomarás el nombre de Jehová, tu Dios, en vano, porque no dará por inocente Jehová al que tome su nombre en vano.

»Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, 10 pero el séptimo día es de reposo para Jehová, tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, 11 porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó.

12 »Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da.

13 »No matarás.

14 »No cometerás adulterio.

15 »No hurtarás.

16 »No dirás contra tu prójimo falso testimonio.

17 »No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.»

El terror del pueblo(B)

18 Todo el pueblo observaba el estruendo, los relámpagos, el sonido de la bocina y el monte que humeaba. Al ver esto, el pueblo tuvo miedo y se mantuvo alejado. 19 Entonces dijeron a Moisés:

—Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.

20 Moisés respondió al pueblo:

—No temáis, pues Dios vino para probaros, para que su temor esté ante vosotros y no pequéis.

21 Y mientras el pueblo se mantenía alejado, Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios.

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16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.

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Por lo cual, en un solo día
vendrán sus plagas:
muerte, llanto y hambre,
y será quemada con fuego,
porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga.

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Muerte de Lázaro

11 Estaba enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana. (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos). Enviaron, pues, las hermanas a decir a Jesús:

—Señor, el que amas está enfermo.

Jesús, al oírlo, dijo:

—Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo a los discípulos:

—Vamos de nuevo a Judea.

Le dijeron los discípulos:

—Rabí, hace poco los judíos intentaban apedrearte, ¿y otra vez vas allá?

Respondió Jesús:

—¿No tiene el día doce horas? El que anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.

11 Dicho esto, agregó:

—Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo.

12 Dijeron entonces sus discípulos:

—Señor, si duerme, sanará.

13 Jesús decía esto de la muerte de Lázaro, pero ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 14 Entonces Jesús les dijo claramente:

—Lázaro ha muerto, 15 y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis; pero vamos a él.

16 Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos:

—Vamos también nosotros, para que muramos con él.

Jesús, la resurrección y la vida

17 Llegó, pues, Jesús y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios, 19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús llegaba, salió a encontrarlo, pero María se quedó en casa. 21 Marta dijo a Jesús:

—Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Pero también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.

23 Jesús le dijo:

—Tu hermano resucitará.

24 Marta le dijo:

—Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final.

25 Le dijo Jesús:

—Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

27 Le dijo:

—Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.

Jesús llora ante la tumba de Lázaro

28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto:

—El Maestro está aquí, y te llama.

29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y fue a él. 30 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. 31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo:

—Va al sepulcro, a llorar allí.

32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verlo, se postró a sus pies, diciéndole:

—Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.

33 Jesús entonces, al verla llorando y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, 34 y preguntó:

—¿Dónde lo pusisteis?

Le dijeron:

—Señor, ven y ve.

35 Jesús lloró. 36 Dijeron entonces los judíos:

—¡Mirad cuánto lo amaba!

37 Y algunos de ellos dijeron:

—¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?

Resurrección de Lázaro

38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo Jesús:

—Quitad la piedra.

Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:

—Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días.

40 Jesús le dijo:

—¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?

41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo:

—Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sé que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.

43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz:

—¡Lázaro, ven fuera!

44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo:

—Desatadlo y dejadlo ir.

El complot para matar a Jesús(A)

45 Entonces muchos de los judíos que habían ido para acompañar a María y vieron lo que había hecho Jesús, creyeron en él. 46 Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. 47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el Concilio, y dijeron:

—¿Qué haremos?, pues este hombre hace muchas señales. 48 Si lo dejamos así, todos creerán en él, y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.

49 Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo:

—Vosotros no sabéis nada, 50 ni os dais cuenta de que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.

51 Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; 52 y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. 53 Así que desde aquel día acordaron matarlo.

54 Por eso, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y se quedó allí con sus discípulos.

55 Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos subieron de aquella región a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. 56 Buscaban a Jesús y se preguntaban unos a otros en el Templo:

—¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?

57 Los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno se enteraba de dónde estaba, informara de ello, para prenderlo.