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Subí debido a una revelación y, para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación, el evangelio que predico entre los gentiles. Pero ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse, a pesar de los falsos hermanos que se habían introducido entre nosotros a escondidas, para espiar nuestra libertad —la que tenemos en Cristo Jesús—, para reducirnos a esclavitud. A los tales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciera con vosotros.

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