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18 Los hechiceros también intentaron sacar piojos con sus encantamientos, pero no pudieron. Hubo, pues, piojos tanto en los hombres como en las bestias. 19 Entonces los hechiceros dijeron al faraón:

—Es el dedo de Dios.

Pero el corazón del faraón se endureció, y no los escuchó, tal como Jehová lo había dicho.

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