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Según el gobernante, así son sus ministros;
según el jefe de la ciudad, así son sus habitantes.
Un rey licencioso arruina a una ciudad;
si los gobernantes son sensatos, la ciudad crece.
En manos de Dios está el gobierno del mundo;
a su tiempo le da el jefe que le hace falta.
En manos de Dios está el gobierno de todos los hombres,
y él da su propia autoridad al gobernante.

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