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Alianza del Señor con Israel en Moab

29 (28.69) Éstos son los términos de la alianza que el Señor ordenó a Moisés hacer con los israelitas en el país de Moab, además de la alianza que ya había hecho con ellos en el monte Horeb. (1) Moisés reunió a todos los israelitas y les dijo:

«Ustedes han visto todo lo que el Señor hizo en Egipto al faraón, a sus funcionarios y a todo su país, (2) y son testigos de esas grandes pruebas, señales y maravillas. (3) Pero hasta ahora el Señor no les ha dado entendimiento ni les ha permitido comprender el significado de todo ello. (4) Durante cuarenta años yo los he guiado por el desierto, y en ese tiempo no se les ha gastado la ropa ni el calzado. (5) No han comido pan ni bebido vino, ni han tomado ninguna bebida fuerte, para que sepan que el Señor es el Dios de ustedes.

(6) »Cuando llegamos a esta región, salieron a atacarnos Sihón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, pero los derrotamos (7) y nos apoderamos de su país, y se lo dimos en propiedad a las tribus de Rubén y Gad y a la media tribu de Manasés. (8) Por lo tanto, cumplan los términos de esta alianza y pónganlos en práctica, para que les vaya bien en todo lo que hagan.

10 (9) »Hoy están reunidos todos ustedes delante del Señor su Dios: los jefes de sus tribus, los ancianos, los oficiales, todos los hombres de Israel, 11 (10) los niños, las mujeres y los extranjeros que viven entre ustedes, desde el leñador hasta el aguador, 12 (11) para comprometerse bajo juramento en la alianza que el Señor su Dios hace hoy con ustedes. 13 (12) Hoy queda establecido que ustedes son su pueblo y que él es su Dios, como ya se lo había prometido a Abraham, Isaac y Jacob, los antepasados de ustedes. 14 (13) Pero no sólo con ustedes hace el Señor esta alianza y este juramento, 15 (14) sino también con los que no están hoy aquí con nosotros delante de él. 16 (15) Ustedes saben muy bien cómo hemos vivido en Egipto y de qué manera hemos tenido que pasar por las naciones que hemos encontrado en nuestro camino, 17 (16) donde hemos visto los falsos dioses y los despreciables ídolos de madera, piedra, plata y oro, que esa gente adora. 18 (17) Que no haya entre ustedes ni hombre ni mujer, ni familia ni tribu, que abandone hoy al Señor nuestro Dios por adorar a los dioses de esas naciones. Que ninguno de ustedes sea como una planta de raíz amarga y venenosa.

19 (18) »Si después de haber escuchado los términos de este juramento, alguno de ustedes se cree demasiado bueno y piensa: “Todo me ha de salir bien, aunque haga yo lo que me dé la gana”, él será la causa de la ruina de todos. 20 (19) El Señor no va a estar dispuesto a perdonarlo, sino que descargará su ira y su indignación sobre ese hombre, y caerán sobre él todas las maldiciones anunciadas en este libro, y el Señor borrará de la tierra su descendencia. 21 (20) El Señor apartará de todas las tribus de Israel a ese hombre, y lo hará caer en desgracia, conforme a todas las maldiciones de la alianza que está escrita en este libro de la ley. 22 (21) La generación futura, los descendientes de ustedes que han de venir después, así como los extranjeros que lleguen de países lejanos, verán las plagas y las enfermedades que el Señor enviará sobre esta tierra; 23 (22) verán que todo el país no es más que azufre, sal y tierra quemada. No se podrá sembrar en esa tierra, ni nada podrá producir; ni siquiera una hierba podrá crecer en ella, tal como sucedió en la destrucción de las ciudades de Sodoma, Gomorra, Admá y Seboím, las cuales destruyó el Señor en su ira y furor.

24 (23) »Entonces todo el mundo preguntará: “¿Por qué hizo esto el Señor con este país? ¿Por qué se encendió tanto su furor?” 25 (24) Y la respuesta será: “Porque abandonaron la alianza que el Señor, el Dios de sus antepasados, hizo con ellos cuando los sacó de Egipto, 26 (25) y se fueron a rendir culto e inclinarse ante otros dioses que no conocían ni nunca les dieron nada. 27 (26) Por eso se enojó el Señor contra esta tierra, e hizo caer sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro; 28 (27) y los arrojó de su país con ira, furor y gran indignación, echándolos a otros países, como está sucediendo ahora.”

29 (28) »Hay cosas que no sabemos: ésas pertenecen al Señor nuestro Dios; pero hay cosas que nos han sido reveladas a nosotros y a nuestros hijos para que las cumplamos siempre: todos los mandamientos de esta ley.

Condiciones para la restauración y la bendición

30 »Cuando les sobrevenga a ustedes todo lo que les he anunciado, la bendición y la maldición que les he dado a elegir, y reflexionen sobre ellas en las naciones donde el Señor su Dios los arroje, si se vuelven al Señor y lo obedecen de todo corazón y con toda su alma, ustedes y los hijos de ustedes, como yo se lo ordeno ahora, entonces el Señor su Dios cambiará la suerte de ustedes y les tendrá compasión. Los reunirá otra vez de entre los países donde antes los arrojó, y aunque los desterrados de ustedes estén esparcidos por los lugares más lejanos del mundo, de allá los hará venir el Señor su Dios, y hasta allá irá a buscarlos. El Señor los hará volver de nuevo al país que los antepasados de ustedes ocuparon, y ustedes volverán a ocuparlo; los hará prosperar y les dará más hijos que a sus antepasados. Pondrá la marca de la alianza en el corazón de ustedes y en el de sus descendientes, para que lo amen con todo su corazón y con toda su alma, a fin de que tengan vida. El Señor su Dios hará caer todas estas maldiciones sobre los enemigos de ustedes y sobre los que los persiguieron con odio, y ustedes se volverán al Señor y lo obedecerán, y pondrán en práctica todos los mandamientos que yo les ordeno hoy. Entonces el Señor les hará prosperar en todo lo que hagan, y en hijos, en crías de ganado y en cosechas; sí, el Señor su Dios volverá a complacerse en hacerles bien, como antes se complacía en hacerlo a los antepasados de ustedes, 10 si es que obedecen al Señor su Dios y cumplen sus mandamientos y leyes escritos en este libro de la ley, y se vuelven a él con todo su corazón y con toda su alma.

11 »Este mandamiento que hoy les doy no es demasiado difícil para ustedes, ni está fuera de su alcance. 12 No está en el cielo, para que se diga: “¿Quién puede subir al cielo por nosotros, para que nos lo traiga y nos lo dé a conocer, y lo pongamos en práctica?” 13 Tampoco está del otro lado del mar, para que se diga: “¿Quién cruzará el mar por nosotros, para que nos lo traiga y nos lo dé a conocer, y lo pongamos en práctica?” 14 Al contrario, el mandamiento está muy cerca de ustedes; está en sus labios y en su pensamiento, para que puedan cumplirlo.

15 »Miren, hoy les doy a elegir entre la vida y el bien, por un lado, y la muerte y el mal, por el otro. 16 Si obedecen lo que hoy les ordeno, y aman al Señor su Dios, y siguen sus caminos, y cumplen sus mandamientos, leyes y decretos, vivirán y tendrán muchos hijos, y el Señor su Dios los bendecirá en el país que van a ocupar. 17 Pero si no hacen caso de todo esto, sino que se dejan arrastrar por otros dioses para rendirles culto y arrodillarse ante ellos, 18 en este mismo momento les advierto que morirán sin falta, y que no estarán mucho tiempo en el país que van a conquistar después de haber cruzado el Jordán. 19 En este día pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ustedes, de que les he dado a elegir entre la vida y la muerte, y entre la bendición y la maldición. Escojan, pues, la vida, para que vivan ustedes y sus descendientes; 20 amen al Señor su Dios, obedézcanlo y séanle fieles, porque de ello depende la vida de ustedes y el que vivan muchos años en el país que el Señor juró dar a Abraham, Isaac y Jacob, antepasados de ustedes.»