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24 (2) Y cuando regresó Saúl de perseguir a los filisteos, le dieron la noticia de que David estaba en el desierto de En-gadi. (3) Entonces Saúl escogió a tres mil hombres de todo Israel y fue a buscar a David y sus hombres por las peñas más escarpadas. (4) En su camino llegó a unos rediles de ovejas, cerca de los cuales había una cueva en la que estaban escondidos David y sus hombres. Saúl se metió en ella para hacer sus necesidades, (5) y los hombres de David le dijeron a éste:

—Hoy se cumple la promesa que te hizo el Señor de que pondría en tus manos a tu enemigo. Haz con él lo que mejor te parezca.

Entonces David se levantó, y con mucha precaución cortó un pedazo de la capa de Saúl; (6) pero después de hacerlo le remordió la conciencia, (7) y les dijo a sus hombres:

—¡El Señor me libre de alzar mi mano contra mi señor el rey! ¡Si él es rey, es porque el Señor lo ha escogido!

(8) De este modo refrenó David a sus hombres y no les permitió atacar a Saúl, el cual salió de la cueva y siguió su camino. (9) Pero en seguida David salió de la cueva tras él, y le gritó:

—¡Majestad, Majestad!

Saúl miró hacia atrás, y David, inclinándose hasta el suelo en señal de reverencia, (10) le dijo:

—¿Por qué hace caso Su Majestad a quienes le dicen que yo busco su mal? 10 (11) Su Majestad ha podido comprobar que, aunque el Señor puso hoy a Su Majestad en mis manos allá en la cueva, yo no quise matar a Su Majestad, sino que le perdoné la vida, pues me dije que si Su Majestad es rey, es porque el Señor lo ha escogido.

11 (12) «Mire bien Su Majestad lo que tengo en la mano: es un pedazo de la capa de Su Majestad, a quien bien podría haber matado. Con eso puede darse cuenta Su Majestad de que yo no he pensado en hacerle daño ni en traicionarlo, ni tampoco le he faltado. Sin embargo, Su Majestad me persigue para quitarme la vida. 12 (13) ¡Que el Señor juzgue entre nosotros dos, y me vengue de Su Majestad! Por lo que a mí toca, jamás levantaré mi mano contra Su Majestad. 13 (14) Un antiguo refrán dice: “La maldad viene de los malvados”; por eso yo jamás levantaré mi mano contra Su Majestad. 14 (15) Además, ¿tras de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién está persiguiendo? ¡A mí, que soy como un perro muerto, o como una pulga! 15 (16) Por lo tanto, que el Señor decida y juzgue entre nosotros dos; ¡que sea él quien examine mi causa y me defienda de Su Majestad!»

16 (17) Cuando David terminó de hablar, Saúl exclamó:

—¡Pero si eres tú, David, hijo mío, quien me habla!

Y echándose a llorar, 17 (18) le dijo:

—La razón está de tu lado, pues me has devuelto bien a cambio del mal que te he causado. 18 (19) Hoy me has demostrado que tú buscas mi bien, pues habiéndome puesto el Señor en tus manos, no me mataste. 19 (20) En realidad, no hay nadie que, al encontrar a su enemigo, lo deje ir sano y salvo. Por lo tanto, ¡que el Señor te pague con bien lo que hoy has hecho conmigo! 20 (21) Ahora me doy perfecta cuenta de que tú serás el rey, y de que bajo tu dirección el reino de Israel habrá de prosperar. 21 (22) Júrame, pues, por el Señor, que no acabarás con mis descendientes ni borrarás mi nombre de mi familia.

22 (23) David se lo juró a Saúl, y después Saúl regresó a su palacio, en tanto que David y los suyos se fueron a la fortaleza.

Muerte de Samuel

25 Samuel murió, y todos los israelitas se reunieron para llorar su muerte. Lo enterraron en su casa, en Ramá. Después David se fue al desierto de Parán.

David y Abigail

Había en Maón un hombre muy rico, dueño de tres mil ovejas y mil cabras, que tenía sus negocios en la ciudad de Carmel, donde acostumbraba trasquilar sus ovejas. Este hombre se llamaba Nabal, y era descendiente de Caleb; era un hombre rudo y de mala conducta. Por el contrario, Abigail, su esposa, era hermosa e inteligente.

4-5 Cuando David, que estaba en el desierto, supo que Nabal se encontraba en Carmel trasquilando sus ovejas, envió a diez de sus criados con la orden de saludar a Nabal de su parte y darle el siguiente mensaje: «Recibe, hermano mío, mis mejores deseos de bienestar para ti y tu familia y todos los tuyos. He sabido que te encuentras trasquilando tus ovejas. También tú sabrás que tus pastores han estado en Carmel con nosotros, y que mientras ellos estuvieron con nosotros nunca se les molestó ni se les quitó nada. Puedes preguntar esto a tus criados, y ellos te lo confirmarán. Por esta razón te ruego que tengas ahora consideración con estos muchachos, que en buen momento llegan, y que nos des, tanto a ellos como a mí, lo que tengas a mano, pues soy como tu hijo.»

Los criados de David fueron y transmitieron este recado a Nabal, y se quedaron esperando la respuesta. 10 Pero Nabal les contestó:

—¿Quién es David? ¿Quién es ese hijo de Jesé? ¡Hoy en día son muchos los esclavos que andan huyendo de sus dueños! 11 ¿Acaso voy a tomar la comida y la bebida y la carne que he preparado para mis trasquiladores, y voy a dárselas a gente que no sé ni de dónde es?

12 Los criados de David tomaron el camino de regreso, y cuando llegaron ante David le contaron todo lo que Nabal había dicho. 13 Entonces David ordenó a sus hombres:

—¡Todos a las armas!

Sus hombres se colocaron la espada al cinto, lo mismo que David; y así cuatrocientos hombres se fueron con él, mientras que otros doscientos se quedaron cuidando el material. 14 Pero uno de los criados de Nabal fue a decirle a Abigail, la mujer de Nabal:

—Desde el desierto, David envió unos mensajeros a saludar a nuestro amo, pero él reaccionó muy groseramente. 15 Sin embargo, esos hombres se han portado muy bien con nosotros. Durante todo el tiempo que anduvimos con ellos por el campo, nunca nos molestaron ni nos quitaron nada. 16 Al contrario, de día y de noche nos protegían, tanto a nosotros como a nuestros rebaños. 17 Pero como el marido de usted tiene tan mal genio que no se le puede hablar, piense usted y vea lo que debe hacer, porque con toda seguridad algo malo va a venir contra él y contra toda su familia.

18 Rápidamente Abigail tomó doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas asadas, unos cuarenta litros de grano tostado, cien tortas de uvas pasas y doscientas tortas de higos secos; luego lo cargó todo en asnos, 19 y dijo a sus criados:

—Adelántense ustedes, que yo los seguiré más tarde.

Sin decir nada de esto a su marido, 20 Abigail montó en un asno y, a escondidas, comenzó a bajar del monte. De pronto vio que David y sus hombres venían a su encuentro, y fue a recibirlos.

21 David venía pensando que de balde había protegido todo lo que Nabal tenía en el desierto, sin quitarle nada de su propiedad, pues él le había pagado mal por bien. 22 Así que juró: «¡Que Dios me castigue duramente si de aquí a mañana no acabo con todos los varones parientes suyos!»

23 En cuanto Abigail vio a David, se bajó del asno y se inclinó hasta el suelo en señal de respeto. 24 Luego se echó a sus pies y le dijo:

—¡Que la culpa, mi señor, recaiga sobre mí! Yo le ruego a usted que me permita hablarle, y que escuche mis razones. 25 No haga usted caso de Nabal, ese hombre grosero, porque él, haciendo honor a su nombre, es realmente un estúpido. Siempre actúa con estupidez. Esta servidora de usted no vio a los criados que usted mandó. 26 Sin embargo, con toda seguridad, el Señor no ha permitido que venga usted a derramar sangre y a hacerse justicia por su propia mano. ¡Quiera el Señor que todos los enemigos de usted, y todos los que procuran hacerle daño, corran la misma suerte que Nabal! 27 Y ahora le ruego a usted que estos regalos que yo le he traído sean repartidos entre los criados que le acompañan, 28 y que perdone usted a esta servidora suya. Ciertamente el Señor va a mantener a usted y a su dinastía en el poder, ya que usted lucha por la causa del Señor, y en toda su vida no sufrirá ningún mal. 29 Si alguien lo persigue a usted e intenta matarlo, la vida de usted estará segura bajo la protección del Señor su Dios. En cuanto a los enemigos de usted, el Señor los arrojará como quien tira piedras con una honda. 30 Así pues, cuando el Señor haga realidad todo lo bueno que ha anunciado respecto a usted, y lo nombre jefe de Israel, 31 no tendrá usted el pesar ni el remordimiento de haber derramado sangre inocente ni de haberse hecho justicia por su propia mano. Y cuando el Señor le dé a usted prosperidad, acuérdese de esta servidora suya.

32 David le respondió:

—Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te envió hoy a mi encuentro, 33 y bendita seas tú por tu buen juicio, porque hoy has evitado que yo llegue a derramar sangre y a hacerme justicia por mi propia mano. 34 Pero te juro por el Señor, el Dios de Israel, que ha evitado que yo te haga daño, que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, mañana no le quedaría a Nabal ni un solo varón vivo.

35 Luego David recibió de manos de ella lo que le había llevado, y le dijo:

—Puedes irte tranquila a tu casa. Como ves, he atendido a tus razones y te he concedido lo que me pediste.

36 Cuando Abigail volvió a donde estaba Nabal, vio que éste se hallaba celebrando en su casa un banquete digno de un rey. Estaba muy contento y completamente borracho. Por eso, ella no le dijo nada hasta el otro día. 37 A la mañana siguiente, cuando ya se le había pasado la borrachera a Nabal, Abigail le explicó claramente lo ocurrido, y Nabal sufrió un ataque repentino que lo dejó paralizado. 38 Diez días después, el Señor lo hirió de nuevo, y Nabal murió. 39 Cuando David supo que Nabal había muerto, dijo:

—¡Bendito sea el Señor, que me ha vengado de la ofensa que me hizo Nabal! ¡Me ha librado de hacer lo malo, y ha hecho recaer la maldad de Nabal sobre Nabal mismo!

Después David envió a Abigail una proposición de matrimonio. 40 Y cuando los criados de David llegaron a Carmel para hablar con ella, le dijeron:

—David nos ha enviado por usted, porque quiere hacerla su esposa.

41 Abigail se inclinó hasta el suelo, en actitud de reverencia, y contestó:

—Yo soy una simple servidora de David, dispuesta a lavar los pies de sus esclavos, si él así me lo ordena.

42 Después de haber dicho esto, se preparó rápidamente y, acompañada por cinco criadas, montó en un asno y se puso en camino tras los enviados de David, y se casó con él.

43 David se casó también con Ahinóam de Jezreel, y las dos fueron sus mujeres. 44 Saúl había entregado su hija Mical, la mujer de David, a Paltí, el hijo de Lais, que era de Galim.

David perdona la vida a Saúl en En-gadi

24 Cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron aviso, diciendo: He aquí David está en el desierto de En-gadi. Y tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de sus hombres, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses. Y cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la cueva.(A) Entonces los hombres de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl. Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl. Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová. Así reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino.

También David se levantó después, y saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl, diciendo: ¡Mi señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia. Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal? 10 He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová. 11 Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano; porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; sin embargo, tú andas a caza de mi vida para quitármela. 12 Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti. 13 Como dice el proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá la impiedad; así que mi mano no será contra ti. 14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga? 15 Jehová, pues, será juez, y él juzgará entre tú y yo. Él vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano.

16 Y aconteció que cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo mío David? Y alzó Saúl su voz y lloró, 17 y dijo a David: Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal. 18 Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome entregado Jehová en tu mano. 19 Porque ¿quién hallará a su enemigo, y lo dejará ir sano y salvo? Jehová te pague con bien por lo que en este día has hecho conmigo. 20 Y ahora, como yo entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable, 21 júrame, pues, ahora por Jehová, que no destruirás mi descendencia después de mí, ni borrarás mi nombre de la casa de mi padre. 22 Entonces David juró a Saúl. Y se fue Saúl a su casa, y David y sus hombres subieron al lugar fuerte.

David y Abigail

25 Murió Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá.

Y se levantó David y se fue al desierto de Parán. Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel, el cual era muy rico, y tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteció que estaba esquilando sus ovejas en Carmel. Y aquel varón se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail. Era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras; y era del linaje de Caleb. Y oyó David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas. Entonces envió David diez jóvenes y les dijo: Subid a Carmel e id a Nabal, y saludadle en mi nombre, y decidle así: Sea paz a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes. He sabido que tienes esquiladores. Ahora, tus pastores han estado con nosotros; no les tratamos mal, ni les faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel. Pregunta a tus criados, y ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia en tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David.

Cuando llegaron los jóvenes enviados por David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron. 10 Y Nabal respondió a los jóvenes enviados por David, y dijo: ¿Quién es David, y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores. 11 ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son? 12 Y los jóvenes que había enviado David se volvieron por su camino, y vinieron y dijeron a David todas estas palabras. 13 Entonces David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno su espada. Y se ciñó cada uno su espada y también David se ciñó su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.

14 Pero uno de los criados dio aviso a Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aquí David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido. 15 Y aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el tiempo que anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo. 16 Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas. 17 Ahora, pues, reflexiona y ve lo que has de hacer, porque el mal está ya resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle.

18 Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y lo cargó todo en asnos. 19 Y dijo a sus criados: Id delante de mí, y yo os seguiré luego; y nada declaró a su marido Nabal. 20 Y montando un asno, descendió por una parte secreta del monte; y he aquí David y sus hombres venían frente a ella, y ella les salió al encuentro. 21 Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que este tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien. 22 Así haga Dios a los enemigos de David y aun les añada, que de aquí a mañana, de todo lo que fuere suyo no he de dejar con vida ni un varón.

23 Y cuando Abigail vio a David, se bajó prontamente del asno, y postrándose sobre su rostro delante de David, se inclinó a tierra; 24 y se echó a sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva. 25 No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal,[a] y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi a los jóvenes que tú enviaste. 26 Ahora pues, señor mío, vive Jehová, y vive tu alma, que Jehová te ha impedido el venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor. 27 Y ahora este presente que tu sierva ha traído a mi señor, sea dado a los hombres que siguen a mi señor. 28 Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días. 29 Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será ligada en el haz de los que viven delante de Jehová tu Dios, y él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda. 30 Y acontecerá que cuando Jehová haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca por príncipe sobre Israel, 31 entonces, señor mío, no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado por ti mismo. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haga bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.

32 Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases. 33 Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano. 34 Porque vive Jehová Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le hubiera quedado con vida a Nabal ni un varón. 35 Y recibió David de su mano lo que le había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu voz, y te he tenido respeto.

36 Y Abigail volvió a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de Nabal estaba alegre, y estaba completamente ebrio, por lo cual ella no le declaró cosa alguna hasta el día siguiente. 37 Pero por la mañana, cuando ya a Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le refirió su mujer estas cosas; y desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra. 38 Y diez días después, Jehová hirió a Nabal, y murió.

39 Luego que David oyó que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar con Abigail, para tomarla por su mujer. 40 Y los siervos de David vinieron a Abigail en Carmel, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti, para tomarte por su mujer. 41 Y ella se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor. 42 Y levantándose luego Abigail con cinco doncellas que le servían, montó en un asno y siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer. 43 También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron sus mujeres. 44 Porque Saúl había dado a su hija Mical mujer de David a Palti hijo de Lais, que era de Galim.

Notas al pie

  1. 1 Samuel 25:25 Esto es, Insensato.

David perdona la vida a Saúl

24 Cuando Saúl regresó de perseguir a los filisteos, le informaron que David estaba en el desierto de Engadi. Entonces Saúl tomó consigo tres mil hombres escogidos de todo Israel y se fue por los Peñascos de las Cabras, en busca de David y de sus hombres.

Por el camino, llegó a un corral de ovejas; y como había una cueva en el lugar, entró allí para hacer sus necesidades.[a] David estaba escondido en el fondo de la cueva con sus hombres y estos dijeron:

—En verdad, hoy se cumple la promesa que te hizo el Señor cuando te dijo: “Yo pondré a tu enemigo en tus manos, para que hagas con él lo que mejor te parezca”.

David se levantó sin hacer ruido y cortó el borde del manto de Saúl.

Pero le remordió la conciencia por lo que había hecho y dijo a sus hombres:

—¡Que el Señor me libre de hacerle al rey lo que ustedes sugieren! No puedo alzar la mano contra él, porque es el ungido del Señor.

De este modo David contuvo a sus hombres y no les permitió que atacaran a Saúl. Pero una vez que este salió de la cueva para proseguir su camino, David salió de la cueva y gritó:

—¡Majestad, señor mío!

Saúl miró hacia atrás y David, postrándose rostro en tierra, se inclinó y dijo:

—¿Por qué hace caso usted a los que dicen que yo quiero hacerle daño? 10 Usted podrá ver con sus propios ojos que hoy mismo, en esta cueva, el Señor lo había entregado en mis manos. Mis hombres me incitaban a que lo matara, pero yo respeté su vida y dije: “No puedo alzar la mano contra el rey, porque es el ungido del Señor”. 11 Padre mío, mire usted el borde de su manto que tengo en la mano. Yo corté este pedazo, pero a usted no lo maté. Reconozca que yo no intento hacerle mal ni traicionarlo. Usted, sin embargo, me persigue para quitarme la vida, aunque yo no le he hecho ningún agravio. 12 ¡Que el Señor juzgue entre nosotros dos! ¡Y que el Señor me vengue de usted! Pero mi mano no se alzará contra usted. 13 Como dice el antiguo refrán: “De los malos, la maldad”; por eso mi mano jamás se alzará contra usted.

14 »¿Contra quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigue? ¡A un perro muerto! ¡A una pulga! 15 ¡Que sea el Señor quien juzgue y dicte la sentencia entre nosotros dos! ¡Que examine mi causa, y me defienda y me libre de usted!».

16 Cuando David terminó de hablar, Saúl dijo:

—David, hijo mío, ¡pero si eres tú quien me habla!

Y alzando la voz, se echó a llorar.

17 —Has actuado mejor que yo —continuó Saúl—. Me has devuelto bien por mal. 18 Hoy me has hecho reconocer lo bien que me has tratado, pues el Señor me entregó en tus manos y no me mataste. 19 ¿Quién encuentra a su enemigo y le perdona la vida?[b] ¡Que el Señor te recompense por lo bien que me has tratado hoy! 20 Ahora caigo en cuenta de que tú serás el rey y de que consolidarás el reino de Israel. 21 Júrame entonces, por el Señor, que no exterminarás mi descendencia ni borrarás el nombre de mi familia.

22 David se lo juró. Luego Saúl volvió a su palacio, mientras David y sus hombres subieron al refugio.

David, Nabal y Abigaíl

25 Samuel murió y fue enterrado en Ramá, donde había vivido. Todo Israel se reunió para hacer duelo por él. Después de eso David bajó al desierto de Parán.[c]

Había en Maón un hombre muy rico, dueño de mil cabras y tres mil ovejas, las cuales esquilaba en Carmel, donde tenía su hacienda. Se llamaba Nabal y pertenecía a la familia de Caleb. Su esposa, Abigaíl, era una mujer bella e inteligente; Nabal, por el contrario, era insolente y de mala conducta.

Estando David en el desierto, se enteró de que Nabal estaba esquilando sus ovejas. Envió entonces diez de sus hombres con este encargo: «Vayan a Carmel para llevarle a Nabal un saludo de mi parte. Díganle: “¡Que tengan salud[d] y paz tú y tu familia, y todo lo que te pertenece! Acabo de escuchar que estás esquilando tus ovejas. Como has de saber, cuando tus pastores estuvieron con nosotros, jamás los molestamos. En todo el tiempo que se quedaron en Carmel, nunca se les quitó nada. Pregúntales a tus criados y ellos mismos te lo confirmarán. Por tanto, te agradeceré que recibas bien a mis hombres, pues este día hay que celebrarlo. Dales, por favor, a tus siervos y a tu hijo David lo que tengas a la mano”».

Cuando los hombres de David llegaron, dieron a Nabal este mensaje de parte de David y se quedaron esperando. 10 Pero Nabal les contestó:

—¿Y quién es ese tal David? ¿Quién es el hijo de Isaí? Hoy día son muchos los esclavos que se escapan de sus amos. 11 ¿Por qué he de compartir mi pan y mi agua, y la carne que he reservado para mis esquiladores, con gente que ni siquiera sé de dónde viene?

12 Los hombres de David se dieron la vuelta y se pusieron en camino. Cuando llegaron ante él, le comunicaron todo lo que Nabal había dicho. 13 Entonces David ordenó: «¡Cíñanse todos la espada!». Y todos, incluso él, se la ciñeron. Acompañaron a David unos cuatrocientos hombres, mientras que otros doscientos se quedaron cuidando el bagaje.

14 Uno de los criados avisó a Abigaíl, la esposa de Nabal: «David envió desde el desierto unos mensajeros para saludar a nuestro amo, pero él los trató mal. 15 Esos hombres se portaron muy bien con nosotros. En todo el tiempo que anduvimos con ellos por el campo, jamás nos molestaron ni nos quitaron nada. 16 Día y noche nos protegieron mientras cuidábamos los rebaños cerca de ellos. 17 Piense usted bien lo que debe hacer, pues la ruina está por caer sobre nuestro amo y sobre toda su familia. Tiene tan mal genio que ni hablar se puede con él».

18 Sin perder tiempo, Abigaíl reunió doscientos panes, dos odres de vino, cinco ovejas asadas, cinco seahs[e] de trigo tostado, cien tortas de uvas pasas y doscientas tortas de higos. Después de cargarlo todo sobre unos asnos, 19 dijo a los criados: «Adelántense, que yo los sigo». Pero a Nabal, su esposo, no le dijo nada de esto.

20 Montada en un asno, Abigaíl bajaba por la ladera del monte cuando vio que David y sus hombres venían en dirección opuesta, de manera que se encontraron. 21 David recién había comentado: «De balde estuve protegiendo en el desierto las propiedades de este hombre, para que no perdiera nada. Ahora resulta que me paga mal por el bien que le hice. 22 ¡Que Dios me castigue[f] sin piedad si antes del amanecer no acabo con todos sus hombres!».

23 Cuando Abigaíl vio a David, se bajó rápidamente del asno y se postró ante él con su rostro en tierra. 24 Se arrojó a sus pies y dijo:

—Señor mío, yo tengo la culpa. Deje que esta sierva suya hable; le ruego que me escuche. 25 No haga usted caso de ese malvado de Nabal, pues le hace honor a su nombre, que significa “necio”. La necedad lo acompaña por todas partes. Yo, por mi parte, no vi a los mensajeros que usted, mi señor, envió.

26 »Pero ahora el Señor le ha impedido a usted derramar sangre y hacerse justicia con sus propias manos. Tan cierto como el Señor y usted viven, esto es lo que pido: que a sus enemigos, y a todos los que quieran hacerle daño, les pase lo mismo que a Nabal. 27 Acepte usted este regalo que su criada ha traído y repártalo entre los criados que lo acompañan.

28 »Yo le ruego que perdone el atrevimiento de esta sierva. Ciertamente, el Señor le dará a usted una dinastía que se mantendrá firme, y nunca nadie podrá hacerle a usted ningún daño,[g] pues usted pelea las batallas del Señor. 29 Aun si alguien lo persigue con la intención de matarlo, su vida estará protegida[h] por el Señor su Dios, mientras que sus enemigos serán lanzados a la destrucción.[i] 30 Así que, cuando el Señor haya hecho todo el bien que le ha prometido, y lo haya establecido como gobernante de Israel, 31 no tendrá usted que sufrir la pena y el remordimiento de haberse vengado por sí mismo, ni de haber derramado sangre inocente. Acuérdese usted de esta sierva suya cuando el Señor le haya dado prosperidad».

32 David dijo entonces a Abigaíl:

—¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro! 33 ¡Y bendita seas tú por tu buen juicio, pues me has impedido derramar sangre y vengarme con mis propias manos! 34 Tan cierto como el Señor, Dios de Israel, vive y me ha impedido hacerte mal, te aseguro que, si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, para mañana no le habría quedado vivo a Nabal ni uno solo de sus hombres.

35 Dicho esto, David aceptó lo que ella había traído.

—Vuelve tranquila a tu casa —añadió—. Como puedes ver, te he hecho caso: te concedo lo que me has pedido.[j]

36 Cuando Abigaíl llegó a la casa, Nabal estaba dando un regio banquete. Se encontraba alegre y muy borracho, así que ella no dijo nada hasta el día siguiente. 37 Por la mañana, cuando a Nabal ya se le había pasado la borrachera, su esposa contó lo sucedido. Al oírlo, Nabal sufrió un ataque al corazón y quedó paralizado. 38 Unos diez días después el Señor hirió a Nabal y así murió.

39 Cuando David se enteró de que Nabal había muerto, exclamó: «¡Bendito sea el Señor, que me ha hecho justicia por la afrenta que recibí de Nabal! El Señor libró a este siervo suyo de hacer mal, pero hizo recaer sobre Nabal su propia maldad».

Entonces David envió un mensaje a Abigaíl, proponiéndole matrimonio. 40 Cuando los criados llegaron a Carmel, hablaron con Abigaíl y dijeron:

—David nos ha enviado para pedirle a usted que se case con él.

41 Ella se inclinó y, postrándose rostro en tierra, dijo:

—Soy la sierva de David y estoy para servirle. Incluso estoy dispuesta a lavarles los pies a sus criados.

42 Sin perder tiempo, Abigaíl se dispuso a partir. Se montó en un asno y, acompañada de cinco criadas, se fue con los mensajeros de David. Después se casó con él. 43 David también se había casado con Ajinoán de Jezrel, así que ambas fueron sus esposas. 44 Saúl, por su parte, había entregado su hija Mical, esposa de David, a Paltiel,[k] hijo de Lais, oriundo de Galín.

Notas al pie

  1. 24:3 hacer sus necesidades. Lit. cubrirse los pies.
  2. 24:19 le perdona la vida. Lit. lo envía por buen camino.
  3. 25:1 Maón (LXX).
  4. 25:6 salud. Palabra de difícil traducción.
  5. 25:18 Es decir, aprox. 28 kg.
  6. 25:22 me castigue (lit. castigue a David; LXX); castigue a los enemigos de David (TM).
  7. 25:28 nunca nadie … ningún daño. Alt. nunca cometerá usted ningún mal.
  8. 25:29 estará protegida. Lit. está embolsada en la bolsa de los vivos.
  9. 25:29 sus enemigos … destrucción. Lit. él lanzará la vida de sus enemigos de en medio de la palma de una honda.
  10. 25:35 te concedo … pedido. Lit. he levantado tu semblante.
  11. 25:44 Paltiel. Lit. Palti (variante de este nombre).

David le perdona la vida a Saúl

24 Cuando Saúl dejó de perseguir a los filisteos, le dijeron: «David está en el desierto de En-gadi».

Saúl tomó entonces a los tres mil mejores soldados de su ejército, y se fue al lugar conocido como Cerro de las cabras monteses, para buscar a David. Llegó a un lugar donde había una cueva. Allí los pastores acostumbraban encerrar sus ovejas, y allí también estaban escondidos David y su gente.

Saúl entró en la cueva para hacer sus necesidades. 4-7 Entonces los hombres de David le dijeron:

—¿Te acuerdas que Dios te prometió que te vengarías de tu enemigo, y que le harías lo que quisieras? Pues bien, ¡ahora es cuando debes hacerlo!

Pero David les respondió:

—¡Que Dios me libre de hacerle algo a mi señor el rey! ¡Nunca le haré daño, pues Dios mismo lo eligió como rey! ¡Sobre su cabeza se derramó aceite, como señal de la elección de Dios!

Y aunque David les prohibió a sus hombres atacar a Saúl, él mismo se acercó en silencio a donde estaba Saúl, y cortó un pedazo de la orilla de su manto. Sin embargo, más tarde pensó que no debía haberlo hecho.

En cuanto Saúl terminó, se levantó y salió de la cueva para seguir su camino. Pero cuando ya se alejaba, David salió de la cueva y le gritó:

—¡Mi señor y rey!

Cuando Saúl miró hacia atrás, David se inclinó de cara al suelo, y le dijo:

—¿Por qué Su Majestad le hace caso a la gente que dice que quiero hacerle daño? 10 Como usted mismo podrá ver, hoy Dios me dio la oportunidad de matarlo aquí mismo, en la cueva. Algunos de mis hombres me insistían que lo matara, pero yo no quise hacerlo. No quise hacerle ningún daño porque Su Majestad es mi rey. ¡Dios mismo lo eligió!

11-15 »¡Vea Su Majestad lo que tengo en la mano! Es un pedazo de su manto, que yo mismo corté. Con esto podrá ver Su Majestad que no quiero matarlo.

»Yo no le he causado ningún mal a Su Majestad; sin embargo, Su Majestad me anda persiguiendo y quiere matarme, ¡a mí, que no valgo más que un perro muerto o una pulga!

»¡Que Dios juzgue entre nosotros dos, y vea quién está haciendo mal! ¡Que Dios castigue a Su Majestad por lo mal que se ha portado conmigo, y no permita que me atrape!

»Bien dice el antiguo refrán, que “del malvado sólo se puede esperar maldad”. Yo, por mi parte, ¡nunca le haré daño a Su Majestad!

16 Cuando David terminó de hablar, Saúl dijo: «¡Pero si es David en persona!» Luego empezó a llorar a gritos, 17 y le dijo a David:

—Tú, David, eres más bueno que yo. Aunque te he hecho mucho mal, tú siempre me has hecho el bien. 18 Hoy me doy cuenta de que me has tratado con bondad, aun cuando Dios te dio la oportunidad de matarme.

19 »Si alguien puede matar a su enemigo, no lo deja ir con vida. Por eso le pido a Dios que te recompense con muchas cosas buenas, por lo bien que hoy me has tratado.

20 »Yo sé muy bien que llegarás a ser rey, y que al pueblo de Israel le irá muy bien contigo. 21 Por eso, júrame por Dios que no acabarás con mis hijos ni con mis nietos, y que no harás que mi familia se olvide de mí.

22 David se lo juró a Saúl. Luego Saúl se regresó a su casa, y David y su gente volvieron a su escondite.

Muerte de Samuel

25 Cuando Samuel murió, todos los israelitas se reunieron para llorar su muerte y sepultarlo en Ramá, que era la ciudad donde había nacido. Después del entierro, David regresó al desierto de Parán.

David, Nabal y Abigail

2-3 En Maón vivía un hombre de la familia de Caleb. Se llamaba Nabal, y era muy rico, pues tenía propiedades en Carmel y era dueño de tres mil ovejas y mil cabras. Pero también era muy grosero y maleducado. En cambio su esposa, que se llamaba Abigail, era una mujer muy inteligente y hermosa.

David supo que Nabal estaba en Carmel, cortando la lana de sus ovejas, 5-6 así que envió a diez de sus ayudantes para que saludaran a Nabal y le dijeran de su parte:

«Que Dios te bendiga, y que siempre le vaya bien a tu familia.

»Que cada día tengas más propiedades.

7-8 »Aquí, en Carmel, tus pastores han estado entre nosotros, y nunca les hemos hecho ningún daño ni les hemos robado nada. Pregúntales y verás que digo la verdad.

»Me he enterado de que tus pastores están cortándoles la lana a tus ovejas, y que por eso estás haciendo fiesta. Yo te ruego que nos des lo que sea tu voluntad. Te lo piden humildemente estos servidores tuyos, y también yo, David, que me considero tu hijo».

Los ayudantes que envió David le dieron a Nabal este mensaje, 10 pero él les contestó:

«¿Y quién es ese David, hijo de Jesé? ¡Seguramente ha de ser uno de esos esclavos que huyen de sus amos! 11 ¿Por qué le voy a dar la comida que preparé para mis trabajadores a gente que no sé ni de dónde viene?»

12 Los ayudantes regresaron a donde estaba David, y le contaron lo sucedido. 13 Entonces David les dijo a sus hombres: «Preparen sus espadas».

Y tomando sus espadas, David y cuatrocientos de sus hombres se fueron a atacar a Nabal, mientras doscientos de ellos se quedaban a cuidar lo que tenían.

14 Uno de los sirvientes de Nabal fue a decirle a Abigail, su esposa:

«David envió unos mensajeros a nuestro amo, con un saludo amistoso. Pero él los insultó, 15 a pesar de que ellos han sido muy buenos con nosotros.

»Todo el tiempo que hemos estado con ellos en los campos, nunca nos han maltratado ni nos han robado nada. 16 Al contrario, siempre nos han protegido.

17 »Nuestro amo Nabal es tan malo que nadie se atreve a decirle nada. Y David ya decidió atacarnos a todos nosotros. ¡Por favor, haga usted algo!»

18 Abigail no perdió tiempo. De inmediato le envió a David doscientos panes, dos recipientes de cuero llenos de vino, cinco ovejas asadas, cuarenta kilos de grano tostado, cien racimos de pasas y doscientos panes de higo. Toda esta comida la cargó Abigail en unas burras, 19 y le dijo a sus sirvientes: «Adelántense ustedes, que yo iré después».

Sin decirle nada a su esposo, 20-22 Abigail se montó en un burro y empezó a bajar del cerro. También David y sus hombres venían bajando del cerro. Y David les dijo:

«De nada nos ha servido cuidar en el desierto las ovejas de ese hombre. Nunca le he pedido nada y, sin embargo, me ha pagado mal el bien que le he hecho. ¡Que Dios me castigue duramente si antes de que amanezca no he matado a Nabal y a todos sus hombres!»

En ese momento, David y sus hombres se encontraron con Abigail. 23 Cuando ella lo vio, se bajó del burro y se inclinó de cara al suelo, 24-26 y echándose a los pies de David le dijo:

—Señor mío, por favor, ¡escuche usted mis palabras, aunque no soy más que una simple sirvienta suya! ¡No le dé usted importancia a las groserías de Nabal! ¡Su nombre significa “estúpido”, y en verdad lo es!

»¡Yo tengo la culpa de todo! Y la tengo, señor mío, porque no vi a los mensajeros que usted envió. Pero Dios no permitirá que usted se desquite matando a gente inocente. Yo le pido a Dios que castigue a los enemigos de usted del mismo modo que será castigado Nabal.

27 »Por favor, acepte la comida que he traído para usted y para sus hombres, 28 y perdone mis errores. Usted sólo lucha cuando Dios se lo manda; estoy segura de que Dios hará que todos los descendientes de usted reinen en Israel. Por eso, ni ahora ni nunca haga usted lo malo.

29 »Cuando alguien lo persiga y quiera matarlo, Dios lo cuidará y usted estará seguro. Pero a quienes quieran matarlo, Dios los arrojará lejos, como cuando se arroja una piedra con una honda.

30 »Usted, mi señor, será el líder de Israel, pues Dios le cumplirá todas las promesas que le ha hecho. 31 Cuando eso suceda, usted no se sentirá culpable de haber matado a gente inocente, ni triste por haberse desquitado.

»Cuando todo esto suceda, acuérdese usted de mí, que soy su servidora.

32 David le contestó:

—¡Bendito sea el Dios de Israel, que te envío a mí! 33 ¡Y bendita seas tú, por ser tan inteligente y por no dejar que yo mismo me vengara y matara a gente inocente!

34 »Si no hubieras venido a verme, te juro por Dios que para mañana no habría quedado vivo un solo hombre de la familia de Nabal. ¡Qué bueno que el Dios de Israel no permitió que yo te hiciera daño!

35 David aceptó la comida que Abigail le había traído, y le dijo:

—Puedes irte tranquila, que yo haré lo que me has pedido.

36 Cuando Abigail regresó a su casa, encontró a Nabal muy contento y completamente borracho. Por eso no le contó hasta el día siguiente lo que había pasado.

37-38 Por la mañana, cuando a Nabal ya se le había pasado la borrachera, su esposa le contó lo sucedido. En ese momento, Dios hizo que Nabal tuviera un ataque al corazón, y Nabal se quedó tieso como una piedra. Diez días después, tuvo otro ataque y murió.

39-40 Cuando David se enteró de que Nabal había muerto, dijo: «¡Bendito sea Dios, que castigó a Nabal! Se vengó por lo que me hizo, y no dejó que yo mismo lo castigara».

Luego, David envió algunos de sus ayudantes a Carmel, para que le dijeran a Abigail: «David nos manda a pedirle que acepte usted ser su esposa».

41 Al oír esto, Abigail se inclinó de cara al suelo, y dijo: «Yo estoy para servir a mi señor David, y para hacer lo que él me ordene. ¡Incluso estoy dispuesta a lavar los pies de sus esclavos!»

42 Después de haber dicho esto, se preparó rápidamente y, acompañada de cinco sirvientas, montó en un burro y se fue tras los enviados de David para casarse con él.

43 David tuvo dos esposas, pues además de casarse con Abigail se casó también con una mujer de Jezreel, llamada Ahinóam. 44 Aunque Mical había sido esposa de David, más tarde Saúl le ordenó casarse con Paltí hijo de Lais, que era de Galim.

David perdona la vida a Saúl

24 Y aconteció que cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos(A), le dieron aviso, diciendo: He aquí, David está en el desierto de En-gadi(B). Entonces Saúl tomó de todo Israel tres mil hombres escogidos, y fue en busca de David y de sus hombres por[a] los peñascos de las cabras monteses(C). Llegó a unos rediles de ovejas en el camino, donde había una cueva, y Saúl entró en ella para hacer sus necesidades[b](D). Y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la cueva(E). Y los hombres de David le dijeron: Mira, este es el día del que te habló el Señor: «He aquí, voy a entregar a tu enemigo en tu mano, y harás con él como bien te parezca[c](F)». Entonces David se levantó y cortó a escondidas la orilla del manto de Saúl(G). Aconteció después de esto que la conciencia de David le remordía[d](H), porque había cortado la orilla del manto de Saúl. Y dijo a sus hombres: El Señor me guarde de hacer tal cosa contra mi rey[e], el ungido del Señor, de extender contra él mi mano, porque es el ungido del Señor(I). David contuvo[f] a sus hombres con estas palabras y no les permitió que se levantaran contra Saúl. Y Saúl se levantó, salió de la cueva, y siguió su camino.

Después de esto David se levantó, salió de la cueva y dio voces tras Saúl, diciendo: ¡Mi señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás[g], David inclinó su rostro a tierra y se postró(J). Y dijo David a Saúl: ¿Por qué escuchas las palabras de los hombres, que dicen: «Mira que David procura tu mal»? 10 He aquí, hoy han visto tus ojos que el Señor te ha puesto en mis manos en la cueva en este día(K); y algunos me dijeron que te matara, pero mis ojos tuvieron piedad de ti, y dije: «No extenderé mi mano contra mi rey[h], porque es el ungido del Señor(L)». 11 Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano(M). Puesto que corté la orilla de tu manto y no te maté, reconoce y ve que no hay maldad ni rebelión[i] en mis manos y que no he pecado contra ti, a pesar de que tú acechas mi vida para quitármela(N). 12 Juzgue el Señor entre tú y yo y que el Señor me vengue de ti, pero mi mano no será contra ti(O). 13 Como dice el proverbio de los antiguos: «De los malos procede la maldad(P)», pero mi mano no será contra ti. 14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto(Q)? ¿A una pulga(R)? 15 Sea el Señor juez y decida[j] entre tú y yo(S); que Él vea y defienda mi causa(T) y me libre[k] de tu mano.

16 Y sucedió que cuando David acabó de decir a Saúl estas palabras, Saúl dijo: ¿Es esta tu voz, David, hijo mío(U)? Entonces Saúl alzó su voz y lloró. 17 Y dijo a David: Eres más justo que yo(V), porque tú me has tratado bien mientras que yo te he tratado con maldad(W). 18 Tú has demostrado hoy que me has hecho bien, ya que el Señor me entregó en tu mano y sin embargo no me diste muerte(X). 19 Porque si un hombre halla a su enemigo, ¿lo dejará ir sano y salvo[l](Y)? Que el Señor, por tanto, te recompense con bien por lo que has hecho por mí hoy. 20 He aquí, ahora sé que ciertamente serás rey(Z), y que el reino de Israel será establecido en tu mano(AA). 21 Ahora pues, júrame por el Señor que no cortarás mi descendencia[m] después de mí, y que no borrarás mi nombre de la casa de mi padre(AB). 22 Y David se lo juró a Saúl. Y Saúl se fue a su casa, pero David y sus hombres subieron al refugio[n](AC).

Muerte de Samuel

25 Murió Samuel(AD), y se reunió todo Israel y lo lloraron(AE), y lo sepultaron en su casa en Ramá(AF). Después David se levantó y descendió al desierto de Parán(AG).

David y Abigail

Y había un hombre en Maón(AH) que tenía sus bienes en Carmel(AI); el hombre era muy rico[o] y tenía tres mil ovejas y mil cabras; y estaba en Carmel trasquilando sus ovejas(AJ). El hombre se llamaba Nabal, y su mujer se llamaba Abigail. Y la mujer era inteligente[p] y de hermosa apariencia(AK), pero el hombre era áspero y malo en sus tratos, y era calebita(AL). Y oyó David en el desierto que Nabal estaba trasquilando sus ovejas. Entonces David envió diez jóvenes, y les dijo[q]: Subid a Carmel, visitad[r] a Nabal y saludadle en mi nombre; y le diréis así: «Ten una larga vida[s], paz para ti, paz para tu casa y paz para todo lo que tienes(AM). He[t] oído que tienes esquiladores(AN); ahora bien, tus pastores han estado con nosotros, y no los hemos maltratado, ni les ha faltado nada todos los días que estuvieron en Carmel(AO). Pregunta a tus mozos, y ellos te lo dirán. Por tanto, permite que mis mozos hallen gracia ante tus ojos, porque hemos llegado en un día de fiesta[u](AP). Te ruego que de lo que tengas a mano, des a tus siervos y a tu hijo David».

Cuando llegaron los jóvenes de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David; entonces esperaron. 10 Pero Nabal respondió a los siervos de David, y dijo: ¿Quién es David(AQ) y quién es el hijo de Isaí? Hay muchos siervos hoy día que huyen de su señor. 11 ¿He de tomar mi pan, mi agua y la carne que he preparado[v] para mis esquiladores, y he de dárselos a hombres cuyo origen no conozco[w](AR)? 12 Entonces los jóvenes de David se volvieron por su camino, y regresaron; y llegaron y le comunicaron todas[x] estas palabras. 13 Y David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno su espada. Y cada hombre se ciñó su espada. David también se ciñó su espada, y unos cuatrocientos hombres subieron tras David(AS), mientras que doscientos se quedaron con el bagaje(AT).

14 Mas uno de los mozos avisó a Abigail, mujer de Nabal, diciendo: He aquí, David envió mensajeros desde el desierto a saludar[y] a nuestro señor(AU), y él los desdeñó. 15 Sin embargo, los hombres fueron muy buenos con nosotros; no nos maltrataron ni nos faltó nada cuando[z] andábamos con ellos, mientras estábamos en el campo(AV). 16 Como muro fueron para nosotros tanto de noche como de día, todo el tiempo que estuvimos con ellos apacentando las ovejas(AW). 17 Ahora pues, reflexiona[aa] y mira lo que has de hacer, porque el mal ya está determinado contra nuestro señor y contra toda su casa, y él es un hombre tan indigno[ab] que nadie puede hablarle.

18 Entonces Abigail se dio prisa y tomó doscientos panes, dos odres de vino, cinco ovejas ya preparadas, cinco medidas[ac] de grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientas tortas de higos, y los puso sobre asnos(AX). 19 Y dijo a sus mozos: Id delante de mí; he aquí, yo os seguiré(AY). Pero nada dijo a su marido Nabal. 20 Y sucedió que cuando ella cabalgaba en su asno y descendía por la parte encubierta del monte, he aquí que David y sus hombres venían bajando hacia ella, y se encontró con ellos. 21 Y David había dicho: Ciertamente, en vano he guardado todo lo que este hombre tiene en el desierto, de modo que nada se perdió de todo lo suyo; y él me ha devuelto mal por bien(AZ). 22 Así haga Dios a los enemigos de David(BA), y aun más, si al llegar la mañana he dejado tan solo un varón[ad] de los suyos(BB).

23 Cuando Abigail vio a David se dio prisa y bajó de su asno, y cayendo sobre su rostro delante de David, se postró en tierra(BC). 24 Y se echó a sus pies y dijo: Señor mío, solo sobre mí sea la culpa. Te ruego que permitas que tu sierva te hable[ae], y que escuches las palabras de tu sierva. 25 Ruego a mi señor que no haga caso a[af] este hombre indigno[ag], Nabal, porque conforme a su nombre, así es. Se llama Nabal[ah], y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi a los jóvenes que tú, mi señor, enviaste. 26 Ahora pues, señor mío, vive el Señor y vive tu alma; puesto que el Señor te ha impedido derramar[ai] sangre y vengarte[aj] por tu propia mano(BD), sean pues como Nabal tus enemigos y los que buscan el mal contra mi señor(BE). 27 Y ahora permite que este presente[ak] que tu sierva ha traído para mi señor se dé a los jóvenes que acompañan a[al] mi señor(BF). 28 Te ruego que perdones la ofensa de tu sierva(BG), porque el Señor ciertamente establecerá[am] una casa duradera para mi señor(BH), pues mi señor pelea las batallas del Señor(BI), y el mal no se hallará en ti en todos tus días(BJ). 29 Y si alguno se levanta para perseguirte y buscar tu vida[an], entonces la vida[ao] de mi señor será ligada en el haz de los que viven con el Señor tu Dios; pero Él lanzará la vida de tus enemigos como de en medio de una honda(BK). 30 Y sucederá que cuando el Señor haga por mi señor conforme a todo el bien que Él ha hablado de ti, y te ponga por príncipe sobre Israel(BL), 31 esto no causará pesar ni remordimiento[ap] a mi señor, tanto por haber derramado sangre sin causa como por haberse vengado[aq] mi señor. Cuando el Señor haya hecho bien a mi señor, entonces acuérdate de tu sierva(BM).

32 Entonces David dijo a Abigail: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te envió hoy a encontrarme(BN), 33 bendito sea tu razonamiento, y bendita seas tú, que me has impedido hoy derramar sangre[ar] y vengarme[as] por mi propia mano(BO). 34 Sin embargo, vive el Señor, Dios de Israel, que me ha impedido hacerte mal(BP), que si tú no hubieras venido pronto a encontrarme, ciertamente, para la luz del alba, no le hubiera quedado a Nabal ni un varón[at]. 35 Recibió David de su mano lo que ella había traído y le dijo: Sube en paz a tu casa(BQ). Mira, te he escuchado[au] y te he concedido tu petición[av](BR).

Muerte de Nabal

36 Entonces Abigail regresó a Nabal, y he aquí, él tenía un banquete en su casa, como el banquete de un rey(BS). Y el corazón de Nabal estaba alegre, pues estaba muy ebrio(BT), por lo cual ella no le comunicó nada[aw] hasta el amanecer(BU). 37 Pero sucedió que por la mañana, cuando se le pasó el vino a Nabal, su mujer le contó estas cosas, y su corazón se quedó como muerto dentro de él, y se puso como una piedra. 38 Y unos diez días después, sucedió que el Señor hirió a Nabal, y murió(BV).

39 Cuando David supo que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea el Señor, que ha defendido la causa de mi afrenta de manos de Nabal(BW), y ha preservado a su siervo del mal(BX). El Señor también ha devuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Entonces David envió a hablar con Abigail(BY), para tomarla para sí por mujer. 40 Y los siervos de David fueron a casa de Abigail en Carmel, y le hablaron diciendo: David nos ha enviado a ti, para tomarte para sí por mujer. 41 Y ella se levantó y postrándose rostro en tierra(BZ), dijo: He aquí, vuestra sierva es una criada para lavar los pies de los siervos de mi señor(CA). 42 Abigail se levantó apresuradamente, montó en un asno, y con sus cinco doncellas que la atendían[ax] siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer(CB).

43 David había tomado también a Ahinoam de Jezreel(CC), y ambas fueron mujeres suyas(CD).

44 Pues Saúl había dado a su hija Mical(CE), mujer de David, a Palti, hijo de Lais, que era de Galim(CF).

Notas al pie

  1. 1 Samuel 24:2 Lit., delante de
  2. 1 Samuel 24:3 Lit., cubrir sus pies
  3. 1 Samuel 24:4 Lit., lo que sea bueno ante tus ojos
  4. 1 Samuel 24:5 Lit., el corazón...le hería
  5. 1 Samuel 24:6 Lit., señor
  6. 1 Samuel 24:7 Lit., apartó
  7. 1 Samuel 24:8 Lit., tras sí
  8. 1 Samuel 24:10 Lit., señor
  9. 1 Samuel 24:11 Lit., transgresión
  10. 1 Samuel 24:15 O, juzgue
  11. 1 Samuel 24:15 Lit., vindique
  12. 1 Samuel 24:19 Lit., ¿lo enviará por buen camino
  13. 1 Samuel 24:21 Lit., simiente
  14. 1 Samuel 24:22 O, lugar fuerte
  15. 1 Samuel 25:2 Lit., grande
  16. 1 Samuel 25:3 Lit., de buen entendimiento
  17. 1 Samuel 25:5 Lit., y David dijo a los jóvenes
  18. 1 Samuel 25:5 Lit., llegaos
  19. 1 Samuel 25:6 Lit., Para vida
  20. 1 Samuel 25:7 Lit., Y ahora, he
  21. 1 Samuel 25:8 Lit., buen día
  22. 1 Samuel 25:11 Lit., degollado
  23. 1 Samuel 25:11 Lit., hombres que no sé de dónde son
  24. 1 Samuel 25:12 Lit., conforme a todas
  25. 1 Samuel 25:14 Lit., bendecir
  26. 1 Samuel 25:15 Lit., todos los días que
  27. 1 Samuel 25:17 Lit., sabe
  28. 1 Samuel 25:17 Lit., un hijo de Belial
  29. 1 Samuel 25:18 Heb., seah; un seah equivale aprox. a 7.3 litros
  30. 1 Samuel 25:22 Lit., uno que orina contra la pared
  31. 1 Samuel 25:24 Lit., hable en tus oídos
  32. 1 Samuel 25:25 Lit., ponga su corazón en
  33. 1 Samuel 25:25 Lit., este hijo de Belial
  34. 1 Samuel 25:25 I.e., insensato
  35. 1 Samuel 25:26 Lit., venir con
  36. 1 Samuel 25:26 Lit., salvarte
  37. 1 Samuel 25:27 Lit., esta bendición
  38. 1 Samuel 25:27 Lit., caminan a los pies de
  39. 1 Samuel 25:28 Lit., hará
  40. 1 Samuel 25:29 Lit., alma
  41. 1 Samuel 25:29 Lit., alma
  42. 1 Samuel 25:31 Lit., no te será motivo para tambalear ni tropezadero del corazón
  43. 1 Samuel 25:31 Lit., salvado
  44. 1 Samuel 25:33 Lit., entrar con sangre
  45. 1 Samuel 25:33 Lit., salvarme
  46. 1 Samuel 25:34 Lit., uno que orina contra la pared
  47. 1 Samuel 25:35 Lit., he escuchado tu voz
  48. 1 Samuel 25:35 Lit., he alzado tu rostro
  49. 1 Samuel 25:36 Lit., nada pequeño ni grande
  50. 1 Samuel 25:42 Lit., andaban a sus pies